8M: Mujeres de primera línea
Homenaje a mujeres esenciales, de las que la sociedad se siente orgullosa por su valor y entrega
Ellas, en nombre de tantas y tantas mujeres que luchan en su día a día. Estos son sus testimonios o semblanzas, de los que hemos aprendido una lección. Que nunca se nos olvide. Con nuestra gratitud y reconicimiento.
María Ángeles García Rescalvo, directora-gerente del Hospital Universitario Virgen de las Nieves
«El día 16 de diciembre de 2019 fui nombrada directora gerente del hospital Virgen de las Nieves de Granada, el gran y valioso hospital que me formó como residente de anestesia 1998-2002 y al que debo conocimientos, habilidades y gran parte de los cimientos como profesional que soy hoy.
Mes y medio después de ser nombrada, el Virgen de las Nieves atendió al primer paciente COVID y poco después, el primer fallecido. Un reto excepcional
Ese día todo era ilusión, esperanza, alegría y proyectos a cumplir a base de trabajar duro e incesantemente. Fui entrevistando a los más de 40 jefes de mi hospital junto con mi equipo más cercano, directora de enfermería y director médico, para poner objetivos comunes a alcanzar y establecer alianzas de colaboración y sumar entre todos. A todos ellos les ofrecí mi ayuda y mi colaboración en todo momento y además les exigí un fuerte compromiso conmigo por el bien de nuestros pacientes y profesionales a cuidar. En este hospital hay un 74% de mujeres de forma global e incluyendo todas las categorías, y un 26% de hombres. Las mujeres realizan una misión crucial en categorías como enfermería y cuidados que hay que seguir desarrollando de forma integral, e igualmente en los equipos directivos.
«Como gerente y en pleno verano fui llamando personalmente a más de 300 profesionales que se habían contagiado dando todo mi apoyo y cariño y diciéndoles lo que a todos nos gusta escuchar estando enfermos o necesitados: “¿En qué puedo ayudarte?”. Este fue uno de lo momentos más bonitos y gratificantes de toda mi labor como directora»
El 11 de marzo del 2019, mes y medio más tarde, tuvimos el primer paciente COVID en el hospital y el día 14 del mismo el primer fallecido. El ambiente general era de miedo a lo desconocido y entre todos se priorizó como aire para la vida todo tipo de material de protección: protegernos a todos de este virus. Desde este equipo directivo en general y mío en particular empezamos a tomar decisiones para proteger, cuidar y salvaguardar a todos nuestros trabajadores sanitarios, que hoy son más de 7.000. Comenzamos con la formación en materia de prevención; dimos paso a la difusión de los tres pilares básicos en seguridad dentro del hospital para ser modélicos y ejemplarizantes: mascarillas, distancias de seguridad e higiene de manos, llevando estas máximas dentro y fuera del hospital e incluso a nuestras casas. Yo como gerente y en pleno verano fui llamando personalmente a más de 300 profesionales que se habían contagiado dando todo mi apoyo y cariño y diciéndoles lo que a todos nos gusta escuchar estando enfermos o necesitados: “¿En qué puedo ayudarte?”. Este fue uno de lo momentos más bonitos y gratificantes de toda mi labor como directora.
María Ángeles García Rescalvo despacha con la secretaria de dirección.
El hospital ha pasado una fuerte primera ola en los últimos días de marzo con un ambiente de miedo al contagio pero de volcarnos como equipo todos y cada uno de nosotros tanto en urgencias, como UCI como plantas COVID con equipos multidisciplinares liderados por internistas e infectólogos igual que la tropa de gladiadores unidos y fuertes y juntos por nuestro hospital y contra el virus; y luego, en el contexto continuo de pedir responsabilidad a todos los ciudadanos y en nuestras casas vinieron la segunda ola en noviembre y la tercera en enero. Ya nos sentimos más fuertes, más expertos y conocedores de cambiar totalmente espacios y arquitectura del hospital para atender pacientes tanto COVID como no COVID, estos últimos con el mismo derecho a ser atendidos con calidad y buen trato que los primeros.
«No puedo olvidar los actos de silencio por algún trabajador fallecido en la puerta del hospital, así como el gigante desarrollo de la humanización dentro de un gran hospital con grandes joyas de innovación»
No puedo olvidar los actos de silencio por algún trabajador fallecido en la puerta del hospital, así como el gigante desarrollo de la humanización dentro de un gran hospital con grandes joyas de innovación como el último modelo del PET TAC o quirófanos con cirugía robótica. Nuestra labor intentando curar y acompañando a morir en paz, simplemente dándole la mano o tocar a alguien que sufre y darle toda nuestra ayuda significa volcar todos nuestros sentidos y responsabilidad acompañando a todo aquel que sufre en un ambiente con restricción alta de visitas familiares por aumentar la seguridad y minimizar la diseminación del virus. -Tampoco la llamada del Rey Felipe en los tiempos más duros de la pandemia para agredecerle es esfuerzo de los profesionales del Virgen de las Nieves en la lucha contra la pandemia-.
«Me siento enormemente agradecida a liderar y dirigir este gran hospital y más que agradecida a todos los trabajadores que componen este gran equipo unido y esta gran familia»
Ante todo, decir que me siento enormemente agradecida a liderar y dirigir este gran hospital que casi “me vio nacer como médico” y más que agradecida a todos los trabajadores sanitarios que componen este gran equipo unido y esta gran familia. Mi sentido de responsabilidad, implicación y compromiso es altísimo, así como el de mi equipo directivo sin horas ni descanso entre el día y la noche».
María José Castilla. Panadera
Que no faltara el pan durante la pandemia, ese ha sido el loable objetivo de María José Castilla, quien junto a su marido, regenta el obrador y panadería La Cascada en Armilla.
Una joven y trabajadora pareja que siempre madruga para elaborar y distribuir el mejor producto, aunque con el confinamiento y el toque de queda, muchos días de este eterno año, han parecido madrugadas interminables.
“Muy duro” repite una y otra vez María José, no solo por el trabajo en la panadería, también porque tiene un hijo pequeño al que ha tenido que atender y asesorar en las tareas académicas, “compaginar panadería, tareas domésticas y deberes del niño ha sido muy duro”.
No ha sentido miedo, define este año como “una lucha constante, una aventura más, y seguir con la rutina que es agotadora te hace no sentir miedo, pero sí respeto al virus”.
