Cómo descubrir lo que oculta un adolescente en el móvil

Se llaman ‘aplicaciones bóveda’ y son la forma efectiva que han encontrado para esquivar los controles parentales de sus dispositivos. Te enseñamos a reconocerlas-

La mayoría de expertos establecen la franja entre los 12 y los 15 años como la más adecuada para que los niños reciban su primer teléfono móvil. La realidad, sin embargo, dista bastante. Muchos tienen su primer contacto con estos dispositivos desde la más tierna infancia, cuando sus progenitores les plantan delante una pantalla de pocas pulgadas para distraerlos durante los viajes en coche o las cenas con amigos.

Quienes se han criado con un smartphone como niñera, usualmente terminan usando uno de forma regular mucho antes de la adolescencia, lo que a menudo deriva en el acceso a contenidos inadecuados para su edad. No en vano, la asociación ‘Dale una Vuelta’ estima que el primer acceso a la pornografía en menores se produce entre los 9 y los 11 años de manera accidental, por no tomar los padres las medidas de supervisión oportunas.

La asociación también estima que un 65% de los españoles entre 13 y 18 años consumen habitualmente este tipo de contenidos, lo que evidencia su componente adictivo. Son jóvenes que además han encontrado el método para campar a sus anchas por la red de redes sin importar que sus teléfonos tengan habilitadas herramientas o aplicaciones de control parental (utilizadas para limitar el acceso a determinadas páginas web o aplicaciones, al menos de forma temporal). Hablamos de las llamadas aplicaciones ‘bóveda’, que bajo la apariencia de una simple calculadora, una cámara o un bloc de notas permiten ocultar en su interior archivos, galerías multimedia e incluso navegadores, desde los que consultar a placer las distintas redes sociales o páginas de dudosa procedencia.

Los padres menos entendidos no suelen ser conscientes, así, de estas ‘cajas fuertes’ digitales a las que el menor accede introduciendo una clave numérica (por poner un ejemplo en el caso de la app de la calculadora ficticia).

Tres grandes riesgos

Eduardo Cruz, CEO de la firma de bienestar digital Qustodio, enumera los tres principales riesgos a los que se exponen los menores al utilizar aplicaciones bóveda:

Pérdida de responsabilidad: «La tecnología es incontrolable y muchos menores no saben los efectos que un mal uso puede tener. Es importante que tengan consciencia de que sus actos llevan consecuencias y que hay cosas que, dependiendo de la edad, no son apropiadas para ellos. Si no tienen ninguna restricción o ignoran los efectos de estas aplicaciones en su educación digital, pueden acabar no siendo conscientes de la responsabilidad que conlleva un teléfono», explica el experto.

Acceso a contenido inapropiado: «Acceder a cualquier contenido sin restricciones -prosigue Cruz- les abre las puertas a todo tipo de vídeos, fotos, contacto con desconocidos… Esto puede tener efectos negativos sobre ellos y sobre cómo conciben la tecnología».

Robo de información personal: «Cuando los niños no son conscientes de los peligros, pueden contactar con personas desconocidas y dar información personal que puede usarse en su contra», concluye el directivo. Esto último incluye información bancaria con la que podría articularse una estafa, de lo que se han documentado no pocos casos durante los últimos años.

Cómo detectar una app ‘bóveda’

Para detectar si nuestro hijo está usando una de estas aplicaciones, lo idóneo es echar un vistazo al listado de apps instaladas y buscar duplicidades: si el niño cuenta con dos aplicaciones de calculadora o dos galerías de fotos, lo más probable es que una de ellas sea falsa, algo que puede comprobarse consultando su nombre real en el menú de almacenamiento del teléfono. Y es que, para camuflarse mejor, estas aplicaciones permiten cambiar sus iconos por otro genérico: un reloj, una nube (a colación de la app del tiempo), el engranaje típico del apartado de ajustes…

También ha de tenerse en cuenta que las apps bóveda suelen ocupar mucho más espacio en la memoria del smartphone que sus equivalentes reales. Así, una calculadora corriente apenas rebasará los 100 MB, mientras que una ‘de pega’ podría ocupar fácilmente varios GB, dependiendo de la cantidad de información que el adolescente esté ocultando en su interior.

¿Y qué podemos hacer si nuestras sospechas se cumplen? Desde Qustodio recomiendan hablar abiertamente con el menor, haciéndole entender los peligros que conllevan estas herramientas, si bien lo mejor es no tener que llegar a eso: «Las familias deben transmitir confianza y brindarles una educación digital a sus hijos para que no tengan la necesidad de instalarse este tipo de apps».

J. Castillo

FOTO: ADOBESTOCK

https://www.ideal.es/vivir/tecnologia/descubrir-oculta-adolescente-movil-20231219184330-ntrc.html

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