21 noviembre 2024

Ganamos más, comemos más carne y nos preocupa menos el cambio climático: no es que sea solo culpa nuestra, pero tenemos más deberes que hacer que ellas para solventar la crisis climática

Hace 50 años, el meteorólogo sueco Bert Bolin alertó al mundo de que el planeta se estaba calentando y que lo estaba haciendo por nuestra culpa. La Tierra ha sufrido en el pasado otros episodios de calentamiento global, pero eran causados por fenómenos naturales como la actividad volcánica o los cambios de la radiación solar. El científico nórdico, que participó en 1950 en el primer pronóstico del tiempo hecho con un ordenador –solo a 24 horas vista, pero fue todo un logro–, fue uno de los primeros en apuntar que nuestras actividades emitían a la atmósfera una serie de gases –dióxido de carbono, metano, ozono y óxido nitroso, fundamentalmente– que cambiaban su composición y convertían a esta en una especie de invernadero que impedía salir el calor sobrante.

Brolin apuntó con el dedo al ser humano, pero podía haber sido más preciso y haber acusado directamente al hombre. Porque los hombres contribuimos más al calentamiento global. ¿Cómo podemos saberlo? Por la huella de carbono, una forma de medir lo que cada uno de nosotros contaminamos. Según un estudio publicado en 2021, los suecos dejan un rastro un 16% superior al de las suecas. Otras investigaciones han demostrado que esto mismo ocurre en otros países: en la vecina Noruega, un 6%, en Alemania un 8% y se dispara en Grecia hasta un 39%. ¿Y nuestro país? España no es una excepción. De acuerdo a un artículo publicado este pasado mes de marzo, la diferencia es de un 11%.

Más carne, alcohol y viajes

¿Por qué existe esta diferencia? Según Pilar Osorio Morallón, María Ángeles Tobarra Gómez, ambas de la Universidad de Castilla-La Mancha, y Manuel Tobías, del Basque Centre for Climate Change (BC3), los autores de este último estudio, la razón principal es la brecha salarial, de un 37% a nivel mundial y un 16% en España. En general, los hogares con mayoría de hombres –a diferencia de las investigaciones mencionadas en otros países, donde se tenía en cuenta solo los hogares unipersonales, en el estudio en España se analizaban todos los hogares y se diferenciaba por la proporción de hombres y mujeres en ellos– tienen unos ingresos un 17% superiores, lo que se traduce en un consumo un 9% superior.

No es solo la cantidad, la forma en que consumimos los varones también es diferente. «Los hombres españoles gastan más en transporte privado, en restauración y hostelería, mientras que las mujeres gastan más en alimentación y en el hogar», aseguran. Pensemos en el día a día. Empezando por la mesa, si a un varón nos dan a elegir entre una chuleta o una ensalada, la respuesta más probable es la primera. Pero lo que es bueno para nuestro paladar –que no para la salud–, no lo es para el planeta. Se calcula que el 58% de todas las emisiones del sistema alimentario están relacionados con productos animales. También tenemos más costumbre de comer en restaurantes, otro añadido a la huella de carbono. Ellas comen más frutas y verduras, y consumen menos alcohol.

El perfil ideal: una mujer de 55 años

A la hora de ir al trabajo también hay diferencias: nosotros cogemos más el coche y conducimos distancias más largas. Las mujeres, en general, utilizan más el transporte público y la movilidad activa, es decir, que si pueden ir andando o en bici a algún sitio, lo hacen. Y cuando conducen, lo hacen a distancias más cortas y en vehículos más eficientes. Detrás de todo ello está que ellas tienen más conocimientos sobre el cambio climático y se muestran más preocupadas por sus consecuencias.

Con estos datos en la mano, el perfil de la persona que lleva un estilo de vida más sostenible es el de una mujer de 55 años, concluyó otro estudio publicado en febrero del año pasado. Son ellas las que se suelen encargar de separar los residuos en el hogar, las que reutilizan los productos, las que más agua y energía ahorran –no en calefacción, al permanecer más tiempo en casa– y las que más buscan productos con ingredientes sostenibles. Las mujeres más jóvenes solo superan a estas en movilidad sostenible, la compra de segunda mano y la adopción de una dieta vegana.

Saber qué huella de carbono dejamos es sencillo. En internet hay muchas páginas web donde podemos calcularlo. La ONU tiene la suya. Basta con introducir una serie de datos sobre nuestra vivienda –número de personas que viven en ella, tamaño y eficiencia energética–, hábitos alimentarios –si consumimos carne, por ejemplo–, cuánto utilizamos el coche y viajamos en avión o si separamos los diferentes desperdicios. En unos pocos pasos ofrece el resultado. Según esta herramienta, la huella media de carbono por hogar en España es de 10,07 toneladas de dióxido de carbono por persona, algo por encima de la media mundial, que es de 9,34. El resultado de mi casa es de 10,64. «Cari, tenemos deberes». Seguramente más yo que tú.

Jon Garay

FOTO: Adobe Stock

https://www.ideal.es/vivir/medio-ambiente/hombres-contaminamos-20240415000750-ntrc.html