Montserrat Linares Lara. Abogada especializada en violencia de género.
Con cierto pudor reconoce que a nivel profesional este último año ha sido “muy bonito” por los retos que afrontaba ante la pandemia el bufete que dirige, junto a la secretaria y otra letrada. Al inicio del confinamiento, recuerda, hablaron las tres y, “en lugar de achantarnos, les dije: vamos a trabajar, vamos a seguir adelante”. Por eso, la sensación dulce de un año durísimo, que se torna agria cuando habla de las víctimas de violencia de género, cuya situación se ha agravado con la pandemia.
Lo argumenta al señalar, primero, que muchas mujeres que dieron el paso de denunciar, poco antes del confinamiento o incluso con sus casos en marcha, no prosiguieron con el proceso en un contexto extremadamente complicado para las víctimas, originado por la llegada del coronavirus. El súbito cese de la actividad desde aquel 14 de marzo de 2020 fue un mazazo, pero para las víctimas y las abogadas que les representan un nuevo obstáculo.
Mujeres que denunciaron no pudieron acudir a los servicios que prestan los centros de información a la mujer -como atención psicológica, orientación para el empleo, entre otras-, donde envía a las víctimas la abogada, que lo resumen: “Como todo quedó paralizado, esas mujeres no se engancharon esos a esos servicios asistenciales y algunas se han quedado en el camino y han vuelto con los agresores”, añade con tristeza.
“Otras que tenían en mente salir de la situación han aguantado más tiempo. Esas que no pusieron denuncia durante el confinamiento, pese a situaciones penosas, han seguido aguantando”.
Pero a las que tuvieron la “fuerza de denunciar, las que dijeron hasta aquí he llegado en los primeros momentos del Estado de Alarma” se encontraron con un nuevo escollo, las medidas de excepcionalidad también en los juzgados, que afectaron inevitablemente a ella y toda la abogacía, hasta que se levantó la suspensión de los procedimientos judiciales, en junio y, desde entonces, con todas las medidas de seguridad.
Monserrat Linares, la tercera por la derecha, en un Congreso Internacional en el que quedó de manifiesto que España está a la vanguardia de la legislación en materia de violencia de género.
El miedo al contagio, la dificultad de no saber cómo actuar… generó que fuera muy difícil prestar una “atención de calidad”. “Si dar el paso es duro para ellas, la situación lo recrudeció”, agrega.
Montserrat Linares, que preside el grupo de Violencia de Género del Colegio de Abogados de Granada, echa mucho de menos la posibilidad del abrazo, del reparador contacto físico para las víctimas que le ayuda a ganarse su confianza. “Eso, me lo ha quitado la pandemia”, subraya.
Dice que valora sobremanera el esfuerzo realizado desde los dos juzgados de Violencia de Género de Granada para proporcionar “el trato más humano posible dentro de la situación, pero los medios materiales en los juzgados no son los adecuados para que tenga una buena acogida”. Y sigue su reflexión: “No es culpa del personal de los juzgados, del capital humano, sino de la falta medios y es puro y duro responsabilidad de la Junta de Andalucía y de presupuesto”.
Y junto a ello, la situación en las oficinas judiciales. No es lo mismo, señala con razón, que la jueza le siente en su despacho, le escuche tranquilamente, a ser atendida de pie o tras una mampara, porque había que acomodarse a la nueva realidad. Espacios físicos que no se pueden utilizar, salas para las víctimas que no han podido emplearse por falta de ventilación o dimensiones reducidas que obligaban a las mujeres a esperar en pasillos, en una angustiosa situación.
A este respecto, dice que valora sobremanera el esfuerzo realizado desde los dos juzgados de Violencia de Género de Granada para proporcionar “el trato más humano posible dentro de la situación, pero los medios materiales en los juzgados no son los adecuados para que tenga una buena acogida”. Y sigue su reflexión: “No es culpa del personal de los juzgados, del capital humano, sino de la falta medios y es puro y duro responsabilidad de la Junta de Andalucía y de presupuesto”.
Pero por el contrario, añade, “si perciben que son un papel más, que nos les importa nada su vida real, sus hijos… se cuestionan haber denunciado”. No obstante, esta abogada reconoce con agrado que poco a poco se ha ido mejorando.
En su observación advierte que las consecuencias en violencia de género provocadas durante la pandemia “están por llegar” al estimar que las mujeres aguantan todo lo que pueden, “pero cuando la situación explota las reacciones son más violentas”
Su larga experiencia profesional le permite valorar que aunque muchas víctimas no denuncian por la dependencia económica, un motivo por la que muchas mujeres han seguido aguantando durante la pandemia, en su opinión lo que frustra para dar el paso es el “enganche emocional”. Y lo refuerza al señalar que la Violencia de Género afecta a todas las clases sociales, profesiones por igual, pero si esa dependencia emocional es muy fuerte y no se trata es difícil convencerlas.
En su observación advierte que las consecuencias en violencia de género provocadas durante la pandemia “están por llegar” al estimar que las mujeres aguantan todo lo que pueden, “pero cuando la situación explota las reacciones son más violentas”.
Y advierte al respecto con contundencia y máxima preocupación que si la sociedad no reacciona nos encontramos ante el grave riesgo de involución en todo lo conseguido porque en materia de violencia de género “se avanza muy poquito a poco, pero se retrocede de forma rápida y veloz”
Y añade una última reflexión: “La pandemia ha sido y está siendo una excusa para no visibilizar el gravísimo problema que supone la violencia de género en la sociedad, porque no ha parado, y sigue siendo un problema enorme”.
“Ahora, como no se habla de ella, porque todo es Covid y crisis económica, pandemia y crisis, el que la sociedad no visibilice y no sea consciente del problema, y que se piense que es un problema menos problema, es muy grave y espero no lo veamos, puede que vayamos hacia atrás en el abordaje de la violencia de género”.
“Esas voces en contra de cualquier movimiento contra la violencia de género, contra el movimiento feminista, toda esa reacción que hay en contra de la Ley Integral, son las mismas que hablan de denuncias falsas, del síndrome alienación parental… y se están haciendo más fuertes con el silencio porque la pandemia y la crisis lo tapa todo”.
