26 marzo 2025

Sube a la torre de Elvira, el mejor balcón de la Vega y Sierra Nevada

Una ruta que desde Atarfe y Cubillas asciende entre jarales, pinos y aulagas hasta el torreón que en el siglo XII vigiló el paso del norte

Sierra Elvira es una excepcional isla geológica que se alza al oeste de la Vega, una atalaya desde la que se dominan los pasos que desde el interior peninsular convergen en la depresión de Granada, bajo la gran barrera geográfica de Sierra Nevada. Es el mirador natural del valle surcado por los cinco ríos (Darro, Genil, Beiro, Dílar y Monachil) que regaron los campos de la capital del reino nazarí. Bajo paredes verticales de roca calcárea, de mármoles coloreados por el fuego del interior de la tierra, nació la vieja ciudad de Elvira, la posición romana cuyos habitantes abandonaron para crear la Garnata árabe en los altos del Albaicín. Casi dos milenios después, los altos de Sierra Elvira, mantiene su excelencia geoestratégica como lugar desde el que observar lo que pueda ocurrir en llanos y montañas.

Galería. Sierra Nevada desde la torre de Sierra Elvira J. E. GÓMEZ

Si desde la ciudad de Granada se mira hacia el oeste, los dos principales cerros de Elvira se encuentran protegidos por una barrera de piedra transversal que se alza desde las proximidades de Atarfe y al suroeste de Albolote. Sobre esta muralla natural, coronada por un cerro al que llaman de la Cartuja, se eleva un ancestral torreón militar, conocido como torreón de Albolote y torre de Sierra Elvira, una posición de vigilancia construida en el siglo XII, que señala el punto desde el que la montaña se convierte en el más impresionante balcón sobre la Vega de Granada, Sierra Nevada y las montañas, que en un giro de 360 grados, protege la totalidad de la metrópoli.

J. E. GÓMEZ

Visión circular

Desde la vieja torre, al dirigir la vista hacia el noreste, Sierra Arana, con sus cumbres escarpadas, frontera natural entre las mesetas de los montes orientales y la ciudad. Más al este, la sierra de la Hiedra, Alfaguara y la cara sur de la sierra de Huétor, que parece enlazar en el horizonte con las estribaciones de Sierra Nevada que se dibuja hacia el sur. La totalidad de la cuerda de los ‘tresmiles’ del gran macizo nevadense se levantan sobre las nieblas que la inversión térmica genera desde el valle hacia las montañas. Su extremo sur conecta con la depresión de Padul y las montañas de las sierras de Almijara que dejan paso, más al oeste, a la sierra de Alhama que se divisa cargada de nieve en sus cumbres. La orografía se suaviza en los pasos de Santa Fe, el Temple y las estribaciones de la Sierra de Loja, que en el oeste se confunden con Parapanda y los cortados de Moclín. Debajo, al norte, los llanos de Cubillas, el pantano y sus campos. Una panorámica visual solo posible desde la posición de la torre llamada el vigía de la Vega.

Ascender al torreón de Albolote, es cubrir una de las etapas de la Ruta de las Fortalezas, que recorre las poblaciones de los Montes. Es un paseo que cada fin de semana realizan decenas de personas que quieren disfrutar de las vistas sobre la ciudad y las sierras, además de pasar una jornada en uno de los espacios naturales mejor conservados del entorno de la ciudad. Se puede acceder desde dos puntos: el camino que desde Atarfe lleva hacia la Ermita de los Tres Juanes y desviarse con el carril hacia las canteras, o por la A-44 hacia Cubillas. Poco antes de llegar al pantano, un cruce a la izquierda dirige hacia Atarfe. Son alrededor de dos kilómetros hasta encontrar el acceso, una carretera señalizada a la derecha, que se interna en la sierra. Casi de inmediato, un área recreativa con barbacoas señala que estamos en el buen camino. Desde este punto es posible seguir a pie o en coche. Se puede subir andando por las veredas entre encinares y matorral mediterráneo, una ascensión realmente empinada que en solo 200 metros accede a la torre, o hacerlo por el carril para vehículos que va rodeando el monte, entre pinares y vegetación.

Es preferible tomar esta segunda opción y, en menos de cuarenta minutos, se habrá llegado a la meta. El carril asciende poco a poco entre encinas y matorral en el que hay una planta muy especial, Astragalus alopecuroides, con flores amarillas, que es el alimento de una mariposa en peligro de extinción que se ha logrado recuperar en estos parajes, Plebejus hespericus, que se conoce como ‘Niña de Sierra Elvira’, de hecho se han realizado programas de reintroducción de la planta para conseguir la pervivencia de la mariposa. También se encuentran unos matorrales que en el verano y otoño, con la brisa, emiten un sonido de maracas al moverse sus frutos con las semillas en su interior, que pueden llegar a provocar miedo y temor en quien lo escucha sin saber de qué se trata. Se llaman espantalobos.

El carril (que puede recorrerse en coche hasta las inmediaciones de la torre) se interna en un gran pinar de repoblación que se encuentra en un pésimo estado de conservación. En pleno corazón de ese pinar, el carril se bifurca. Al frente, continuará hacia las canteras, la ermita de los Tres Juanes y Atarfe, a la izquierda accede a una zona de grandes antenas de comunicaciones visibles desde la ciudad, y después al torreón.

El sendero, de una forma cómoda, llanea entre un pinar con monte bajo a la derecha y matorral a la izquierda, un espacio en el que, durante el final del invierno y al principio de la primavera pueden verse varias especies de orquídeas ibéricas. Antes de llegar al torreón, a la derecha, hay un área recreativa con mesas para pasar el domingo.

La visión de la ciudad, el valle y las sierras, se adueña del paisaje y muestra las razones por las que hace más de 700 años, los pobladores de Elvira decidieron que el valle de Granada era el lugar donde ubicar la capital del Reino.

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Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle