«Piojos y escalones» por Juan de Dios Villanueva Roa
Se amontonan los temas en estos días que deberían ser de relajamiento.
Entre los Montoros con sus avaricias, las golferías de los Koldos y los ombligos de los Puigdemont, acompañados de que mientras peor, mejor, que en su día diría el famélico diputado popular Cristóbal, antes de ejercer desde el BOE de ministro de hacienda con lo que presuntamente dicen que hizo, estamos en que la moda de ahora es irnos contra del universo gobernante, –méritos hace– empezando por sus currículos vitae, que parece están sucintamente decorados, no con falsedades, mentiras y estudios no realizados, más bien están llenos de imprecisiones y acomodos a quién se supone que los va a leer –influencers de medio pelo y falso papel–. Y esto va desde la diputada popular Núñez o nuestro Juanma hasta quienes ahora quieren hacer méritos para nominarse a futuros gobiernos tras las próximas elecciones, que ya se supone las ganarán los de VOX y algo el PP.
Con esas mimbres se están construyendo los cestos en estos últimos tiempos. Y la gente ya está que no cree ni en quien le dio las virtudes y defectos. Modas, que diría aquel, de hacer las cosas mal porque otros las harán peor. Y mientras, aquí estamos los humanos pasando las calores estivales, combatiéndolas cada cual como puede.
Ahora a la juventud les rasuran a máquina la parte trasera de la cabeza, no sé si buscando el frescor, la moda de ir a medio pelar o bien es que los peluqueros han visto ahí un pingüe negocio, pues los tienen cada semana en la puerta para ser rapados con dibujos como sus ídolos. Cosas nuevas, antes se hacían con un tazón y servía para combatir los piojos y ahorrar champú.
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