Y advierte al respecto con contundencia y máxima preocupación que si la sociedad no reacciona nos encontramos ante el grave riesgo de involución en todo lo conseguido porque en materia de violencia de género “se avanza muy poquito a poco, pero se retrocede de forma rápida y veloz”. /J.I.P.
Carolina Espín Sánchez, Policía Local de Baza
La vocación de servicio público acercó a Carolina Espín Sánchez a formar parte de la Policía Local. Tras completar las prácticas, este año ya ha tomado posesión de su puesto como funcionaria en Baza, la localidad en la que desempeña su labor, muy cerca de su Benamaurel natal y vital, donde fue durante nueve años concejala. “Estudié Derecho y al terminar la carrera pensaba prepararme las oposiciones para Policía Nacional”, explica a El Independiente de Granada. La vuelta a su municipio la vinculó definitivamente a Baza.
Este primer año la labor policial ha estado “volcada en el auxilio” a la ciudadanía. Preocupados, durante la pandemia, por la gente mayor, por la que vive sola. Y tiene, además, un mensaje de elogio a la población “ejemplar” de Baza durante estos difíciles meses.
Aunque había otra compañera vinculada al Cuerpo en Baza, ella es la única que permanece en la plantilla de 24 efectivos. En la calle, al patrullar, todavía se sorprenden al verla. “Y Baza es grande”, aclara. Algunas mujeres se acercan a felicitarla. “Ya era hora”, le dicen. En muchos casos, como recuerda, esas mujeres le confiesan que les habría gustado intentarlo. Su incorporación visibiliza a las mujeres en la Policía Local, un cuerpo en muchos municipios aún con mayoría de hombres en las plantillas. Y ella, tras haberlo conseguido, anima a cualquier mujer que tenga esta vocación a luchar por conseguirlo. «Con trabajo y esfuerzo se llega».
María José Moreno Frontán, vicedirectora del IES Montes Orientales de Iznalloz. Profesora de Filosofía
Lleva 30 años vinculada al IES Montes Orientales de Iznalloz, un centro que, en sus propias palabras, es «un laboratorio de convivencia», pues casi todos los perfiles que se pueden encontrar se dan en el centro. Desde alumnado que llega a universitario con bastante éxito profesional y muy brillante hasta estudiantes en riesgo de exclusión social y en situaciones muy precarias en todos los sentidos. Como comunidad educativa, la mayor dificultad es dar respuestas a todos, que encuentren su sitio, explica a este diario.
El compromiso como equipo directivo, como docentes, va «más allá de lo educativo» y tiene que ver con «el compromiso social», para que su alumnado, a través de la educación, tenga posibilidades.
En esta tarea, hay un compromiso decidido con la igualdad entre mujeres y hombres. «Es una labor que tiene un recorrido muy largo, trabajándolo de manera sistemática, y eso -añade- tiene que ver con la implicación del profesorado». Lo explica como «una militancia que va mucho más allá» del ejercicio de la docencia. Por el centro han pasado expertas en igualdad de género, «implicadas por convencimiento propio, y eso ha dejado huella». Cita a Isabel Arias o Ángela Salmerón, «incansables». También a Lara García, compañera de coeducación en el centro que está haciendo «muy buen trabajo». De ella ha partido una de las ideas con las que el alumnado trabaja de cara al 8M, un concurso de carteles entre chicos y chicas para renombrar las aulas del centro -que ahora pueden llamarse C4- con nombres e imagen de mujeres que han destacado en sus campos, como puede ser la Ciencia o el Arte, para darles visibilidad.
El compromiso del centro con la educación y la igualdad «es fruto de la implicación durante años de docentes con muchas ganas»
Tan implicado está el instituto, «siempre intentando que el trabajo sea transversal en valores y, desde la creatividad, porque es un espacio de aprendizaje», que ha recibido, entre otras distinciones, tres Premios IRENE -a profesorado y alumnado-, que concedía el Ministerio de Educación por la labor de concienciación para la erradicación de la violencia de género; o un Premio Regás de la la Consejería. «Eso es fruto de la implicación durante años de docentes con muchas ganas». Una labor que también se complica por la movilidad creciente del profesorado. De los centros y la zona en la que se encuentran «te enamoras cuando los conoces», de ahí la importancia de la permanencia para «hacer un buen trabajo». Y resalta al respecto que gran parte del profesorado que imparte sus clases en el Montes Orientales está allí: «porque queremos». «Quizás sea esa la mejor virtud. Porque queremos».
María José Moreno Frontán pone el énfasis en la importancia de los centros, porque la igualdad de género es «educativa». Transmitir a las niñas, y también a sus familias, que «para que las niñas tengan oportunidades y una vida autónoma, digna y libre, todo pasa por la formación». Y alude en este punto al absentismo escolar y las consecuencias. «La mujer tiene más que perder cuando no está formada». «Y estamos consiguiendo que eso vaya calando y que las familias vean que la formación y la educación es una manera de mejorar sus vidas».
Eso es «una carrera de fondo». De un día para otro te puedes desanimar pero «echas la vista atrás, hace 20 años, y todo era peor. La manera de entender la educación y la implicación era menor». Ahora, las familias confían en el instituto y el sistema educativo.
Un reto de años al que se ha sumado las dificultades derivadas de la pandemia. Cuando se decretó el primer confinamiento fue «especialmente duro» y el día a día salió adelante «con muchísimo esfuerzo». Muy especialmente, resalta, del Departamento de Orientación. Se encargaron de fotocopiar deberes y un Policía Local los recogía para repartirlos a los niños. Después se repartieron tablets a los estudiantes y mediadores del centro, contratados a través de un convenio entre el Ayuntamiento y Educación, ayudaron a los estudiantes a conectarse. Fue, resalta «un trabajo en red». /M.A.
María José Suárez, brigada de la Guardia Civil. jefa de la Oficina Técnica del Seprona
Se incorporó a la Guardia Civil en 1993 tras licenciarse en Derecho. Le atraía, en parte por la cercanía familiar de una persona que formaba parte del Cuerpo y por considerarlo también una opción interesante para desarrollar su carrera.
