La Flotilla: un paso de libertad contra la crueldad
La Flotilla SUMUD tenía tres objetivos cuándo salió de puerto rumbo a Gaza. Quería llevar ayuda humanitaria en medio del bloqueo que el Estado de Israel imponía al pueblo palestino, quería visibilizar la lucha contra el genocidio y, por último, quería activar las redes internacionales de apoyo para que presionaran a sus gobiernos en favor del pueblo palestino.
No podemos hablar en sentido estricto de una acción de desobediencia civil, porque la Flotilla no ha quebrantado ninguna norma. Al contrario, ha cumplido el mandato de la ONU que los gobiernos están incumpliendo, intentando garantizar la ayuda humanitaria.
En la noche del miércoles y a lo largo de la madrugada del jueves, hora española, la Flotilla fue ocupada ilegalmente por Israel. Se han producido casi 500 detenciones entre la tripulación de los distintos barcos, entre ellos 40 personas con ciudadanía española, incluyendo a la ex alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y otros cargos públicos y representantes de organizaciones sociales y civiles. El proceso de detención se ha podido seguir por streaming. Un streaming al que se han conectado más de 50.000 personas y que, en España, fue retransmitido por varias cadenas de televisión.
Horas antes de ser asaltados, Moncloa pidió a los miembros de la Flotilla que no entraran en la zona de exclusión establecida por Israel porque la embarcación enviada por el gobierno para acompañarles no podría entrar en esa zona. La Flotilla, por supuesto, siguió su camino. La «zona de exclusión» es una denominación que Israel utiliza para apropiarse de aguas internacionales. En cualquier caso, en ese gesto de Moncloa (parad) y en el gesto de la flotilla (seguir) se resume la esencia misma de la existencia de la propia Flotilla. Su razón de ser.
En las movilizaciones del año 2000 con la cumbre del FMI en Praga, el movimiento Tute Bianche que posteriormente se convirtió en el Movimiento de las y los desobedientes en las movilizaciones de Génova contra el G8, llamó a eso que hizo la Flotilla «paso de libertad». Un paso de libertad es cruzar una línea física simbólica para abrir la situación práctica y políticamente.
Gracias a que la Flotilla siguió adelante dónde la Moncloa le pedía que no lo hicieran, las movilizaciones internacionales sobre Palestina se han multiplicado. El viernes por la mañana me pasaron un video en el que se veía a pescadores palestinos salir a pescar por primera vez en mucho tiempo. El despliegue militar de Israel para controlar a la Flotilla les dio la oportunidad de salir y recoger comida. Es un video muy emocionante que mezcla la velocidad con la que tienen que actuar, con la emoción al ver que tienen peces en medio de una hambruna premeditada.
Igual que las movilizaciones contra la participación del equipo israelí en la Vuelta a España de ciclismo llevaron al gobierno a un decreto-ley de embargo de armas que llegará muy pronto al congreso, la movilización de la Flotilla se sitúa en un momento crucial de esta fase del genocidio. Trump y Netanyahu han hecho una propuesta de ‘paz’ para responder al escenario que se vio en la ONU apenas una semana antes, con un Estado de Israel cuestionado y aislado y varios países europeos reconociendo el Estado Palestino.
Esa propuesta de paz tiene como objetivo fundamental neutralizar la presión internacional y construir una suerte de normalidad que permita que prosiga el genocidio. La Flotilla interviene en ese momento para recordarnos que no existe ninguna normalidad para Palestina. Que cualquier paz posible pasa por la justicia y la dignidad de pueblo palestino y el fin del genocidio.
La pregunta que le coloca al gobierno de España y a los gobiernos Europeos es: ¿cuál va a ser vuestro paso de libertad?; porque todo lo que hemos avanzado en estos meses se ha basado en hacer lo contrario a lo que proponen Trump y Netanyahu. Defender el multilateralismo y los derechos humanos exige cruzar alguna línea.
Otro video que ha circulado estos días, difundido por fuentes de propaganda israelí, muestra al ex ministro de seguridad nacional de Israel, el ultra derechista Ben Gvir, visitando a los detenidos de la Flotilla en el puerto y riéndose de ellos. Para la extrema derecha, la mayor demostración de poder es la crueldad. Poder ser cruel es tener poder. El jueves en la asamblea de Madrid Ayuso hizo lo mismo que Ben Gvir. Esta vez en sede parlamentaria. «Es una asamblea flotante. Ada Colau ya se ha bañado en las islas griegas»; «Se ha acabado ya la batucada flotante», dijo.
La cuestión es que la Flotilla también le gana a la política de la crueldad. No denunciándola, no levantando la voz, sino construyendo otro poder. Otra fuerza. Porque cuando cruzas una línea, además de todo lo que arrastras contigo, está todo lo que se queda detrás de ti.
Por Guillermo Zapata
FOTO: Concentración en León en apoyo a la Global Sumud Flotilla tras ser interceptada por IsraelJ.Casares / EFE
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