El bar Toni cerró hace años. El Mirador de Atarfe publicó en Marzo de 2001 en el número 2 del periódico este artículo que reproducimos hoy.

No es fácil conocer por el nombre y apellidos, Antonio el del “bar Toni” o Antonio el del bar el Coco.

– ¡“Coco por la mañana, coco a mediodía y latas de coco por la noche”!, decía uno de sus abuelos en pleno carnaval, quien sabe de que año; De ahí le viene el apodo.

Allá por el año 49, compró la taberna a su dueño anterior Manuel Guindo. Eran tiempos difíciles, compaginaba la tarea del bar con el trabajo en el campo. Al cabo de unos años se convirtió en su profesión. La taberna tenía sabor de amistad, olor de trabajo y pintaba la penuria de unos tiempos donde faltaba casi todo lo elemental. Abría a las 6 de la mañana para los que trabajaban en la fábrica de la Vega, en la de Cementos, y para los que faenaban en el campo… Se bebía anís de Joaquín Ramal y vino que traían en toneles de Pinos Puente de las bodegas Espadafor. Se vendía como “cuartillo” en envases de coca cola y en “medios”, en botellas de agua caravaña y licor 43.

Se salía adelante como se podía. Antonio no cesa de comentarnos, que eran tiempos difíciles. Cuando llegaban los días de lluvia, la taberna se llenaba. Lugar para todo…, para beber, para charlar, para reir, para hacer política… Para olvidar . Se llegaban a vender hasta 5 arrobas de vino, aunque cuando se hacia caja, apenas si había para pagar una arroba, No obstante, Antonio reitera: “Se salía adelante como se podía”.

Con la llegada del buen tiempo y la normalidad laboral, las deudas se iban pagando:

– Cliente: “Antonio, quítame un duro de la cuenta”.

– Antonio: “Recuerdo con nitidez a Cecilio Aneas todos los veranos venía con los trilleros de la costa a las eras de Atarfe, trabajo cansado, calor, sudor, horas y horas que no encontraban al final de la labor el jornal. Cobraban cuando el trabajo estaba totalmente realizado

Antonio “el del Coco” les prestaba el dinero para mantenerse. Ninguno les dejo a deber nada

– Antonio: “malos tiempos Angel, pero de hombres buenos”

– Cliente: “Antonio nos vamos, alguno te ha dejado deber algo”

– Cecilio: “ hasta el año que viene”

Así pasaban los días y muchos contaron en la taberna sus sueños. Intercambiaron ilusiones y se prestaron el dinero que no tenían para salir de las malas rachas familiares. Vieron como la vida se trasformaba. Hasta la antigua taberna que no entendía de marcas de licores ni vinos, se mudó de acera y se convirtió en un bar.

Antonio te puede hablar y contar de medio siglo de Atarfe, de cientos de Atarfeños que compartieron parte de sus horas sentados en una mesa alrededor de una cuartilla de vino y unos vasos. Te habla de maneras de pensar, de afrontar el día a día, te narra la vida…, esa vida que sólo las tabernas tienen el don de reflejar.

Le pregunto a Antonio por algunas anécdotas. Comienza a relatarme una tras otra. Por momentos, me envuelve en pasajes y en personajes que forma parte de su recuerdo y también del mío. Pienso que es el testimonio con voz de lo que fue este pueblo un día. Me encanta y presto me pongo a escuchar:

– Antonio: “Recuerdo, continua diciendo, que en una ocasión, dos clientes, habían bebido más de la cuenta, no recuerdo a quien se le ocurrió la idea, pero los tumbamos desnudos en el bar, los amortajamos y con unas velas que tenia para cuando se iba la luz, les rodeamos los cuerpos simulando un velatorio. Después con el propio alboroto de las risas, uno de ellos se despertó y le decía al amigo:

-Cliente: “Quillo, que nos hemos muerto”.

En este día de Marzo, en plena era de la informática, escuchar los relatos de Antonio, recorrer las imágenes de una época de Atarfe vivida por Atarfeños en los años 50,60,70… De sus deseos de seguir adelante. De labrar para sus hijos una sociedad mas igualitaria y recordar a los que un día decidieron partir para encontrar un futuro mejor. Ese deseo de ser feliz, es lo que a borbotones inundaba la Taberna del Coco.

PUBLICADO EN EL MIRADOR DE ATARFE EN PAPEL EN MARZO DE 2001

 

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