27 noviembre 2024

Los estanques del Partal y de Comares se convierten durante estas semanas en auténticos espejos que proyectan espectaculares iridiscencias en yeserías, mocárabes e inscripciones

Fue García Lorca, poeta universal y granadino militante, quien dijo aquella famosa frase de que «por el agua de Granada solo reman los suspiros». Y eso es lo que hacen los visitantes de la Alhambra todos los días, suspirar, cuando, a eso de las doce del mediodía, la misma agua de la que hablaba don Federico se convierte en un espejo que proyecta sobre las yeserías del pórtico del Partal o sobre el frontal y la sala porticada del pabellón norte de Comares una impresionante sinfonía de reflejos que elevan a la categoría de mágico el recorrido por el monumento nazarí. Así lleva sucediendo desde hace más de seiscientos años, pero este fenómeno de la naturaleza se hace especialmente perceptible durante los meses de otoño, la estación en la que estaremos hasta el próximo 21 de diciembre, por la inclinación con la que inciden los rayos solares.

Manuel González, manager de ESERO Spain, explica que el precioso centelleo que vemos sobre las yeserías del Partal o Comares es la proyección del disco solar. «Que sería lo que veríamos si la lámina acuosa estuviera completamente lisa, una quietud que no se produce normalmente porque siempre hay elementos que provocan pequeños movimientos, como el viento, los insectos, el nado de los peces o las propias perturbaciones atmosféricas». «Por eso se observan –concluye– este tipo de iridiscencias tan bonitas». El efecto de reflexión se produce con independencia del color del agua.«Aunque estuviera transparente, lo apreciaríamos igual», precisa el investigador y divulgador del Parque de las Ciencias.

Turista oriental paseando bajo los reflejos. PEPE MARÍN

«Todo depende de la posición relativa entre el Sol, la alberca y la construcción». Como los dos últimos son invariables, la clave está en el primero. Su colocación evoluciona a lo largo del año. Y el espectáculo se hace especialmente patente estas semanas, durante las mañanas.

A todos estos encantos hay que sumar la calidad lumínica de estas fechas. El sol de otoño es más bajo que el de verano. Por este motivo, los haces son menos duros, las sombras más alargadas y predominan los tonos más anaranjados y rojizos. A todo eso hay que sumar las dominantes cromáticas más cálidas porque la propia vegetación empieza a languidecer –los amarillos se apoderan de las copas de los árboles y los clorofilas se van apagando poco a poco–.

Antonio Peral, arquitecto conservador del Patronato de la Alhambra y el Generalife, resalta ese interesante diálogo entre el agua y la arquitectura en la ciudad palatina. «Los estanques rompen la horizontalidad y aportan ese componente tridimensional que se hace especialmente patente en el Partal y Comares», comenta. Este juego, a juicio de Peral, fue completamente pretendido por parte de quienes plantearon la disposición de los palacios. En el caso del Partal, a finales del siglo XIIIy principios del XIV, siendo sultán Munhammad III, y en Comares, un poco antes, entre 1314 y 1325, bajo el reinato de Yusuf I.

«Los estanques rompen la horizontalidad y aportan ese componente tridimensional que se hace especialmente patente en el Partal y Comares» Antonio Peral Arquitecto conservador de la Alhambra

Peral indica que la belleza de la Alhambra va más allá de sus valores arquitectónicos, sino que alcanza el estatus de sublime cuando se visita como una experiencia sensorial. Los olores en función de las plantas que van eclosionando según la época y también los sonidos, por ejemplo. «El agua –apunta– tiene siete formas distintas de caer en la Alhambra». «El objetivo final era crear emoción», dice Peral, quien resalta el empeño del mundo nazarí por introducir la naturaleza dentro de la fortaleza, pero transformada por el hombre.