Ahora, como brigada de la Guardia Civil, es jefa de la Oficina Técnica del Seprona, el Servicio de Protección de la Naturaleza, un destino en el que lleva más de 6 años. Antes, fue la primera mujer de la Comandancia de Granada en convertirse en comandante de puesto. En Órgiva y en Padul, recuerda a El Independiente de Granada, un puesto muy emblemático en el seno de la Guardia Civil. También al frente del Seprona es pionera en la provincia.
La llegada de la mujer a la Guardia Civil fue en 1988, explica. «Llevo más de 27 años y jamás me he sentido menos que ningún hombre. Es un Cuerpo muy antiguo y ha sabido adaptarse a la sociedad», afirma para resaltar que sigue teniendo «la misma ilusión por mi trabajo. «Me encanta, estoy orgullosa de ser Guardia Civil». /M.A.
Ana Melguizo Valderrama, trabajadora de Ayuda a Domicilio en Almuñécar
Confiesa que ha sido un año horroroso, especialmente en los primeros días del primer estado de alarma, llenos de incertidumbre y con escasez generalizada de material EPI. El temor en esos primeros días no sólo era que ella se pudiera contagiar, sino transmitirlo a las personas mayores a las que cuida o a su familia. Así, como ella bien recuerda, todos los trabajadores y trabajadoras de servicios esenciales, que han estado «al pie del cañón».
«Al principio, como me daba miedo, los niños estuvieron con mi madre, se quedaron con ella», pone como ejemplo para evidenciar los temores de esas primeras semanas. Y lo importante del servicio que prestaban trabajadoras como ella, en la Ayuda a Domicilio. Porque para muchos mayores somos «sus pies y sus manos». No tienen familia y esperan a que suene el timbre del domicilio ‘como el agua de mayo’. Confiesa que se emociona al recordarlo:
Ana Melguizo Valderrama, de La Herradura, desempeña su tarea en Almuñécar. «Es un trabajo que te tiene que gustar. Es complicado», afirma para resaltar que le encanta su labor. Y para recordar también las dificultades de conciliación de la vida laboral y familiar para las trabajadoras. Porque, si un niño enferma, «lo primero que hacen es llamar a la madre», y porque sigue siendo la mujer en la mayoría de los casos la que pide días para poder llevar a sus hijos al médico. /M.A.
Pilar Carrasco Rodríguez. Epidemióloga de Atención Primaria del Área Sanitaria Sur de Granada
Soñaba con ser periodista o reportera bélica, pero las circunstancias hicieron que estudiara medicina y se convirtiera, tras su paso por distintos países del mundo como Guatemala, Bolivia, Mozambique o Angola, y unirse con Médicos Sin Fronteras -de la que fue presidenta nacional durante varios años-, en epidemióloga y por ende en una de las referentes en los últimos meses en Andalucía en la lucha contra el coronavirus.
Pilar Carrasco Rodríguez, Pili para los amigos; desde el 2002 es la responsable en el Distrito Sanitario Sur de Granada en Motril, del Departamento de Epidemiología en Atención Primaria; y por ello, como ella dice, junto a su equipo están «muy preocupados» por la situación que se está viviendo, por lo que le pide a todo el mundo que «no se relaje» y que continúen tomando las máximas medidas y precauciones posibles.
Explica que su grupo de trabajo se dedica, entre otras cuestiones, a la identificación, detección y análisis de los problemas de salud que afectan a la población de la zona sur de la provincia de Granada (Alpujarra y la Costa), intentando dar a conocer las medidas de prevención necesarias. Además, son los responsables y, ella coordinadora, del programa de diagnóstico de detección precoz del cáncer de mama y la puesta en marcha y seguimiento del programa diagnóstico precoz del cáncer colorrectal.
«Tenemos que pensar que estamos jugando con la vida de las personas y por lo tanto todos debemos ser responsables»
Apunta que «hemos pasado por períodos muy difíciles, complicados, de mucho trabajo, con mucha tensión y sobre todo con preocupación», ahora está la situación «más tranquila», pero advierte que les inquieta que la gente se relaje y no seamos lo suficientemente responsables y que otra vez se disparen los casos, con lo que se vuelva a dar un incremento de ingresos hospitalarios y en las UCI . «Tenemos que pensar que estamos jugando con la vida de las personas y por lo tanto todos debemos ser responsables».
Es una trabajadora nata y todo lo que ha conseguido lo ha hecho con mucho esfuerzo y muchas horas de trabajo, lo que le ha servido para ejercer la medicina en varios puntos de América Latina, en El Zaire, República Democrática del Congo y en muchos más sitios que serían largos de enumerar; consiguió ser becada por el Gobierno belga en Amberes, donde se especializó en Medicina Tropical. Y realizó el máster de Salud Pública en Granada. Lleva más de 20 años, divididas en varias etapas, trabajando en el SAS, donde dice que está muy a gusto y contenta, pero sobre todo que le valoran su trabajo.
Apunta que, en su vida profesional, en España, en ningún momento se ha sentido discriminada por ser mujer, aunque sí ha tenido la oportunidad en el tema de la cooperación de ver cómo es el trato «en otros puntos del mundo» donde ha estado y «sin decir el país, sí que he notado esa diferencia por ser mujer».
Y recalca que en la sanidad pública española las mujeres son mayoría y que para optar a una plaza se accede por oposiciones donde se tiene la misma valoración de baremo tanto el hombre como en la mujer.
Por ello considera que el trabajo para conseguir la igualdad real, «aunque es importante visualizarlo» no se debe centrar en un solo día, «debemos de hacer una labor diaria durante todo el año, en el que tengamos una reivindicación clara en contra del machismo sutil y manifiesto, en cualquier tipo de violencia derivada de la creencia nefasta y cruel de considerarse alguien mejor que otra persona».
Y reconoce que, «pese a que no he sentido en absoluto ningún tipo de discriminación», la realidad de muchas otras personas no es la misma, y hay que pensar en «nuestro entorno» y también «un poco más allá», algo que se recuerda después de haber visto diferentes realidades en diferentes partes del mundo. «Hay millones de personas que todavía continúan viviendo una situación injusta, no creo que se trate de reivindicar un solo día, hay muchísimo trabajo que hacer y a muchos niveles». /Texto y fotos: Alba Feixas
Carmen Palma, voluntaria de Protección Civil en Armilla
Recién finalizada la carrera de Enfermería, Carmen Palma trabaja en Urgencias. Y a esa profesión vocacional, en la que da sus primeros pasos, suma, en su tiempo libre, el voluntariado en la Agrupación de Protección Civil de Armilla una tarea que ya desempeñaba y no ha abandonado. Cuenta con naturalidad ese doble compromiso, que suscita profunda admiración en quien la escucha para recoger su testimonio.
