Carlos Rodríguez Jiménez, pionero de la microbiota en España: «La clave para vivir más de 100 años con una calidad de vida excelente radica en nuestros intestinos»
Este prestigioso especialista, en activo a los 86 años, advierte de que «una microbiota maltratada puede producir tóxicos que dañen y envejezcan cualquier órgano»
Cuenta, con su sentido del humor habitual, que comenzó «a meterse en la caca» hace dos décadas. Hasta ese momento, Carlos Enrique Rodríguez Jiménez -responsable de Unidad de Endocrinología, Inmunometabolismo y Nutrición del Hospital de la Beata María Ana (Madrid)-, recuerda que «a la microbiota le llamaba flora intestinal y se decía que ocuparse de estas cosas era, poco menos, que ‘medicina alternativa‘».
Hoy nadie discute que «ese manto microbiano que protege, sobre todo a la piel y las mucosas, de infecciones e intoxicaciones desempeña un papel determinante». Pero, ¿por qué es tan importante la microbiota intestinal, en concreto? Porque el intestino puede ser el origen de multitud de padecimientos crónicos y agudos que, hasta hace relativamente poco, se incluían en el apartado de ‘origen desconocido’, debido a su silencioso inicio«.
La microbiota intestinal es «la población que ‘habita’ en el intestino y está constituida por más de 10 billones de microbios, generados por más de 2.000 familias microbianas diferentes». Cada grupo de ellas, «está ‘especializado’ en preparar moléculas que actúan en diversos órganos internos, desde la piel hasta el cerebro».
En este sentido, cabe recordar que «los microbios son bacterias, hongos, virus y arqueas, estas últimas, un tipo microbiano que cada vez toma más relieve y es difícil de identificar por métodos habituales».
Pues bien, aunque suene increíble, «nuestra microbiota pesa, aproximadamente, unos dos kilos«. Este dato resulta esencial para comprender su papel protagonista en nuestro organismo: «Una alteración de la microbiota puede modificar silenciosamente la asimilación y digestión de los alimentos, en primer lugar, y, posteriormente, dañar la mucosa intestinal, originando lo que se conoce como hiperpermeabilidad intestinal. Si eso ocurre, el daño para cualquier órgano es evidente, comenzando por el hígado, ya que se estarán y diseminando por todo nuestro organismo los productos mal elaborados en el intestino».
Según señala el doctor Rodríguez Jiménez, «la microbiota intestinal es, en un 20%, común a todos los humanos. El 80% restante lo marca la identidad de cada persona. Es una especie de DNI«.
Su papel en nuestro estado de salud, ya lo ha subrayado este endocrino, es fundamental y «depende, en gran parte, de lo que comemos y bebemos». Nadie mejor que él, que a sus 86 años sigue en activo y no perdona sus partidos de tenis semanales en su club de toda la vida -el Chamartín-, para afirmar que «tal y como ha fundamentado la ciencia, la clave para vivir más de 100 años con una calidad de vida excelente radica en nuestros intestinos«.
El asunto es apasionante. «Los disruptores endocrinos, que son una especie de interruptores que desconectan las funciones celulares sea del sistema nervioso de la piel o de cualquier otro sistema, se generan en gran medida por una microbiota maltratada por un estilo de vida defectuoso y una alimentación incorrecta es capaz de producir metabolitos tóxicos que dañan y envejecen paulatinamente cualquier órgano».
No cuidar la microbiota representa «el inicio de un caos metabólico e inmunológico que comienza por un aumento inflamatorio de la mucosa intestinal que permite pasar ‘metabolitos terroristas’. Estos superan las defensas e invaden el páncreas, el hígado, etc, silenciosamente, hasta manifestarse de forma patológica».
Porque existen, prosigue, «innumerables pruebas abrumadoras del importantísimo papel de la microbiota en el área metabólica e inmunológica como origen de multitud de padecimientos, hasta ahora calificados como «desconocidos’, tal y como he señalado anteriormente. Por ese motivo, acabamos de arrancar, este mes de junio, un equipo conjunto de Endocrinología, Inmunometabolismo y Nutrición, Alergia e Inmunoterapia en la Beata».
CÓMO CUIDAR LA MICROBIOTA
Este especialista señala que, hoy por hoy, «la alimentación bien pautada es la mejor herramienta que poseemos para cuidar nuestra microbiota, ayudada, en su caso, por probióticos, prebióticos, simbióticos, antibióticos, diversos medicamentos y un arsenal de productos naturales muy efectivos y cuya utilización ha de estar siempre prescrita por un médico especializado«. En este sentido, hace hincapié en la gran utilidad de «contar con la supervisión de nutricionistas y profesionales de restauración bien instruidos en la materia».
Y, ojo, porque las emociones también cuentan y mucho. «Es Interesante señalar que los trastornos emocionales pueden ocasionar desequilibrios en la motilidad e, incluso, en el contenido intestinal. No obstante, habitualmente se admite que aceleran, pero no generan».
¿Qué ‘le gusta’ a la microbiota? Pues lo que a todos. «¡Le gusta que la cuiden! Es obvio que los alimentos han de tener un origen contrastado, sabiendo el perjuicio de una inadecuada cadena de la alimentación: abonos, piensos, pesticidas, almacenaje, conservantes transporte, etc».
Estás son las recomendaciones de este doctor:
1. «Una alimentación equilibrada ‘esconde la carne entre las hortalizas’. Este antiguo aforismo chino refleja a la perfección cómo la excesiva cantidad de alimentos, abruma la microbiota. Por ‘carne se refiere tanto la de origen terrestre como a la marina. En porcentajes, tal vez habría que hablar de un 70% de origen vegetal (verduras, frutas, legumbres, frutos secos, frutos de bosque y alimentos integrales) y un 30% de origen animal (leche, huevos, pescado, carne). Y, de estos últimos, incrementar el consumo de pescados, mariscos y huevo a la vez que moderamos el de lacarne roja y los lácteos frescos. Además, consumir no menos de litro y medio de agua o más y valorar el uso los probióticos naturales como el chucrut y los yogures».
2. «SI hablamos de proporciones aconsejadas, tendríamos: 40-45% de hidratos de carbono, 25-30% de proteínas y 30 % de grasas, de las cuales 1/3 serían animales y 2/3, vegetales».
3. «A la microbiota no les gustan los excesos de grasas (sean aceites o alimentos con contenido graso, excepto los ‘detergentes’ omega 3), ni las bebidas alcohólicas, ni los azúcares, ni las harinas refinadas y sus productos derivados»».
4. «El uso controlado médicamente de probióticos y prebióticos, adquiridos en en farmacia o herboristería, puede ser un remedio oportuno aunque no indiscriminadamente. La automedicación, sea natural’ o no, debe evitarse».
5. «Mantener un bioestileoadecuado resulta clave: mente ágil y lógica; antiestrés; actividad física sensata y dieta basada en ‘huerta, már y granja’ (lo demás, a negociar)».
6. «El descanso nocturno superior a siete horas es ‘el mejor medicamento’. ¡Y, por supesto, no fumar!»
Y, para acabar, Rodríguez Jiménez nos ‘regala’ una de esas perlas para gozar de una salud de hierro (como la suya) y que todos deberíamos de enmarcar para colgarlas en nuestro salón. «La comida, moderada. Ejercicio y diversión. No tener nunca aprensión. Salir al campo algún rato. Poco encierro, mucho trato. ¡Y continua ocupación!». Amén.
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