14 enero 2025

El Parque de las Ciencias carece actualmente de un Plan Estratégico y necesita la recomposición de la alianza social e institucional para poder despejar su futuro. Las últimas decisiones nos alejan cada vez más de definir y aclarar hacia dónde va este importante equipamiento educativo, cultural y turístico para Granada.

En los últimos días el Parque de las Ciencias, catedral de la divulgación científica del sur de Europa, (tengo el copyright de esta expresión que utilicé públicamente por primera vez hace más de 20 años y he repetido en diferentes ocasiones en distintos artículos y conferencias), está siendo noticia desgraciadamente por una ‘mala prensa’ que nada tiene que ver con los objetivos y actividades de este equipamiento y que rompen con una tradición que lo había acompañado desde hace (casi) 30 años, en los que el Parque (casi) siempre aportaba nuevas y buenas noticias.

Conozco muy bien su historia y fui protagonista, en vivo y en directo, de su génesis. El día de su apertura oficial al público fui el primero en pasar la bóveda del área ‘Biosfera’, junto a Ernesto Páramo, ya director del Parque, acompañanado a Jesús Quero, alcalde de Granada en aquel momento y uno de los principales actores que propiciaron su construcción, y a la por entonces consejera de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía, que asistía a aquella solemne inauguración. Era el 8 de mayo de 1995, que durante muchos años se conmemoró con un “día de puertas abiertas”, que en los últimos años se ha pasado al Día de Andalucía. Los reporteros gráficos de los medios de comunicación granadinos presentes en aquél remoto día me enviaron fotografías del dulce momento. 

El modelo de gestión ha servido para colocar al Parque de las Ciencias como uno de los referentes en su materia dentro y fuera de España a la vez que una de las instituciones públicas de las que la sociedad granadina se ha sentido más orgullosa

La presencia del Gobierno andaluz no era una casualidad ni meramente protocolaria. La especial invitación se debía a que por aquellos días estábamos preparando desde el Ayuntamiento de Granada los estatutos del Consorcio y cerrando el modelo de gestión que, tras algunos retoques posteriores, ha servido para colocar al Parque de las Ciencias como uno de los referentes en su materia dentro y fuera de España a la vez que una de las instituciones públicas de las que la sociedad granadina se ha sentido más orgullosa. Era una forma de implicarlos en la necesaria colaboración en la gestión futura de la Junta, conscientes de la dimensión que pretendíamos y que pronto se alcanzó. En este punto fue especialmente determinante la influencia de Manuel Pezzi, consejero de Medio Ambiente y de Educación en los 90, cuya apuesta por el Parque de las Ciencias había arrancado siendo teniente de alcalde de Obras Públicas y Urbanismo del ayuntamiento de Granada con Jesús Quero hasta su marcha al Gobierno andaluz, ya con las obras bastante avanzadas del Parque de las Ciencias.

Últimamente desde ‘el Parque’ nos llegan demasiadas noticias negativas. La más reciente que nos ha deparado ha sido el despido, ‘ejecutado’ mediante burofax la semana pasada, (aunque ya se rumoreaba con anterioridad), de los tres asesores científicos. Al parecer el cañonazo iba drigido al anterior director y las otras dos personas han sido lo que se llama víctimas colaterales. Hay que considerar,  al menos, que esta medida se ha realizado “con malas artes”, si es que no hay también alguna irregularidad en la forma en la que se ‘coló’ el acuerdo en el Consejo Rector, según las manifestaciones recogidas por los asistentes a esta reunión en distintos medios de comunicación.

Las explicaciones dadas por los responsables de la Junta y el director ‘saliente’ no son satisfactorias y, ni los implicados merecen esa respuesta, ni la opinión pública puede quedar satisfecha ante esta inadecuada forma de proceder por lo que las sospechas que circulan por los mentideros de que las verdaderas razones están ocultas están más que justificadas.

Pero puestos a dimensionar en justicia esta última polémica hay que relativizar su importancia. A mí me parece lo menos relevante de los problemas que se están produciendo sobre el funcionamiento y la gestión del Parque de las Ciencias en los últimos años. La más grave quiza, y la que podrá tener peores consecuencias futuras, es el anunciado recorte en más de un millón de euros, (un uno y seis ceros), del presupuesto que la Junta de Andalucía aporta al Consorcio para el 2025. Y no he visto ni escuchado una contundente respuesta social. Pero supone que los problemas de infraestructuras denunciados, la falta de personal (que no se ha aumentado proporcionalmente al crecimiento del Parque), el evidente deterioro de las instalaciones, (con módulos que deben ser sustituidos y otros fuera de funcionamiento)… se verán agravados inexorablemente con este tijeretazo del gobierno de Moreno Bonilla que supone más del 10% del total del presupuesto con respecto a ejercicios anteriores.