Hace dos años que se sumó a Protección Civil y cree que estos meses de pandemia han dado visibilidad a una labor desinteresada, la del voluntariado de las agrupaciones que han desempeñado un papel fundamental, como siempre, como nunca. «La gente se ha mostrado muy agradecida, muchos ni siquiera saben que somos voluntarios, No nos pagan, es una labor social». «La Agrupación no ha parado, desde repartir libros a los niños a desinfección de calles, precintado y desprecintado de parques y apoyo a la Policía Local». «Protección Civil ha trabajado de sol a sol. No hemos parado». En la Agrupación de Armilla son en torno a una veintena, prácticamente la mitad, mujeres.
Y ese agradecimiento que ha sentido es, como resalta, recíproco. Ahora, con la vacunación en marcha, en la que de nuevo colabora Protección Civil, está viviendo, según confiesa, una experiencia «muy bonita» con las personas mayores. «Llegan tan ilusionadas. Se arreglan para acudir a la cita. Y, aunque estás con ellos diez minutos, más no, es muy reconfortante». Por fin se ve algo de «luz al final del túnel».
Pero precisamente por su profesión, la de enfermera, que ahora compatibiliza con las labores de voluntariado, avisa: la pandemia sigue como en marzo pasado. «En noviembre, el hospital estuvo casi peor que en marzo». No lo olvidemos. /M.A.
Adoración Martínez Plaza. Maxilofacial
Hay mujeres que simplemente son referentes de forma natural. Trabajadora incansable, experta reconocida a nivel internacional en su especialidad médica, capaz de realizar maniobras imposibles en la mandíbula sin infringir dolor. Todo con una sonrisa.
Compagina la atención sanitaria pública, donde es referente en la unidad de malformaciones maxilofaciales y craneales en menores, con la actividad en su propio centro en el que realizan su labor siete mujeres
Madre de cuatro hijos, Olmo, Alberto, Héctor y Elena, con quien aparece en la foto, y que, aunque suene a tópico “sigue sus pasos,” porque también es cirujana oral y maxilofacial en distintos hospitales de Madrid, y regularmente acude a Granada para compartir conocimientos y técnicas con su madre en la clínica Medicalpur, que esta dirige desde hace más de dos décadas.
Compagina la atención sanitaria pública, donde es referente en la unidad de malformaciones maxilofaciales y craneales en menores, con la actividad en su propio centro en el que realizan su labor siete mujeres.
Con sus batas blancas pret a porter, este equipo de más del 90 por ciento femenino, se muestra muy en sintonía. Julia Cañaveral, habla en nombre de María José Pérez, Ainhoa Bermúdez, Yolanda Camacho, Sandra Baena y Carmen Gil, ya que todas coinciden en que Adoración es “Muy buena líder que las mantiene a todas unidas y en la misma dirección”.
Todas se han tenido que adaptar a muchos cambios, si bien lo puramente técnico y clínico sigue igual, sí se han tenido que incorporar protocolos nuevos en la recepción a pacientes a los que tomar temperatura, ofrecer guantes y gorros, e intentar digitalizar todo lo posible, con el menor uso del papel para recibos, facturas y presupuestos, un cambio tanto para las profesionales como para la clientela.
Carmen, audaz y metódica, es la responsable de que todos los protocolos se cumplan, ejecuta la agenda a la perfección para que no haya aforo de más en la sala de espera, ni se acumulen usuarios en la recepción, además de recordar que no pueden venir con acompañante. Nuevos modelos.
Para estas profesionales, quizás el cambio que más ha transformado su día a día sea el nuevo vestuario, elegante como ellas, “los pacientes nos confunden, pierden mucha información y la comunicación no verbal es más difícil”, sobre todo en las distancias cortas, porque no olvidemos que han sido primera línea, no sólo por lo esencial de su servicio, también porque tienen que trabajar en una zona muy sensible al virus del Covid, y sin mascarillas por parte del paciente.
Además de grandes profesionales, mujeres valientes. /J.I.P.
Magdalena Machado y Noelia Carrasco. Peluqueras
Porque sentirse bien con una o uno mismo es esencial. Esta premisa cobró aún más importancia en esta crisis sanitaria en la que el aislamiento, y el menor contacto físico entre las personas, ha hecho que la depresión, la tristeza o la ansiedad se hayan extendido como una epidemia paralela.
Sin entrar en frivolidades, porque estos problemas de salud mental, agudizados por la pandemia requieren una atención adecuada, el trabajo de Magdalena y Noelia, sin ser un fármaco que trate estas patologías, puede ser una terapia más.
El salón de peluquería Tao es un lugar seguro gracias a las estrictas medidas de seguridad, implantadas desde el principio de la alerta sanitaria.
Magdalena Machado define este año como “una montaña rusa” y aclara que su trabajo es fundamental “porque todas y todos necesitamos vernos y que nos vean bien, algo que nos dé seguridad y sensación”.
Este salón de peluquería y estética permaneció cerrado del 15 de marzo hasta el 4 de mayo, como todos los establecimientos de este sector. Como señala Noelia Carrasco, “necesitamos mucha seguridad porque trabajamos muy cerca del cliente, no se puede mantener los dos metros de distancia, por lo que ha sido clave la colaboración de todos con el cumplimiento de las normas”.
Para Noelia, “al principio pasé mucho miedo, luego empiezas a hacer un poco de vida, te vas relajando y ves que se siguen las medidas de seguridad, se puede seguir avanzando” y es que como recalca Magdalena “hay que seguir viviendo con normalidad y seguridad”.
Nilda Mariel Caraballo Sarmiento. Jefa de máquinas de la Salvamar Gienah de Salvamento Marítimo
Ser mujer y estar en una de las embarcaciones de Salvamento Marítimo haciendo funciones de responsable de máquinas no es algo muy habitual, pero afortunadamente cada vez se va viendo con más frecuencia dentro de la plantilla de la empresa que a diario vela por la seguridad de nuestras aguas y que hace frente a cualquier emergencia que surja en el mar.
