22 noviembre 2024

Decadencia moral Estudio histórico ¿Crees que vivimos una crisis de valores?

Todas las sociedades lo creen… Demostrado

A lo largo de la historia, el lamento más repetido es el de una generación sobre la degradación moral de la siguiente. Un estudio analiza las respuestas de 12 millones de personas en 60 países para explicar las razones de esta ilusión.

La maldad se extiende sin fin. El hombre amable se ha desvanecido». Con estas palabras se lamentaba un poeta egipcio en los tiempos del Imperio Medio, unos dos mil años antes de nuestra era. Desde entonces, el diagnóstico pesimista se ha oído o leído sin cesar: en la Ilíada, de Homero, o en la barra del bar; desde Livio, que auspiciaba «el derrumbe del edificio» por el proceso de declive moral, a Madonna, que aseguraba en las redes sociales que «hemos olvidado nuestra humanidad».

«Durante toda mi vida he oído a la gente lamentarse por el fin de la bondad humana. Me entran ganas de cogerlos de la solapa y preguntarles: ‘¿Cómo lo sabes? ¿Lo has visto en una temporada de Mad Men? ¿O es por una anécdota aleatoria que te contó tu abuelo?’». En lugar de hacer esto, el psicólogo Adam Mastroianni –que realiza en la actualidad sus investigaciones posdoctorales en la Universidad de Columbia (antes en Harvard)– decidió estudiar qué se esconde tras estos discursos pesimistas… Si responden o no a una realidad y si subyace algún mecanismo en nuestra psique que explique su abundancia. Spoiler: es una ilusión. Con este título –La ilusión del declive moral– acaba de publicarse su investigación en la revista Nature.

Tendemos a pensar que los jóvenes están peor en las cosas en las que nosotros sobresalimos. Si alguien ha leído mucho, insistirá en que se ha perdido el hábito de lectura

Para ello ha buceado en encuestas realizadas entre 1949 y 2019, que incluyen a casi 12,5 millones de personas de 60 países. Y la respuesta, se pregunte a quien se pregunte, es siempre la misma: los valores morales están en declive, cada generación es peor que la anterior. Menos solidaria, menos respetuosa, más materialista y egoísta…

No hay datos españoles en su estudio, pero las encuestas demuestran que no somos una excepción. Un sondeo del CIS en 2000 preguntaba: «En comparación con hace 25 años, ¿opina usted que los españoles son más, igual o menos respetuosos hacia los demás?». El 41,4 por ciento pensaba que eran menos respetuosos, y solo una cuarta parte afirmaba lo contrario. A finales de 2017, la respuesta era similar: un 44,2 por ciento consideraba a los españoles menos respetuosos que cinco años antes.

«Preguntes a quien preguntes, donde y cuando sea, las personas dan la misma respuesta –concluye Adam Mastroianni–. La gente es menos amable que antes». El diagnóstico es algo peor entre quienes se autodefinen políticamente como conservadores, pero, por lo demás, poco importa la edad, el género o el estrato social. Algunos investigadores han bautizado el fenómeno como el ‘efecto los chicos de hoy en día’ (KTD effect, en las siglas inglesas de kids this day).

El sesgo se produce no solo porque las noticias negativas captan más nuestra atención, también es porque recordamos mejor los episodios positivos del pasado

Y añaden otro dato: tendemos a pensar que los chicos de hoy están peor en cosas en las que nosotros sobresalimos. Si alguien ha leído muchos libros, pensará que se está perdiendo el hábito de lectura. Y, aunque no estemos tan leídos… tenderemos igualmente a pensar que los siguientes abrirán menos libros que nosotros porque tendemos a vernos con buenos ojos… y cuesta menos ver la viga en los ajenos.

