La eliminación de barreras en los ríos de Europa se dispara: “Es difícil parar un movimiento con tantos beneficios”
En 2023 se registró el récord de eliminación de obstáculos fluviales: España fue el segundo país que más obstáculos tiró después de Francia pese al bulo de la extrema derecha
La verdad sobre el bulo de las “256 presas y embalses” que está derribando el Gobierno
Las presas, azudes y en general cualquier barrera que bloquea el curso de un río, es una obra hecha por los humanos, y por lo tanto, al igual que se construyó se puede tirar. Es la idea que subyace detrás del movimiento que crece en Europa con el objetivo de derribar barreras fluviales cuando están obsoletas y por ello suponen una amenaza para la biodiversidad, la disponibilidad de agua e incluso la seguridad de las personas.
Para obtener los datos, este colectivo pide información directa a los gobiernos centrales, ayuntamientos, agencias de agua, organizaciones no gubernamentales e investigadores. La mayoría de los países carece de datos centralizados, por eso Dam Removal Europe estima que la cifra de presas que se han tirado es mayor de la recogida en su estudio.
Es importante señalar que la mayoría de las presas que se tiran en Europa, sobre todo en Francia (156) y España (95) –los dos países donde más se derribaron en 2023– son azudes de menos de dos metros de altura y que ya no están operativos, pero sí son relevantes para recuperar la salud de decenas de cursos de agua y de su biodiversidad. “Las presas y otras barreras no solucionan el problema de la disponibilidad de agua. Meter el agua en cajas (embalses) tiene el efecto contrario, pues da la idea de que hay agua disponible, lo cual aumenta su uso y reduce la disponibilidad”, como explica el biólogo.
Hay partidos políticos que hablan de que tirar presas aumenta la sequía, eso es totalmente falso, es una narrativa que no se sostiene Rubén Rocha — Director de proyectos de Dam Removal Europe
Dam Removal Europe destaca que lo importante del movimiento, al que cada vez se suman más países, es que sus beneficios ya están muy demostrados y medidos: favorecen la migración de peces, reducen el riesgo para las personas por construcciones que pueden caerse, previenen inundaciones al dejar que los ríos fluyan libres, mejoran la biodiversidad porque permiten el movimiento de los nutrientes, frenan el aumento de la temperatura del agua y además se obtiene agua de mejor calidad. “Sé que hay partidos políticos que hablan de que tirar presas aumenta la sequía, eso es totalmente falso, es una narrativa que no se sostiene”, analiza Rocha.
El bulo de la sequía
Ese discurso y su bulo fueron alimentados en España por el partido Vox para acusar al Gobierno de Pedro Sánchez de estar destruyendo almacenes de agua mientras España atravesaba escasez hídrica y sequía de lluvias. Lo cierto es que la eliminación de estos obstáculos “esencialmente obsoletos”–más barreras que presas, en cualquier caso– es una obligación que deriva de la Estrategia de la Unión Europea sobre biodiversidad con la idea de cumplir con la Directiva Marco del Agua, es decir, observar la ley.
De hecho, este bulo fue la continuación de los mensajes que tanto Vox como el PP lanzaron en momentos pico de sequía el año pasado en los que afirmaban que la llegada de agua a las desembocaduras de los ríos y su entrada en el mar eran un “desperdicio” de recursos. A ese discurso contribuyeron, entre otros, el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla, cuando se quejó de que se liberaba agua en un embalse “porque no hay dónde almacenarla”. El diputado de Vox en el Congreso, José María Figaredo, llegó a exclamar, a cuenta de la desembocadura del Tajo o el Ebro en el hemiciclo que “en España se pierde cada año muchísima agua. Hectómetros cúbicos que son vertidos al mar sin motivo alguno” .
Para este informe de Dam Removal Europe, la organización ha hecho por primera vez un intento de trazar los riesgos que representan las presas obsoletas para la seguridad de las personas. Así, contabiliza 82 incidentes en 16 países que resultaron en 129 fallecidos desde el año 2000.
En Europa hay 1,2 millones de barreras que bloquean los ríos, según el único gran ejercicio para contabilizarlas que ha llevado a cabo la Unión Europea, el proyecto Amber, que duró cuatro años y se publicó en el año 2020. Y de estas presas, más de 150.000 ya no se usan, según cálculos de Dam Removal Europe. Esas son las que la organización pelea para que se tiren. Para Rubén Rocha, “ya no es únicamente una lucha de organizaciones conservacionistas, también de muchos gobiernos y de la Unión Europea, es muy difícil parar un movimiento que muestra y mide tantos beneficios”.
FOTO: Trabajos de demolición de un azud en el río Starohorský potok (Eslovaquia)