Percepción tridimensional

Esa percepción en las tres dimensiones del espacio es más que evidente en el patio de los Arrayanes, cuya alberca está completamente rodeada de edificios. La pátina hídrica aporta una tercera visión. «Además –señala Peral– todo está pensado para que la gente centre su mirada en los pabellones sur y norte». Frente a las paredes laterales completamente lisas, la fachada del pabellón norte tiene una enorme profusión de elementos ornamentales. Hablamos de mocárabes –algunos conservan en buenas condiciones el color azul original–, las yeserías y las inscripciones. También los arcos, que no tienen una función estructural –sí las columnas de las que arrancan– y que fueron planteados como una especie de celosías para que la luz se filtrara de una forma más que caprichosa. Los reflejos sobre el agua aportan tridimensionalidad a espacios como el Partal o Comares. PEPE MARÍN

En este punto conviene recordar que el pabellón norte de Comares era la dependencia con mayor importancia política de la Alhambra. Era el lugar de las audiencias por parte de los monarcas. Todo el diseño se ordenaba a partir de un cubo incardinado hacia los cuatro puntos cardinales. En la bóveda de madera se puede leer la sura número 67 del Corán, que hace referencia al poder de Alá que legitima al rey.

Datos

  • Siglo XIV El palacio y la alberca del Partal datan de finales del siglo XIII y principios del XIV. La disposición arquitectónica y la orientación ya generan los reflejos del agua, que eran pretendidos.
  • 365 días Las iridiscencias sobre los elementos ornamentales del pórtico del Partal y el pabellón norte de Comares se pueden ver los 365 días del año, pero son especialmente perceptibles durante los tres meses del otoño por la posición del sol.
  • 6 kilómetros El agua de la Alhambra, plenamente integrada en su arquitectura, proviene de la Acequia Real, una obra de ingeniería con una longitud de seis kilómetros.

El agua era la vida para los árabes, acostumbrados al desierto. De ahí su empeño por transportar el caudal a través de la Acequia Real –seis kilómetros de conducciones–. Gracias a esta obra de ingeniería, la Colina Roja empezó a convertirse en verde. El líquido elemento se usaba para regar, para alimentar las fuentes y también para la higiene. Las albercas no solo cumplían funciones de almacenamiento –imprescindibles para garantizar el abastecimiento– sino también de decantación. Es decir, para la eliminación de las arenas y las piedras que arrastra la corriente. «También tenían una función climática –subraya Antonio Peral– ya que suavizaba el aire del sur en el estío para que llegara con más frescor a las habitaciones». Una climatización natural que era cien por cien respetuosa con el medio ambiente –ahora, desgraciadamente, no sucede lo mismo–. Manuel González, científico del Parque de las Ciencias. JAVIER MARTÍN

El Pórtico del Partal, que se convierte a diario en ese gran lienzo donde se dibujan las ondas del agua, está situado volando la muralla del recinto –las vistas del Albaicín y el Sacromonte son hipnóticas–. La estancia principal en el interior es la torre de las Damas. La decoración de sus paramentos, donde ‘titilan’ los reflejos, presenta un zócalo de alicatados, amplios paños de yeserías hasta el arrocabe y cubierta con armadura de madera –este taujel es una réplica, ya que el original se encuentra en el museo de Pérgamo, en Berlín–. Su tipología decorativa ha atribuido su autoría a Muhammad III, por lo que es el palacio más antiguo de la Alhambra.

«El efecto de reflexión se produce con independencia del color del agua;aunque estuviera transparte, lo apreciaríamos igual» Manuel González, Jefe de Planes y Programas del Parque de las Ciencias

Junto a la Torre de las Damas, sobresale un mirador, muy característico de los nazaríes –también se hallan en Comares o el Generalife–. Delante, un jardín que data de los años treinta de la pasada centuria. Este sector se completó con una serie de adquisiciones, a mediados del siglo XX, de pequeñas propiedades particulares existentes en la zona que conllevó la realización de diversas actuaciones arqueológicas.

Sombras y reflejos. PEPE MARÍN

El Patio de Comares o de los Arrayanes toma su nombre de la planta, también llamada mirto, que rodea toda la alberca en sus lados mayores. Originalmente, esta franja ajardinada era mucho más baja y probablemente con mayor variedad de árboles enanos para que no sobresalieran en exceso. El estanque juega un papel importantísimo en la definición arquitectónica y estética del lugar pues, con su lámina de agua, que actúa como un espejo, refleja las estructuras dándoles una proyección geométrica que rompe la excesiva horizontalidad del espacio.

Reflejos de la alberca del Partal. PEPE MARÍN

Acabemos como empezamos. Con Lorca. «La Alhambra –dijo– es un templo de la belleza y el arte, donde el tiempo se detiene, el silencio habla»... Y las paredes brillan.

Jorge Pastor

FOTO: Espectaculares iridiscencias sobre las yeseríes del palacio de Comares. PEPE MARÍN