Una labor, la de salvar vidas en el mar, que no se detiene y que merece todo el reconocimiento.
Salvamento Marítimo cuenta entre sus tripulaciones con una veintena de mujeres que realizan diferentes funciones en los barcos que se encuentran repartidos por toda España. Una de ellas es Nilda Mariel Caraballo, que desde hace un año está destinada en la Salvamar Gienah con base en el Puerto de Motril, después de haber pasado por otras embarcaciones en otros puntos de España. Se les puede considerar como pioneras en una profesión masculinizada.
Nilda, argentina de nacimiento, llegó a Sasemar cuando era voluntaria de Protección Civil y se preparaba unas oposiciones para bombero. Anteriormente había sido ‘au pair’ en varios países, y recepcionista de un hotel. Tras conseguir entrar en la empresa estatal de Salvamento ha estado destinadas en varias embarcaciones.
Se siente orgullosa de un trabajo que reporta muchas satisfacciones sabiendo que «ayudas a la gente en el mar y que salvas vidas»
Asegura que se siente muy contenta y orgullosa con su trabajo, que es muy bonito y que le reporta muchas satisfacciones sabiendo que «ayudas a la gente en el mar y que salvas vidas».
Espera, además, que cada vez más mujeres se animen a dedicarse a la tarea de salvar vidas en el mar.
También a lo largo de sus años de profesión ha percibido en algún momento «gestos machistas», que achaca a «miedos», y «por no saber cómo tratarme laboralmente al llevar muchos años en un ambiente masculino». Pero dice sentirse «internamente agradecida» a las personas que le han puesto «barreras», porque «me han servido para afianzarme» y saber que «si estoy acá es porque realmente quiero estar». Incluso, dice, afortunadamente, esas personas han cambiado de opinión con el paso del tiempo, «sobre todo después de que estuvieran trabajando conmigo durante algún tiempo». /Texto y fotos: Alba Feixas
Noelia Moreno. Taxista en la ciudad de Granada
El mes pasado cumplió cinco años en el taxi, un sector en el que la mujer aún representa un porcentaje «muy bajito». En Granada capital son 40, y hay 560 taxis. Ni el diez por ciento, como expone. Es una profesión «estresante», la circulación urbana, mucho tráfico…Y, ante eso, «mucha paciencia y nervios de acero». Y «buena memoria y reflejos rápidos», agrega para explicar un trabajo del que habla con entusiasmo.
Recuerda con orgullo los traslados gratuitos a los hospitales durante los meses más duros de la pandemia
Lo más gratificante, explica a El Independiente de Granada, es la gente, sobre todo personas mayores que son clientes habituales y «a los que sabes que estás ayudando». «Conoces a mucha gente interesante» y se entablan charlas que tienen, a veces, mucho de desahogo para el cliente. Y, aunque aún hay quien se sigue sorprendiendo de que una mujer vaya al volante de un taxi, e incluso se puede dar «situaciones machistas desagradables», se afronta con naturalidad. Y no únicamente en su ámbito, sino en general y de cara al 8M, cree que, aunque haya «más igualdad, queda camino por recorrer».
Ha sido el taxi también una actividad esencial durante los meses más duros de la pandemia. Recuerda con orgullo los traslados gratuitos a hospitales, y también la dureza con la que la crisis social y económica derivada de la pandemia está afectando al sector. «El trabajo ha caído en picado y hay miedo e incertidumbre. Está siendo durillo y ahí vamos aguantando». /M.A.
Carmen Martín, inspectora jefa de la Policía Nacional
Su primer destino fue en Barcelona, en una comisaría local, y de allí a Granada, donde, entre otras responsabilidades, ha sido jefa de la Comisaría del Distrito Sur y también ha desempeñado su tarea en el Servicio de Atención a la Familia, que posteriormente se convirtió en la UFAM -Servicio de Atención a la Familia y Mujer-, luchando contra la violencia de género y las agresiones sexuales. Ahora su tarea está en la Brigada de Policía Judicial, como jefa de servicio. «Disfruto con mi trabajo», insiste al señalar que recuerda cada etapa como un avance.
Recuerda los momentos tan duros vividos durante los meses de confinamiento domiciliario, en los que como Policía, al ser un servicio esencial, «tenías una responsabilidad». De esos meses no olvida la imagen «triste» de una ciudad vacía, pero también la ola de solidaridad ciudadana. «Nos traían mascarillas a la Jefatura, muchas de ellas de asociaciones de mujeres que las habían cosido». O salir de las dependencias policiales y encontrar una caravana de taxi para agradecerles su labor. Son detalles, apunta, que te hacen sentir querido. Y, sobre todo para aquellos compañeros que patrullan en la calle, resalta, «es reconfortante»./M.A.
Trinidad Requena Martínez, ganadera en Cuevas del Campo
«Es muy duro, de domingo a domingo». Así es el trabajo de esta mujer que lleva adelante, con su familia, una explotación ganadera caprina. Son 300 cabras. Y los animales comen y hay que ordeñarlos cada día. Y como bien indica Trinidad Requena Martínez, es una profesión «muy sacrificada» en la que la mujer, como en la agricultura, «trabaja a la par que el marido, pero la mayoría de las veces está a la sombra». Y en la que las dificultades vienen no sólo de la dedicación, también de los costes y el precio que se recibe por tantas horas de trabajo. Ahora, apunta, el precio de la leche está más estable.
Junto a la explotación ganadera, la familia sale adelante con olivos y cereal y forraje plantado para los animales. Y esto «nos va ayudando», porque «son muchos gastos». «A veces no ganas para pagar la luz», resume para resaltar la dureza de un trabajo que, pese a todo, añade, «tiene sus ventajas». «Eres tu jefa, nadie te manda». Y en su cabeza, rondan ideas, como la de poder elaborar profesionalmente los quesos que ahora, de manera artesanal, prepara sólo para su familia.
Trinidad, con cuatro hijos y una nieta, lamenta que esas dificultades hagan que los jóvenes no vean futuro en el campo. Si lo viesen, «habría más gente» en estas tareas. Por ese motivo se alegra de que se esté reconociendo el trabajo de las mujeres y hombres del campo, sobre todo a raíz del confinamiento. «Por fin nos damos cuenta de lo importante que es». Y por ello espera que no pase el tiempo y «se olvide».
