‘Escuchar es un préstamo a la felicidad del paciente’
Estamos preparados para enfrentarnos a una patología como el cáncer? ¿Qué tiempo dedicamos a charlar con un familiar enfermo? ¿Y cuánto a escucharle? ¿Podemos bromear con alguien que tiene un tumor?
Todas estas preguntas y muchas más nos las responde Jaime Sanz Ortiz, jefe del Servicio de Oncología Médica y Cuidados Paliativos del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (Santander).
Este especialista, experto además en Bioética, nos ha concedido una entrevista para hablar sobre el cáncer, la enfermedad terminal, la muerte y el papel del sentido del humor sobre nuestra salud. El próximo miércoles 26 a las 12 horas lo tendremos con nosotros en un encuentro digital para que responda a todas las cuestiones de los internautas.
Pregunta: ¿Cómo hay que afrontar el cáncer?
Respuesta: Como cualquier otra patología, puede ser curable, crónica o puede producir la muerte. No hay que estigmatizar la enfermedad ni al enfermo. Hay un 50% de pacientes oncológicos que se van a curar. No hay que tener pensamientos negativos falsos, hay muchas cosas por hacer y va a haber mucha gente que va a ayudar. No estamos inermes cuando sufrimos esta enfermedad.
P: ¿Qué hay de psicología y qué de arte en la medicina?
R: La medicina es un verdadero arte. Lo que mueve el mundo son las relaciones interpersonales. Es importante encontrar a un médico receptivo, acogedor y generoso. Y esto no tiene nada que ver con la ciencia.
P: El cáncer es la enfermedad número uno en producción de sufrimiento, ¿qué puede hacer el médico para disminuir la angustia y el dolor?
R: El médico debe ayudar a soportar el sufrimiento inevitable y a no provocar sufrimiento añadido. Si una persona está vulnerable, con tu acción puedes ayudarla a salir de ello o, por el contrario, la puedes hundir en su problema. El especialista no debe añadir más malignidad sino que debe abrir ventanas reales a la situación que tiene el paciente. Es necesario mucho tacto, paciencia y tiempo. El gran problema con el que nos encontramos los profesionales de la salud con el tiempo, porque son necesarias entrevistas continuadas, al ritmo que el enfermo quiera. Cuando la gente tiene un problema, se convierten en personas extraordinarias, lo que pasa es que estamos en una sociedad que no permite eso. Mis pacientes son los mejores y no constituyen ninguna noticia. La gente tiene una gran cantidad de recursos que no sabe que están ahí, esa es la labor del médico: sacar a la luz esos recursos.
P: Casi un millón de vidas se pierden al año por causas que se pueden prevenir ¿por qué la investigación médica no pone más énfasis en la prevención?
R: No es una cuestión de investigación sino de educación y de énfasis. En 1932, había 300 casos de cáncer de pulmón en todo el mundo. Sin embargo, esta cifra aumentó a 190.000 en el año 2002 tan sólo en Estados Unidos. De cada 100 pacientes con tumores de pulmón, 95 han sido fumadores. El tabaco es responsable de un 40% de las muertes por cáncer y la dieta de un 35%. Comer poco, dormir mucho y hacer ejercicio, estos serían los factores clave para la prevención del cáncer. El estilo de vida también es importante, la prisa es un gran cancerígeno, no se gana nada con ella.
P: ¿Por qué en el hospital se emplean tan poco otro tipo de terapias distintas a los fármacos para aliviar el dolor?
R: Porque no hay tiempo y porque el propio enfermo no lo reclama. Hay gente que viene al médico como quien va a un supermercado: ‘a por las pastillas’. Cuando se receta otra cosa distinta a un fármaco, el enfermo piensa que no crees que tenga dolor o cualquier otro síntoma. Pero en muchas ocasiones lo que necesita el paciente es hablar y explicarte sus sentimientos y situación. La comunicación, el abrir puertas, abre otra visión de la enfermedad y ayuda a que se soporte mejor el dolor.
P: ¿Por qué a veces se trata al paciente como a un niño a quien no se le revela el diagnóstico de su enfermedad?
R: Si el paciente no conoce su enfermedad no va a poder enfrentarse a ella. Se necesita un tiempo extra con el enfermo y con la familia para ir ofreciéndoles datos de su estado y que lo vayan asimilando. Lo que ocurre es que a veces es el propio médico el que quiere luchar contra la muerte en situaciones en las que esto no es posible. Hay que aprender a aceptar la muerte cuando uno está sano, si no se hace así, cuando llegue el momento estaremos ante un gran problema. Hay que realizar un ejercicio diario para aceptar la propia muerte. Debes recordar diariamente todo lo que tienes y que lo puedes perder en un instante. Hay que aceptarlo desde el principio y si el médico no lo tiene asumido así, no podrá trata correctamente al enfermo.
P: ¿Qué hay que hacer cuando el paciente no quiere saber su diagnóstico?
R: Se cumplen las órdenes del enfermo. Hay un pacto tácito y se cumplen sus deseos. Lo más importante es respetar la autonomía del paciente y hay gente que se siente bien recibiendo quimioterapia, aunque ésta no pueda ayudarle en su cáncer. Hay que tener en cuenta, que nuestros grandes maestros son los enfermos y la familia. Estamos en un país donde todavía existe el concepto de familia y ella tiene el mérito de saber atender al enfermo las 24 horas del día.
P: Los cuidadores con frecuencia se centran más en el suero o las condiciones físicas del enfermo y olvidan conversar con él, ¿qué importancia tiene la comunicación en una enfermedad como el cáncer?
R: En las unidades paliativas –departamentos que asisten a pacientes terminales—, escuchar es un préstamo a la felicidad del paciente. Esto supone un coste que es el tiempo. El primer paso de la comunicación es escuchar, dos monólogos no es igual a un diálogo.
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