«Candiles y candilejas» por Juan de Dios Villanueva Roa
Seguimos en este agosto con la dependencia y la parca atención que desde el
gobierno andaluz se le está llevando a cabo.
Hay que vivirla, que tenerla dentro para comprender lo fundamental que puede ser en la mayoría de los casos.
Los cuidados y atención a nuestros mayores han sufrido uno de los cambios más importantes en la sociedad actual en relación con costumbres de hace algunas décadas. Hoy ser mayor puede significar estar abocado a la soledad, a la desprotección y a una situación de la que la mayoría no se queja porque no quiere molestar a la familia. Bien al contrario, llegando de dónde vienen su
intención será seguir siendo útiles, aunque no sea precisa.
Mientras respondan las capacidades no habrá problema. La cuestión surge cuando las limitaciones
van creciendo. No es algo que ocurra de un día para otro, van disminuyendo las capacidades pausadamente (salvo incidentes o accidentes) y solo lo perciben quienes están próximos a ellos. Ni la propia persona se da cuenta cuando esa bajada es de tipo cognitivo, porque una cosa puede llevar a la otra, salvo en determinados momentos en los que se auto percibe ese cambio en las condiciones. La asunción del deterioro es fundamental, como lo es la aceptación de los cambios por la persona y familia.
La cuestión es que entonces la sociedad a través de los gobiernos municipales y autonómicos, que
son los que tienen las competencias, deben tener preparados los recursos que mantenga la dignidad a esta ciudadanía que ha sido la que nos ha traído hasta aquí. Lo razonable es que lo vieran así también quienes más medios tienen para dedicarlos a sus mayores, porque en poco todos seremos iguales, aunque hasta ahí haya quien esté dispuesto a mantener esas clases y diferencias.
foto:Una mujer anciana dependiente recibe ayuda de su cuidador
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