Pero ¿de verdad existe este declive continuo? Lo curioso es que las cifras cambian poco con los años. Si las cosas fuesen constantemente a peor, cada año debería arrojar resultados más pesimistas en las encuestas. Sin embargo, repasando más de 100 sondeos realizados entre 1965 y 2020, Mastroianni y su equipo han visto que no existe una variación. En torno a un 70 por ciento de los encuestados afirma, año tras año, que los valores morales de la sociedad están empeorando. Y al mismo tiempo ofrecen respuestas contradictorias con esa aseveración: el 90 por ciento afirmaba haber sido tratado con respeto el día anterior…

Y la afirmación se mantiene estable entre 2006 y 2019. Un metaanálisis publicado el año pasado que analizaba más de 500 experimentos realizados específicamente para medir la predisposición a cooperar mostró que esta se ha incrementado en un 10 por ciento entre 1961 y 2017. Sin embargo, en las encuestas realizadas por Mastroianni y su equipo, el resultado es el inverso: la gente percibe que ha caído un 10 por ciento.

¿Por qué ocurre esto? En su exitoso libro Factfulness, Hans Rosling ofrecía algunas explicaciones, relacionadas en parte con nuestra tendencia a fijarnos en lo negativo, alimentada en parte por los medios de comunicación y las redes sociales. El drama y la sorpresa venden más que la rutina y la bondad. El economista canadiense John Keneth Galbraith, fallecido en 2006, lo explicó de otro modo cuando dijo que todo editor quiere publicar un libro llamado La crisis de la democracia, porque sabe que eso vende. Los autores del reciente artículo publicado en Nature lo atribuyen a un doble factor psicológico, que han bautizado como BEAM, siglas inglesas de ‘exposición y memoria sesgadas’.

Afirman que es la suma de la exposición a noticias negativas, que captan nuestra atención más que las positivas, y un sesgo de nuestra memoria, que tiende a difuminar con mayor rapidez los recuerdos negativos que los positivos. Así, al volver la vista atrás, recordaremos con mayor intensidad los episodios que nos hicieron estar bien. Pero, al observar el presente, serán las malas noticias las que más atrapen nuestra atención.

La combinación de ambas cosas explica esa tendencia a caer en la tentación de pensar que la sociedad está perdiendo sus valores. «Hay muchos problemas en la sociedad actual –concluye Mastroianni–. Por suerte, la crisis moral es una mera ilusión y no hay que invertir mucho esfuerzo en revertirla». Porque las cosas no están tan mal, quizá sean nuestros propios prejuicios los que hemos de revisar».

 


Ellos lo dijeron antes…

Asiria. «Los jóvenes ociosos»


En una tablilla de arcilla encontrada en las ruinas de lo que fuera Babilonia (hoy, Irak), alguien había escrito hace más de tres mil años: «Esta juventud está malograda hasta el fondo del corazón. Los jóvenes son malhechores y ociosos. Ellos jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura».

Sócrates. «Muchachos malcriados»


Sócrates, siglo IV a. C.: «La juventud actual ama el lujo, es maliciosa y malcriada, se burla de la autoridad y no tiene ningún respeto por los mayores. Nuestros muchachos de hoy son unos tiranos que no se levantan cuando un anciano entra a alguna parte y que responden con altanería a sus padres».

Aristóteles. «Creen que lo saben todo»


Aristóteles escribió sobre los jóvenes en su Retórica, escrita en el siglo IV antes de nuestra era: «Se pasan en todo, todo lo hacen exageradamente, lo suyo es por doquier la demasía. Se creen que lo saben todo y hacen siempre afirmaciones contundentes, de lo que deriva su conducta exorbitante y descomedida».

Charles Baudelaire. «Una sociedad estúpida»


Charles Baudelaire, el gran poeta maldito, escribió que «el progreso ha atrofiado todo lo que es espiritual en nosotros». Afirmaba que la suya era «la más estúpida de las sociedades».

Friedrich Nietzsche. La decadencia


Friedrich Nietzsche, el filósofo alemán, paradigma del nihilismo, tachaba a la sociedad europea de su época de enferma y decadente. «Hay un elemento de decadencia en todo lo que se refiere al hombre moderno», escribió en 1885.