La fuerza que transmite Trinidad Requena Martínez la lleva también en su compromiso por la igualdad. Es la vicepresidenta de la Asociación Mujeres y Hombres por la Igualdad de Cuevas del Campo, que este año, por la pandemia, han adaptado sus actividades, como un vídeo en el que recogen testimonios de mujeres. /M.A.
Jennifer Castilla Rodríguez, Servicio de Limpieza Vegas del Genil
Se acaba de incorporar al Servicio de Limpieza de Vegas del Genil, en Purchil, a través de la bolsa de empleo. A sus 25 años afronta con «preocupación» las dificultades para encontrar empleo. «Siempre estás pensando si te llamarán y cuánto va a durar», confiesa.
Ahora, tiene ilusión con esta nueva etapa, incorporada a una cuadrilla con otros dos compañeros. Antes ya desempeñó tareas de jardinería y pintura.
Y en este 8M cree que, aunque ya quedan menos personas «cerradas», «queda mucho por hacer». /M.A.
María Isabel Melguizo, enfermera. Supervisora de Consultas Externas en el Hospital Santa Ana de Motril
Se están viviendo tiempos muy complicados, con una importante carga asistencial en la mayoría de los centros hospitalarios de España. Situación que dice María Isabel Melguizo que se intenta «llevar lo mejor posible», aunque en algunas ocasiones se ha hecho «muy complicado» y «teníamos mucho miedo» sobre todo por el desconocimiento que había del virus. Pero poco a poco «nos hemos habituado a esta situación y hemos ido aprendiendo cómo afrontarlo en las mejores condiciones posibles». «Hemos tenido un aprendizaje continuo en el último año».
Frente al Covid «hemos tenido un aprendizaje continuo en el último año»
María Isabel Melguizo Castillo, que lleva algo menos de dos años como supervisora de Consultas Externas en el Hospital Santa Ana de Motril, apunta que la profesión de enfermera le apasiona desde muy pequeña al poder ayudar a los demás.
Desde 2009 que terminó la carrera ha tenido la oportunidad de recorrer diferentes centros sanitarios de España, pasando por el Hospital Vall d’Hebron de Barcelona o el PTS de Granada, entre otros. En todos ellos ha podido demostrar la devoción que tiene por la enfermería, algo que ha quedado evidenciado en el Hospital de Motril, donde en el último año ha vivido muy de cerca la tristeza que causa el coronavirus cuando se padece y la alegría de los enfermos al conocer su cura.
Recuerda que la Enfermería es una profesión mayoritariamente ejercida por mujeres. Y hace hincapié en la necesidad, en todos los ámbitos, de seguir trabajando en favor de la igualdad de oportunidades, por ello entiende que el 8M es un día simbólico que evidencia los derechos que las mujeres han conseguido ganar con mucha lucha y esfuerzo en los últimos años. Y se debe continuar avanzado. /Texto y foto: Alba Feixas
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Rocío Martín Lupión, Policía Portuaria de Motril
El movimiento que hay en el Puerto de Motril en estos días es más tranquilo en comparación a lo que habitualmente se tiene oportunidad de ver. Principalmente por la ausencia de líneas marítimas, el viernes se restableció la de Melilla y en los próximos días llegarán otras. Circunstancia que no impide a Rocío Martín Lupión en esta mañana tranquila inspeccionar un barco, comprobar una descarga y patrullar con el coche por distintos puntos del puerto, entre otras cosas.
La Policía Portuaria cumple las funciones de seguridad de la Autoridad Portuaria de Motril y tiene principalmente un carácter administrativo, se encarga de patrullar y vigilar todo el espacio correspondiente al puerto. Un lugar por el que pasan miles de personas.
Rocío dice que se siente realizada con el trabajo que desempeña, y que los estudios universitarios que tiene, Filología Francesa, le han servido para mantener un trato más directo con muchos de los usuarios del puerto, principalmente los que lo utilizan durante la Operación Paso del Estrecho, al poder comunicarse con ellos de forma directa, algo que agradecen.
Comenzó hace más de ocho años en la bolsa de empleo del Puerto de Motril, trabajando como Policía Portuaria, y hace dos años consiguió el carácter fijo, al conseguir la plaza en una oposición pública.
Es una de las dos mujeres que ocupan actualmente plaza fija en este cuerpo de seguridad, y le gustaría tener alguna compañera más
Es una de las dos mujeres que actualmente ocupan plaza fija en este cuerpo de seguridad, aunque señala que le gustaría tener alguna compañera más. Asegura y defiende la igualdad de posibilidades entre un hombre y una mujer para hacerse con una plaza en este cuerpo policial. En línea con esta perspectiva, no ha percibido diferencias con sus compañeros. «La integración con ellos ha sido excepcional, me han apoyado en todo lo necesario, y siempre que lo he necesitado han estado a mi lado para ayudarme”. Además resalta que en su trabajo no hay ninguna distinción por razón de sexo, todos realizan las mismas funciones, «por ser mujer no tenemos ningún privilegio ni diferencia, somos uno más de la plantilla».
Rocío patrulla por las proximidades del espigón. Durante la vuelta, se pueden ver algunos grupos de camioneros que están descargando melaza. Cerca, marineros que ultiman los detalles para poner a punto sus utensilios, ella saluda y tiene palabras agradables para todos.
En la conversación en torno al 8M, cree que todos los días son necesarios para reivindicar la igualdad, y recuerda que el 24 de octubre de 1975, en Islandia, «tanto mujeres remuneradas como amas de casa, participaron en una huelga de 2 horas para hacer visible la brecha salarial entre hombres y mujeres». Gracias a ese tipo de luchas, agrega, se consiguió «la consolidación de la mujer en trabajos donde predominan los hombres, el equiparamiento salarial entre ambos sexos, la igualdad política y civil, derecho al trabajo o la conciliación familiar, entre otras cosas».
Rocío no olvida la necesidad de erradicar la violencia de género, donde «queda mucho por trabajar, no podemos olvidar que en 2020 fueron 52 mujeres asesinadas, y en lo que llevamos de 2021 ya hay cuatro víctimas». /Texto y fotos: Alba Feixas
Luisa Mejías. Farmacéutica
Es un colectivo fundamental. Luisa, forma parte de un equipo de siete, de las que cuatro son mujeres. La pandemia les pilló por sorpresa y el primer día de la declaración del estado de alarma lo recuerda como un caos. Pero no ha tenido miedo, se ha sentido protegida, al preguntar “dónde mejor que en una farmacia”.