Igualmente se va a resentir uno de los atractivos que deberían ser revulsivos pero que se está convirtiendo en uno de los grandes déficits actuales de la oferta de actividades del Parque de las Ciencias. La ausencia de exposiciones de gran nivel e interés está suponiendo ya un ‘atascamiento’ que priva de captar  nuevos visitantes y supone una queja de los asiduos o frecuentes. Como ejemplo paradigmático de esta carencia tenemos la broma de la exposición  secuela del Titanic del año pasado de la que la gente salía preguntando: ¿por dónde continúa la exposición?

En todo caso, este último incidente con el cese fulminante de los asesores científicos honorarios sí es un síntoma de lo que está ocurriendo y del ‘mal ambiente’ interno reinante que debe servir como toque de atención

En todo caso, este último incidente con el cese fulminante de los asesores científicos honorarios, ¿qué prisa había, podían haber seguido mientras sigue el que los propuso?, sí es un síntoma de lo que está ocurriendo y del ‘mal ambiente’ interno reinante que debe servir como toque de atención, para los que aún no habían advertido la deriva que acompaña al Parque de las Ciencias de Granada de un tiempo para acá, y como señal de que requiere una reacción de la sociedad granadina como la que se dio con la propuesta del ejecutivo de Moreno Bonilla de creación del Instituto Andaluz de Divulgación Educativa. Esa  movilización encabezada por la Asociación de Amigos del Parque de las Ciencias sirvió para frenar el intento del gobierno andaluz de llevarse a Málaga este chiringuito de nuevo cuño. Les toca ahora de nuevo abanderar y vertebrar una respuesta ciudadana contundente y, espero, que definitiva. Yo contribuí modestamente a sacudir el avispero y fui, por lo menos, uno de los primeros en alertar con mi columna en el Independiente de Granada: ‘¡Basta ya, ni pollas!’

Es difícil encontrar una explicación a por qué está ocurriendo esta devaluación y adivinar por qué se está consintiendo por los responsables políticos. En conversaciones al respecto con personas que comparten este análisis y preocupación, he escuchado opiniones que señalan que esta doble circunstancia de no tener en la presidencia del Consorcio, (ni alrededor), ni en la dirección del Parque a nadie que le duela, conozca y tenga clara la importancia de esta institución y lo que supone para nuestra ciudad desde el punto de vista educativo, cultural, científico e incluso emocional. No hay nadie liderando el futuro y el Plan es que no hay planes. Se vive de la inercia y lo que han hecho los nuevos directivos es ‘okupar’ físicamente el sitio pero no ocuparse de planificar y gestionar.

Otros, por contra, piensan y temen que sí hay planes y se están desarrrollando y los problemas que afloran son los síntomas que nos conducen a una mayor externalización de la gestión, dicho en roman paladino, a una privatización encubierta. En este sentido las preocupantes declaraciones de los responsables de la Junta indicando  que “estamos en una etapa de transición”, en la que no se sabe hacia dónde, confirrmarían estas tesis.

Desde mi estrecha relación con el Parque de las Ciencias y con sus trabajadores desde su origen y durante estas tres décadas, he elaborado mi propia teoría, que sumo a los argumentos anteriores, al respecto de la crisis económica, de gestión y reputacional, que está viviendo desde hace unos años. Previamente quisiera señalar que en mi opinión, una de las razones del incuestionable éxito (de público y de crítica) de nuestro Museo de Ciencia, que ha supuesto a la vez una de sus fortalezas, ha sido que siempre tuvo un Plan, uno a corto/medio plazo y otro con visión estratégica, perfectamente alineados, que explican su evolución y crecimiento en el que se han ido acometiendo diferentes fases que estaban en la cabeza, en los planos y proyectos del equipo gestor capitaneados por el hiper-liderazgo de su director (que fue muy útil en algún momento pero al final se ha convertido en una rémora). Asociada a esta visión iba una implicación de todo el equipo (desde los principales responsables hasta ‘el último mono’) en la misión del Parque de las Ciencias, que podemos resumir en que remaban “todos a una” para convertirlo en el mejor de España. La complicidad de todos los trabajadores y el acompañamiento y respaldo de las instituciones, y de la mayoría de la sociedad granadina, han sido esenciales y decisivas en este difícil logro.

