ATARFE: Tres horas herido en una cueva de Granada hasta ser rescatado
Un espeleólogo sufrió un accidente mientras dirigía a un grupo y quedó atrapado en la sima de Raja Santa, invadido por el dolor
A José Antonio solo se le pasaba por la cabeza una idea. Era imposible salir de allí. Se encontraba en la sima de Raja Santa, en Sierra Elvira -término municipal de Atarfe- con el hombro luxado, por lo que no tenía la fuerza necesaria para salir al exterior. Sabía que no podría hacerlo sin ayuda. La cueva presenta unas características muy peculiares, al tener más de cien metros de profundidad y desembocar en un lago de aguas termales de entre veinticinco y treinta y cinco grados. El servicio de Emergencias 112 movilizó al Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) de la Comandancia de la Guardia Civil de Granada, que llevó a cabo el rescate. Desde que el hombre se accidentó hasta que salió a la superficie transcurrieron unas tres horas de tensión.
José Antonio Martínez Díaz, presidente de Espeleo Club Almería, se desplazó junto a un grupo a la sima a principios de la semana pasada. Él, experto, iba guiando a otras cuatro personas en su interior. Conoce bien la cavidad, había estado más veces y se sentía cómodo. Hasta que, en un destrepe, se le salió el hombro izquierdo. «Intenté salir, pero me resultó imposible, necesitaba apoyar ese brazo y el dolor era insoportable», relata José Antonio. Sus compañeros le colocaron una manta térmica y llamaron al 112. Eran las diez y diez de la mañana.
A la zona se desplazaron tres especialistas del Greim. Entraron en la cavidad y, tras comprobar el estado del herido, le inmovilizaron el brazo con una férula sam slpit para poder evacuarlo posteriormente. «Íbamos bien preparados, teníamos hasta botiquín, pero la Guardia Civil traía un potente calmante que me tomé para que pudiera moverme», señala el espeleólogo.
Para llevar a cabo el rescate, la Guardia Civil montó un contrapeso en la parte superior de la cueva para izar al herido hasta la superficie. José Antonio tuvo que colaborar de forma activa durante la maniobra a pesar del dolor, ya que el agujero de salida era extremadamente estrecho. Tuvo que pasar por una gatera, es decir, un paso estrecho por el que hay que reptar. «Me daba miedo fastidiarme aún más el hombro, pero me dieron el apoyo suficiente como para salir apoyándome con el brazo contrario», detalla.
La zona era tan estrecha que José Antonio recuerda cómo en otra oacasión una persona más voluminosa no accedió a la cueva por no poder entrar bien por el hueco. Superada esa dificultad, y una vez en el exterior, se descolgó al accidentado hasta una zona segura, después de que los agentes hubieran limpiado toda la rampa de roca suelta para evitar una nueva caída.
No se encontraban lejos de la superficie, pero pasaron dos horas hasta que lograron sacarlo. El espeleólogo, que cuenta la experiencia desde la calma, afirma que no sintió agobio por encontrarse en la cueva, sino por el «mal rato» que se estaban llevando sus compañeros, entre los que se encontraba su hermano. «Uno de los que venían conmigo era experto e intentó echarme una mano para salir, pero faltaba personal. Solo el Greim sabía cómo debía colocarme para conseguirlo», admite.
En vehículo oficial hasta el hospital
Una vez fuera, ante la imposibilidad de que una ambulancia lo evacuara de forma rápida, los guardias civiles decidieron conducirlo ellos mismos en el vehículo oficial hasta el Hospital de Traumatología y Rehabilitación de Granada, donde llegó a la una y media de la tarde. «Estuvieron esperando hasta que me metieron el hombro. Su actuación fue impresionante, de diez, con una coordinación increíble», asegura José Antonio.
El presidente de Espeleo Club Almería aún lleva cabestrillo y después tendrá que hacer rehabilitación, pero se encuentra bien. Y, sobre todo, agradecido. «A los agentes del Greim le diría que me tienen para lo que les haga falta, si quieren les compro un jamón», bromea. El mejor regalo para él fue salir sano y salvo de una situación de riesgo que no olvidará.