«Granada, si quiere, claro que puede» por Quico Chirino
Granada nos duele, claro que nos duele. No tenemos ni ataduras ni complejos y por eso denunciamos que esta tierra ha sufrido agravios y que las administraciones mantienen con la provincia una deuda histórica. Pero también se encuentra Granada ante una oportunidad histórica.
Acudo como invitado a la tertulia de Las Tinajas. Supongo que, con los años, un periodista deviene en un tertuliano. Nos reunimos cuarenta cabezas pensantes –’comientes’ y ‘bebientes’– para reflexionar sobre el devenir de esta tierra.
Anoto en mi libreta: sobran voluntarios para arreglar Granada; faltan líderes.
Comparto esta conclusión con el subdelegado de Defensa, Federico González-Vico: si no se sitúa alguien al frente de un proyecto, lo normal es que acabe en fracaso; aunque sea un fiasco colectivo. Y Ángeles Orantes Zurita pregunta quién tendría que asumir ese protagonismo. Las mejores preguntas suelen ser también las que no tienen respuesta.
Creo que la iniciativa original corresponde a los políticos y gobernantes; por la simple razón de que son los únicos líderes que podemos votar. El resto vienen impuestos o son sobrevenidos. Pero si los dirigentes abdican de su responsabilidad, se pliegan a la disciplina de partido o apostatan del sentido común –se han dado en el pasado reciente las tres circunstancias–, entonces, es el momento de la sociedad civil.
Si los dirigentes abdican de su responsabilidad, se pliegan a la disciplina de partido o apostatan del sentido común, entonces, es el momento de la sociedad civil
Me reencuentro esa noche con Rafael Estrella, político elegante de una época en que las ideas estaban todavía por encima de los adjetivos. Acude cada mañana al periódico impreso y eso, de entrada, te hace más reflexivo y ayuda a ordenar las ideas. Rafael me pregunta intrigado por la campaña en negro de #GranadaDuele. Y lo emplazo a este domingo. Granada nos duele; sobre todo, a los que no tenemos ni complejos ni ataduras; porque no estamos obligados a disfrazar la evidencia.
Espíritu público
La evolución de una ciudad y su provincia dependen, básicamente, de cinco pilares. Uno de ellos es su peso político. Se gobierna para todos pero, para los de tu tierra, con más cariño. Tener un ministro, ayuda. Lo mismo que contar con un consejero en un área inversora de la Junta; como se ha demostrado. No es cierto que Granada no haya tenido presencia a lo largo de la historia en los círculos de poder; lo que no ha ejercido ha sido influencia.
Otro soporte es el tejido empresarial. (Hablo con Jerónimo Páez y me insiste en que añada el músculo financiero). Esta ha sido una ciudad de grandes familias pero no de grandes empresas; y las más tradicionales han desaparecido o acabado en manos foráneas.
Recupero las notas de aquel día, en la primera desescalada, que me cité con Antonio Jara. «En Granada no hay espíritu público, no hay ciudadanía, no hay comunidad. En Granada no hay vida pública, no hay objetivos compartidos. Son familias. No he visto nunca tantos apellidos compuestos en una ciudad. No hay espíritu público y eso dificulta mucho la gestión de los asuntos públicos».
Esta reflexión conduce a los tres pilares restantes: la opinión pública y publicada –los medios de comunicación–, la sociedad civil y el modelo de ciudad.
Se gobierna para todos pero, para los de tu tierra, con más cariño. Tener un ministro, ayuda. Lo mismo que contar con un consejero en un área inversora de la Junta
«Los eslóganes se nos dan muy bien», me dijo Jara aquella mañana que acabamos comiendo una caja de sardinas. «Se inaugura el PTS y somos la ciudad saludable. Se abre el Parque de las Ciencias y somos ciudad de la ciencia y educadora. Somos ciudad de la poesía. Hay una prueba de esquí y somos ciudad del deporte. ¿Qué somos? Somos lo que decían los escolásticos, ‘flatus vocis’ [palabras vanas]. El agravio no es un proyecto de ciudad ni de desarrollo ni modernización. Es la evasión, la coartada. Ojo, yo creo que hay agravio. Pero no voy a convertirlo en un programa. Porque eso es llorar. Llorando no se construye nada. Es más, llorando no se mama».
Jerónimo Páez sigue al teléfono cuando redacto este artículo. Con ese pesimismo crítico –u optimismo reservado– del hombre que lee demasiado, me insiste en la necesidad de un proyecto. «¿Cuál es la ciudad para dentro de veinte años? ¿Quién la financia?». Vuelvo también sobre las notas que conservo de mis encuentros con Jerónimo. Nuestro modelo de ciudad es construirla a «retazos».
Otra oportunidad histórica
En IDEAL queremos darle la vuelta a esos agravios –que han existido– y a la deuda que muchas administraciones tienen con Granada. Porque esta ciudad y esta provincia están también ante una oportunidad histórica. Para aprovecharla, tienen que unirse esos mismos cinco soportes que marcan la evolución de una sociedad. Tiene que existir un proyecto colectivo.
Hace falta influencia política y eso no se consigue únicamente con cargos dentro de los gobiernos; se trata de arrojo y atrevimiento. Hay dirigentes locales capaces de asumir ese liderazgo.
El tejido empresarial vive una eclosión sin precedentes, con tres empresas granadinas en Bolsa y un interlocutor en los círculos donde se toman las decisiones, Gerardo Cuerva. Pero hay que pasar de los ultimátums a la acción.
No hay un modelo de ciudad y provincia definido; quizás no exista ni el foro de debate. Y no se trata tan sólo de planes estratégicos. «Los papeles lo aguantan todo, menos el agua y el fuego», escribo en el cuaderno la frase que escucho a Paco Herrera. Faltan, sobre todo, alianzas, decisiones y proyectos que superen la lógica alternancia y la confrontación política.
Desde IDEAL damos un paso. Cada mes haremos una gran apuesta editorial para destacar las potencialidades que tiene Granada. Pero el objetivo es arrancar compromisos y cambiar decisiones. Para eso es imprescindible el acompañamiento de la clase política, el tejido empresarial, la sociedad civil y los agentes sociales. Granada será lo que los granadinos quieran.
Somos tu voz.
Pero te damos la palabra.
Porque Granada puede.