Lo que la DANA nos ha enseñado (y lo que aún no hemos aprendido)
Un año después de la catástrofe, analizamos las lecciones que se han podido aprender del 29-O y las mejoras —o la falta de ellas— que se han llevado a cabo.
Cada año, en el inicio del otoño, las lluvias torrenciales son un fenómeno recurrente en el País Valencià. Sin embargo, la DANA del 29 de octubre de 2024 tuvo una virulencia y una agresividad que se había visto pocas veces antes. El contexto de emergencia climática es un factor que, sin duda, está detrás de estos cambios drásticos.
Un año después de aquella catástrofe, la pregunta que se hacen muchos valencianos es inevitable: si volviéramos a encontrarnos el mismo escenario, ¿el resultado sería el mismo? ¿Qué lecciones se han aprendido un año después? Analizamos varios ámbitos para razonar sobre las tareas pendientes o las soluciones que se han llevado a cabo.
Negacionismo climático
En el primer ámbito, el contexto de emergencia climática, se podría decir que el balance es, incluso, de retroceso. La debilidad política en que ha quedado Carlos Mazón después de su negligente gestión de la DANA ha comportado que la continuidad de este haya quedado en las manos de Vox, quien, para seguir apoyándole, ha exigido un pacto político mediante el cual el PP ha hecho suya la práctica totalidad de la mochila ideológica de la ultraderecha. Negacionismo climático incluido, evidentemente.
Y de manera destacada, de hecho. Mazón y su gobierno no solo pone en cuestión el Pacto Verde Europeo, del cual su partido es impulsor en la UE, sino que ha señalado como responsable de la catástrofe a la ley de protección de la huerta que había aprobado el anterior gobierno progresista, que, según su punto de vista, habría impedido realizar las obras necesarias para canalizar los barrancos y que habrían podido evitar la tragedia.
Las entidades ecologistas niegan categóricamente la acusación: no solo la citada ley permite realizar actuaciones para paliar los efectos de las inundaciones, sino que, más aún, el suelo agrícola ayuda a drenar y laminar el agua, al contrario del efecto de sellado que provocan los suelos asfaltados, urbanos o industriales. La derogación de la ley de protección de la huerta supone, así, un nuevo impulso para el urbanismo en la zona afectada por la riada, que, incluso, muchas veces se sigue planteando en zonas inundables. Ciertamente, es difícil combatir los efectos de la emergencia climática desde el negacionismo climático.
Sin muchas mejoras en las infraestructuras
Si hablamos de infraestructuras, de aquellas que podrían haber paliado la inundación y que Mazón señala que la ley de la huerta las habría impedido, ¿qué hay encima de la mesa un año después? La realidad es que hay poca cosa.
Se cuenta, eso sí, con un documento de Propuesta de Plan para la recuperación y mejora de la resiliencia frente a las inundaciones en el territorio afectado por la DANA del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, en fase de exposición pública y alegaciones, pero, lógicamente, un año después, como mucho, se ha limitado a reparar daños. Si los planes anteriores para las canalizaciones de la rambla de Poio, por ejemplo, pasaron décadas sin concretarse hasta que acabaron desvaneciéndose, habrá que esperar para ver qué pasa con estas nuevas iniciativas, si son suficientes y si llegan a buen puerto.
Finalmente, la presa de Forata, que desagua en el Magre y que mantuvo en vilo a toda la población de la comarca durante la DANA, con un alto riesgo de rotura, ha pasado, durante este período, por unas obras de emergencia de reparación de los daños producidos, pero no hay previsión de una reforma en profundidad.
Exhaustos, con una plantilla insuficiente y sin recursos
Una de las primeras medias que tomó Carlos Mazón como nuevo president de la Generalitat fue desmantelar y denunciar un «chiringuito» la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE) que había puesto en marcha el anterior gobierno progresista. Se trataba de un inicio de cuerpo único valenciano de emergencias que se sobrepusiera y coordinara a los siete consorcios de bomberos actuales.
Durante el verano pasado, los bomberos del consorcio de la Diputación de València se pusieron en «huelga de celo». Es decir, se limitaban a cumplir su jornada laboral y no asumían horas extra. De esta forma, se visualizaba la falta crónica de plantilla. Cada día, uno de cada cinco parques de bomberos no podía abrir por falta de personal.
A la falta de brazos, se sumaba un material precario y anticuado, que, además, no había sido repuesto después de los daños sufridos durante la DANA. En este ámbito, por lo tanto, se puede decir que se ha avanzado bien poco o nada. Tal como lo definía un miembro de la Junta de Personal del consorcio de bomberos de València, «volvería a pasar lo mismo«.
Formación escolar en emergencias naturales
Carmen Grau es investigadora sobre prevención y gestión de desastres naturales en la Universidad de Waseda, en Japón. Natural de Tavernes de la Valldigna, después de la DANA quiso aprovechar sus conocimientos para mejoras en su tierra de origen. Uno de los aspectos que apuntaba es la formación sobre emergencias en el ámbito escolar.
En este sentido, la Generalitat presentó la semana pasada, de cara al año de la DANA, el programa escolar Dona el PAS, un juego de palabras con la expresión «da el paso» y las siglas de «prevenimos, actuamos, salvamos». El objetivo declarado «es fomentar la cultura de la autoprotección y la respuesta frente a los riesgos naturales desde edades tempranas», pero, claro está, el programa solo ha hecho que empezar, por lo que no se pueden hacer valoraciones sobre su impacto o su utilidad.
Mensajes de alerta: con antelación y información correcta
A finales del pasado mes de septiembre, una nueva DANA amenazaba el País Valencià e hizo revivir las experiencias del octubre del año anterior. Esta vez, sin embargo, además de tener una afectación menor, aunque también importante, sí que produjo acciones de prevención y alerta a la población.
Entre estas, probablemente la más llamativa fue la del envío del mensaje Es Alert a los teléfonos móviles de la población. Si el 29 de octubre de 2024 se envió a las 20.11 h, cuando, según la instrucción de la jueza de Catarroja, la mayoría de las víctimas mortales ya habían fallecido, y unas casi 13 horas después de que AEMET declarara un aviso rojo por fuertes lluvias, el 28 de septiembre de 2025 el mensaje llegaba con 14 horas de antelación respecto al aviso rojo.
Ahora bien, probablemente la diferencia más destacada, incluso que la temporal, es la del mensaje que acompañaba el Es Alert. En octubre de 2024, este mensaje instaba a tomar precauciones y no salir de casa. Sin embargo, un gran número de víctimas mortales de la DANA fallecieron precisamente ahogados en sus casas, la mayoría de ellas, gente de edad avanzada, con movilidad reducida, que se vio atrapada por la inundación, sin capacidad de reaccionar.
Para el pasado septiembre, eso sí, al texto del Es Alert se incorporó la recomendación básica de buscar refugio en zonas altas o subir a un piso superior, una indicación clave, por lo tanto.
En definitiva, en el cómputo general, la nota de evaluación respecto a la lección aprendida de la DANA sería la de necesita mejorar. Para una asignatura aparte quedaría, claro está, la evaluación de la falta de asunción de responsabilidades por la gestión negligente de aquella tragedia.

