«LA FOTILLO EMPRESARIAL» por Juan de Dios Villanueva Roa

Fue decisión de sus jefes que ellas no estuvieran, por si acaso, son pocas, minoría

Mientras la tarasca pasea las calles nazaríes escoltada por gigantes y cabezudos,  (la vieja, el chino, paniolla, el cabezón de Gabia, Don Quijote, el torero, el cubano, la gitana, el andarín de Colomera), que aparentan golpear con sus vejigas a los niños, aún está en nuestra retina la foto de la embajada argentina en la que posan enhiestos, firmes, con manos cruzadas ante sus genitales junto al preboste bonaerernse y el hijo de Aznar, acompañados por el presidente nacional de los empresarios.

No está Gerardo, afortunadamente para estas tierras nuestras. Todos machos, traje oscuro, corbata anudada a cuellos que se prolongan para favorecer sonrisas que, manadas de unos labios tersos de leche y miel, son muestra de que interesan más los dineros que lo que manifiestan.

Las mujeres no acudieron, y no porque temieran que Milei las atacara, fue decisión de sus jefes que ellas no estuvieran, por si acaso, son pocas, minoría. Ahí esa ley de igualdad se incumple, ellos hacen lo que su voluntad les dicta, como acudir a respaldar a un individuo que propone encarcelar a quienes aborten, que las tacha de asesinas, que tacha de cobarde al presidente de este país y corrupta a su mujer mientras es aclamado por los líderes de la ultraderecha española y europea, que llama injusta a la justicia social, una muestra de que hoy se vota más el desenfreno verbal y genital, y los exabruptos, que las apuestas políticas por mejorar la vida de la ciudadanía. Todo vale al parecer, y nos acercamos a un borde peligroso, la palabra antecede a los hechos, marca caminos. Ahí estaban los empresarios sonrientes, en la fotillo.

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