Esta visión y misión, que han sido claves para entender la historia del Parque de las Ciencias, se truncan coincidiendo con el nuevo modelo de gestión y la crisis de crecimiento derivada de la inauguración de la Cuarta Fase. Desde entonces se han ido rompiendo lazos internos y externos y se ha ido deteriorando progresivamente la gestión, desde fuera de manera aparentemente inexplicable. Y esta crisis se ha acelerado en los últimos años con dos elementos objetivos: el cambio de gobierno en Andalucía primero y después el relevo en la dirección.

La llegada del Partido Popular al gobierno de la Junta de Andalucía supuso un distanciamiento, no sé si intencionado, de estos postulados y un desprecio a ‘lo granadino’.  Primero, consolidando el alejamiento de la toma de decisiones y desplazando hacia Sevilla la gestión hasta de los más nimios asuntos cotidianos. Además, desde que Moreno Bonilla es presidente, en estos últimos seis años, la cabeza del Consorcio ha estado fuera de Granada. Hasta entonces siempre había habido algún granadino o granadina ocupando este importante puesto que ejercía de puente, de defensor, de impulsor y promotor, de avalista principal… hacia dentro y hacia fuera del gobierno andaluz, de este Museo. Y lo hicieron de manera ejemplar y extraordinaria, todos y todas con gran pasión y dedicación, destinando una parte importante de su agenda a estas tareas.

Un proyecto granadino de éxito, concebido e impulsado desde lo local, convertido, por méritos propios, en una seña de identidad del conjunto de Andalucía, como consta en el propio logotipo actual (Parque de las Ciencias. Andalucía-Granada), se está convirtiendo en un problema del gobierno andaluz, (hasta los actuales dirigentes granadinos del Partido en el gobierno de la Junta, de la Diputación y del ayuntamiento lo consideran así y pasan de tomar cartas en el asunto). Y eso parece confirmarse cuando los  sucesivos presidentes/as del Consorcio de los últimos años nos los han colocado desde Sevilla y todos/as han pasado con más pena que gloria. A ninguno/a le ha dolido y/o no ha sabido entender el momento que vivía esta institución y proyectar el camino a recorrer.

Por otra parte, la llegada de Luis Alcalá, al relevo de Ernesto Páramo, a la vista está, ha supuesto uno de los principales errores y herencias de su sempiterno director ya que él tuvo una gran influencia en su aterrizaje por estos lares. El todavía director, no sabemos si en funciones, interino o en prórroga, no tenía ninguna conexión anterior, ni profesional ni sentimental, con nuestro Parque de las Ciencias, y su paso por la dirección-gerencia ha ahondado más en esta brecha de conexión con la sociedad granadina y ha profundizado las grietas en la gestión del equipo humano que trabaja en el Parque de las Ciencias, a la vez que está conduciendo a una mayor precarización del empleo en las empresas que trabajan para el Consorcio. Lamento haber tenido razón en mis pre-juicios, pero hoy podemos constatar, con pesar, que del todos a una se ha pasado a “que cada uno va a su bola”, (menos el director y su nuevo equipo que van a la suya). Y en el último tramo parece que se le ha encomendado una suerte de limpiar la era para la nueva etapa que se avecina. Este es uno de los lastres principales para la necesaria reconducción de la situación actual.

La salida anunciada en diferido de Luis Alcalá, en un momento crítico como es la celebración del 30 aniversario y con el consabido recorte de los presupuestos por parte de la Junta de Andalucía, me parece una irresponsabilidad, además acrecentada por la toma de decisiones que se están produciendo. Pero habrá que hacer de la necesidad virtud y construir en torno a este cambio una solución al manifiesto problema de gestión interna, económico-administrativa y de personal, que arrastra desde hace años. En honor a la verdad estos problemas son previos a la llegada del actual director para ser justos, aunque también es cierto que en los últimos tres años no han hecho más que empeorar.

De paso hay que abordar la recomposición dellazo (social) que se rompió cuando el abrazo. La restauración de la conexión del Parque de las Ciencias con nuestra sociedad, reforzando el sentimiento de identidad de los granadinos con ‘su’ Museo de la Ciencia y el orgullo de contar con este equipamiento emblemático en Granada, es una conditio sine que non, para relanzar su imagen y para afrontar los retos pendientes y futuros. Volver a ser lo que fuimos”, como dice nuestro himno, la catedral de la divulgación científica del sur de Europa. Hagámoslo, por Granada, Andalucía, España y la humanidad siguiendo con el estribillo (adaptado) de esa canción.