El incremento de las temperaturas obliga a afrontar los efectos sobre la salud de la crisis climática

Pese a la insólita persistencia de voces escépticas o directamente negacionistas, cada nuevo dato científico avala la intensidad creciente del cambio climático causado por el ser humano. España vivió en 2023 su segundo año más cálido de la serie histórica, que comienza en 1961, solo superado por 2022, según el último informe sobre el estado del clima difundido el jueves por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Nueve de sus doce meses tuvieron un carácter entre cálido y extremadamente cálido, sin que hubiese meses fríos. Es la primera vez que esto sucede. Los 10 años más calurosos registrados en España corresponden a lo que llevamos de este siglo XXI.

‌El aumento de las temperaturas va a ser una tendencia constante en todo el planeta, que solo empeorará en las próximas décadas si no se reducen radical y globalmente las emisiones de gases de efecto invernadero y cambia el modelo de una economía todavía basada en los combustibles fósiles. Ante la complejidad de ese reto, en España todas las administraciones, con el Gobierno a la cabeza, deben prepararse para que el país y los ciudadanos puedan afrontar olas de calor que cada vez van a ser más intensas y duraderas, así como la acumulación de récords diarios de temperaturas: el pasado año se registraron 44 récords de días cálidos, nueve veces más del valor teórico esperable.

‌Planes especiales como el que el Ministerio de Sanidad activó a mediados de mayo con un nuevo mapa de alertas van a ser necesarios en múltiples niveles frente a unos crecientes riesgos climáticos que inciden en todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos, empezando por su salud. La proliferación de las afecciones respiratorias y cardiovasculares y de las alergias o la aparición de enfermedades propias de latitudes tropicales son algunos de los efectos de la crisis climática. En Europa, la mortalidad ligada al calor ha crecido cerca un 30% en los últimos 20 años. El Servicio de Cambio Climático de Copernicus, de la Comisión Europea, ya ha avanzado que sus modelos apuntan a un verano de 2024 en que las temperaturas van a estar por encima o muy por encima de lo normal.

‌En unos días, entre el jueves y del domingo próximos, Europa va a celebrar las que probablemente sean las elecciones más trascendentales de su historia como Unión. La Comisión que de ellas salga debería proponerse como una de sus prioridades no rebajar las ambiciones de la UE en la reducción de emisiones en un continente que se calienta el doble de la media mundial. Jugar al cortoplacismo con una ultraderecha negacionista en alza o con las tentaciones retardistas de otros sectores supone directamente jugar con las vidas de los europeos. Seguir impulsando la transición verde en todos los terrenos y por parte de todos no es un asunto ideológico, es una mera cuestión de supervivencia.

EL PAIS

FOTO: Varias personas se protegen del sol mientras cruzan la Puerta del Sol de Madrid durante una de las olas de calor del verano de 2023.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

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