El principal reto ha sido poder dar respuesta a las preguntas constantes de los clientes sobre el coronavirus, qué lo podía prevenir, qué tomar en caso de contraerlo, qué mascarillas usar, si eran recomendables los guantes. Una encrucijada porque “nos hemos enfrentado a algo desconocido del que, poco a poco, vamos conociendo algo más”.
Para este colectivo ha sido una responsabilidad poder asesorar y atender lo mejor posible a una ciudadanía preocupada, con infinitas dudas que, progresivamente, se van resolviendo.
Raquel Durán. Periodista
Entra en su hospital y ya recibe llamadas de compañeras y compañeros que requieren información. Es el día a día de la periodista del hospital de referencia de Granada, que más casos de Covid ha atendido en toda Andalucía, y que no dejado de trabajar ni un solo día, constatando el máximo esfuerzo de las y los profesionales sanitarios, en una lucha que aún continúa, pero también de pacientes, para ofrecer a los medios las mejores historias que merecen ser publicadas. En esta reconocida periodista materializamos el agradecimiento por el trabajo imprescindible de tantas comunicadoras, de primer nivel.
“Pero la epidemia ha acrecentado la necesidad de información porque la sociedad también la demanda y más en esta crisis sanitaria que ha generado tantas incertidumbres y muchos dramas humanos. Es un deber y una responsabilidad informar con regularidad, rigor y calidad”, reflexiona
Imposible conocer cuántas informaciones ha generado desde su puesto como responsable de la Unidad de Comunicación del Hospital Virgen de las Nieves, porque a las relacionadas con la pandemia, ha sabido abrir espacio a otros logros de un excelente plantel profesional, altamente feminizado.
La periodista manifiesta que “la pandemia entró de lleno en todas nuestras vidas, y lo cambió todo, también la forma de gestionar la comunicación. Con la declaración del estado de alarma, que pronto cumple un año, se abrió un nuevo escenario en el que los gabinetes de comunicación han asumido más protagonismo”.
Con este estado de excepción y, el sentido común, se anularon los actos públicos, las convocatorias y las ruedas de prensa. En los hospitales también se restringieron, y así continúa, el acceso a las instalaciones, solo permitido en situaciones urgentes o de extrema necesidad. La prioridad fue y sigue siendo, la seguridad y la contención de la propagación del virus. Hay que predicar con el ejemplo.
“Pero la epidemia ha acrecentado la necesidad de información porque la sociedad también la demanda y más en esta crisis sanitaria que ha generado tantas incertidumbres y muchos dramas humanos. Es un deber y una responsabilidad informar con regularidad, rigor y calidad”, reflexiona Raquel Durán.
A mis compañeras y compañeros de fotografía y operadores de cámara, “los he echado mucho en falta, y esta situación me ha servido para valorar aún más si cabe, el trabajo tan importante que hacen”, pero lanza un mensaje de esperanza: “pronto nos veremos de nuevo dentro de los hospitales”.
Para esta profesional de la comunicación, lo más complicado, sin embargo, no ha sido ofrecer información constante de interés para la ciudadanía, en momentos muy complicados, nunca vividos antes, sino que el mayor reto ha sido tener que acompañarla con imágenes, tanto fotos como vídeos. “Las medidas de seguridad impiden el acceso al recinto hospitalario a los fotoperiodistas, por lo que he tenido que adaptar mis recursos y conocimientos e intentar plasmar con imágenes toda la dureza que se ha vivido este año dentro del hospital”. A mis compañeras y compañeros de fotografía y operadores de cámara, “los he echado mucho en falta, y esta situación me ha servido para valorar aún más si cabe, el trabajo tan importante que hacen”, pero lanza un mensaje de esperanza: “pronto nos veremos de nuevo dentro de los hospitales”.
Ha sido un año extenuante, durísimo en lo emocional, con un gran volumen de trabajo, como es habitual en la gestión de la comunicación de un hospital en el que trabajan más de 7.000 profesionales, con una cartera de servicios completa, distribuida en cinco centros sanitarios, con distancia entre ellos, “en algunos momentos he deseado la teletransportación -dice en clave de humor- para poder cubrir todo lo que se ha vivido y generado, y poder contarlo en noticias, redes sociales y con imágenes. Todo un reto”.
Esta comunicadora resalta del duro tiempo de pandemia, desde su trabajo, que, “aunque los profesionales sanitarios siempre han estado muy bien valorados, gracias al trabajo conjunto entre gabinete y medios de comunicación hemos conseguido con los reportajes y entrevistas publicadas, radiadas y emitidas, que la ciudadanía haya sentido muy de cerca, comprenda y valore aún más si es posible, la labor del excelente personal de este hospital”.
Y vuelve de nuevo a referirse a la plantilla de profesionales del Virgen de las Nieves para indicar desde la admiración: “Ellas y ellos han sido lo mejor de esta pandemia, tengo el placer de conocerlas tras 15 años trabajando en el hospital y, sin duda, están hechos de otra materia” y destaca que, en una profesión tan feminizada, “la mujer médica, enfermera, celadora, administrativa y gestora han sido muy visibles en las informaciones”, lo que agradece a los medios de comunicación
Sobre los medios también destaca que han reflejado “la realidad de un hospital humano” con “las historias que hemos contado de pacientes y familiares, historias humanas en una pandemia en la que se han perdido muchas vidas, pero en la que también muchas personas han vuelto a nacer”.
Antes de colgar el teléfono, Raquel Durán quiere dejar constancia de su gratitud a todas y todos los periodistas por el trabajo conjunto, pero ante el 8 de marzo, día de la Mujer, ensalza “la colaboración, el interés y la paciencia de las compañeras con las que, día a día, he trabajado para ofrecer la mejor información sanitaria”. En todas ellas, -a las que incluye a las compañeras de prensa de la Consejería de Salud y Familias y del SAS-, hace extensivo el homenaje y reconocimiento a todas las mujeres comunicadoras, en especial, a las que confroman el grupo Comunicadoras Granada.
Y se despide, con la misma clase. /J.I.P.