Ana Belén, entregada, virtuosa, comprometida y sostenida

La cantante convierte el Palacio de Congresos en una fiesta en la clausura del 1001 Músicas-CaixaBank con un concierto en el que no ha faltado ninguno de sus grandes temas

La madrileña, arropada por seis músicos, entre ellos su hijo, David San José, director musical del espectáculo, lo ha dado todo en Granada en el concierto de clausura de la quinta edición del ciclo 1001 Músicas-Caixabank.

Y es que Ana Belén es capaz de darlo todo sin abandonar ni un solo segundo la técnica que la arropa. Ana Belén lo da todo sin despeinarse un pelo, y esta destreza es, sin duda, un talento único y extraño. Su voz es limpia y clara tanto en los agudos como en los graves, en los ataques precisos y en la disolución de los finales, en los tempos lentos y en los ritmos desenfrenados…

Existen cantantes cuyas voces acusan los golpes del paso del tiempo mostrando su pasión peligrosamente al borde del desgarro y otras que exhiben su virtuosismo nítido asombrando con una perfección clásica. Ana Belén no es ninguna de las dos, o quizás sea más acertado decir que es las dos a la vez. Ana Belén transmite energía y pasión, sin miedo a dibujar asomos de blues o rock en sus temas, pero siempre sostenida por una técnica vocal impoluta, que nunca la suelta de la mano, aunque pudiera parecerlo en ocasiones.

Ana Belén no se rompe; sus agudos, aunque impresionantes, están extremadamente cuidados, apoyados en los resonadores adecuados, el tiempo adecuado, con la intensidad justa para no arriesgar. Esa forma está meticulosamente protegida y cuidada. Y lo mismo sucede con el contenido. Sus letras te tocan el corazón con mensajes que están narrados por una actriz profesional, y eso se nota. No solo canta, cuenta, y al contar transmite emociones sin emocionarse ella, como buena intérprete forjada en los teatros a las órdenes de los más grandes directores de teatro, como Miguel Narros, su mentor escénico, que también fue su salvador, por así decirlo. El que la rescató cuando las críticas a su actuación infantil en la película ‘Zampo y yo’ con solo 12 años, la dejaron por los suelos.

Narros supo ver, sin embargo, el talento de Ana, y se la llevó a la Compañía Nacional de Teatro para que aprendiera. Y vaya si aprendió. Bajo su tutela fue forjándose junto a las primeras figuras del teatro de la época, de los que lo aprendió todo, convirtiéndose en una excelente actriz. De esas que nunca se quedarán afónicas porque, si tienen que gritar, además de hacerlo con emoción, lo harán con técnica que las sostenga y proteja su valioso instrumento: su cuerpo, su voz.

 

Precisamente al apoyarse en la técnica, Ana Belén puede ser generosa y entregarse desplegando su virtuosismo, sostenida por esas tablas que son el andamio seguro desde el que enamorar al público con precisión y firmeza.

Cuento todo esto para que podamos entender que Ana Belén, a sus setenta y pico años, nos ha brindado esta noche un concierto largo y realmente impresionante. Ha cantado 24 temas, sin descanso alguno. No ha habido cantantes invitados que permitieran que su voz descansara; ella ha sido la protagonista durante todo el tiempo, sin evitar ni uno solo de los agudos que cantaba hace 40 años. Como si el tiempo no hubiera pasado, y sus cuerdas no envejecieran… Y es que posiblemente las cuerdas vocales de Ana Belén son unas cuerdas vocales muy bien cuidadas.

Impresionante y sostenida, que no contenida. Intensa, pero no desgarrada. Narradora de emociones que transmiten sus palabras y la manera de entonarlas, Ana Belén ha enamorado al público que en los bises ha abandonado sus asientos para acercarse al escenario, convirtiendo el auditorio en una improvisada sala de baile.

El espectáculo está diseñado por David San José al milímetro, para deleitar con los temas de siempre e ir acostumbrando a nuestros oídos a los nuevos. Ella misma lo advierte al comienzo: “Queremos que conozcáis nuestros nuevos temas, pero no os preocupéis, también cantaremos los que todos estáis esperando”.

Y así ha sido: Hemos escuchado ‘Desde mi libertad’, ‘A la sombra de un león’, ‘Peces de ciudad’, ‘Agapimú’, ‘Lía’, ‘El hombre del piano’, ‘Derroche’, ‘España camisa blanca de mi esperanza’, ‘La puerta de Alcalá’ y muchas más.

Arrancar la velada con ‘Solo le pido a Dios’ y entonar rotunda la estrofa “…que la guerra no me sea indiferente, es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente” es sin lugar a dudas una declaración de principios en los tiempos atroces de violencia que estamos viviendo. Y por si eso no quedara claro, al presentar el tercer tema de la noche, ‘Que no hablen en mi nombre’, coescrita por la propia Ana Belén junto a Vicky Gastelo para el nuevo disco, la cantante introdujo el tema denunciando la barbarie que sufren mujeres y niñas en Palestina, con unas cifras que quedaban tristemente obsoletas al tratarse de las que ofrecía ONU Women el pasado mes de abril, cuando comenzó la gira.

Este ‘Que no hablen en mi nombre’ es un tema nuevo, llamado a convertirse en otro de los himnos que Ana Belén ha cantado a lo largo de su carrera, en la que el compromiso social y político ha tenido siempre un lugar destacado.

La noche nos regaló también algunas sorpresas inesperadas, como el tema escrito por Carlos Berlanga y Nacho Canut ‘Cómo pudiste hacerme esto a mí’, que popularizaron en 1984 Alaska y Dinarama, convertido en un sugerente swing tanguero al más puro estilo cabaretero, o algunos temas menos conocidos y mucho más jazzeros, como ‘La salida no es por ahí’ de Michel Camilo, que, según nos contó Ana Belén, tuvo arreglos y letras de Víctor Manuel para los títulos de crédito de la película ‘Se infiel y no mires con quién’, aunque finalmente no se utilizara en el film.

Para no olvidar el carácter crítico de esta crónica, quiero señalar que la ecualización de la banda tenía una presencia excesiva, que dejaba en ocasiones la voz de la cantante con menos protagonismo del deseado. Además, los juegos de modulaciones electrónicas desde la mesa de sonido transformaban a veces la voz de un modo que se aleja mucho de lo que estamos acostumbrados a escuchar en una cantante con la potencia vocal de Ana Belén, que no necesita para nada semejantes filtros. Lo sé, se trataba de juegos instrumentales, no lo dudo, pero eché en falta poder disfrutar de la voz desnuda de Ana Belén, ya que incluso en los temas con menos acompañamiento, su voz estaba bastante ecualizada.

Dicho esto, la entrega y el talento de Ana Belén nos ha regalado un conciertazo inolvidable que ha supuesto un perfecto broche de oro para esta quinta edición del 1001 Músicas-Caixabank. Deseando conocer ya el cartel del próximo año, que seguro estará a la altura a la que nos tienen acostumbrados estas pasadas ediciones.

FOTO: Ana Belén en su concierto para cerrar la quinta edición del 1001 Músicas-CaixaBank Foto: Gabinete 
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