Otitis, resfriado… La pregunta del millón: ¿cuándo necesita mi hijo antibiótico?

La llamada prescripción diferida ayuda a reducir la toma de fármacos en los niños más pequeños

Otra vez otitis… y ya van tres este invierno. Es una de las infecciones que más habitualmente tratan los pediatras. En el otoscopio se ve el tímpano enrojecido, aunque no hay supuración ni fiebre. ¿Le doy antibiótico o no? Hasta hace unos años el protocolo era recetar, sí o sí. Y el niño se curaba. Hoy los pediatras se hacen la pregunta, a veces no recetan… y también se curan. «Hay cuadros que se resuelven espontáneamente sin necesidad de tomar antibiótico. Muchas veces una otitis se puede pasar con ibuprofeno», explica Cristina Rodríguez, coordinadora del Grupo de Patología Infecciosa de la Asociación Española de Pediatras de Atención Primaria (AEPap), quien confirma que, de niños (y a veces también de adultos), hemos tomado más antibiótico del que hubiésemos necesitado.

Las consecuencias trascienden de la salud personal para engordar un reto que ya es global: las bacterias multirresistentes, un problema que causa 35.000 muertes al año en Europa y genera un gasto sanitario adicional de unos 1.500 millones de euros. «Una de cada seis infecciones bacterianas que desembocaron en infecciones habituales eran resistente a los tratamientos con antibióticos», advertía este mes de octubre la OMS. Refería datos del periodo 2018-2023, años en los que la resistencia a los antibióticos aumentó en más del 40% de las combinaciones de patógeno-antibiótico monitoreadas en un centenar de países, «con un incremento anual medio de entre el 5% y el 15%», señalan.

España respondió en 2014 al desafío con un Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) que desde entonces trabaja por preservar la eficacia de los antibióticos existentes y que ha logrado reducir en los últimos once años un 13,8% su toma. «La resistencia a los antibióticos es un proceso natural, pero una utilización excesiva o el uso inadecuado de los medicamentos lo acelera», advierte la experta. Y las consecuencias de este ‘acelerón’ serán globales. «Si no solucionamos este problema, en el año 2050 los expertos prevén un total de 40.000 muertes anuales por infecciones que antes eran fácilmente curables», advierten desde el PRAN.

80% de las infecciones invernales que afectan a la nariz, los oídos, la garganta y los pulmones son de origen vírico, por lo que tomar antibióticos no las curará, advierten desde el PRAN.

La lucha contra las bacterias multirresistentes es uno de los grandes desafíos que aborda la comunidad científica mundial. Y exige acciones a todos los niveles. Desde el hospitalario al médico de cabecera. En este sentido, desde la Asociación Española de Pediatras de Atención Primaria se ha hecho un llamamiento a aplicar la «prescripción prudente» en el colectivo de niños de 0 a 4 años, «uno de los grupos de población que más antibióticos reciben». La prescripción prudente, herramienta fundamental en esta lucha global, se asienta en 3 pilares.

La prescripción diferida

«Se entrega a la familia del niño la receta de antibiótico, pero con la indicación de no administrarlo de inmediato y cogerlo en la farmacia solo si los síntomas no mejoran», explica Cristina Rodríguez. Volviendo al caso de la otitis… «Cuando no hay pus ni fiebre es probable que se resuelva sola. Igual que una sinusitis, otra de las infecciones habituales en niños tan pequeños. A la familia se le da una garantía de seguimiento, una cita presencial o telefónica al de cuarenta y ocho horas e indicaciones de administrar el antibiótico en caso de dolor intenso, supuración, fiebre alta…».

Cristina lo hace así desde hace casi una década y su experiencia le dice que las familias, lejos de aceptar la propuesta con reticencias, «se muestran favorables y responsables en la administración de los fármacos a sus hijos». Esta prescripción diferida –argumenta la profesional– «evita también muchas visitas a urgencias los fines de semana, ya que el viernes le das la receta a la familia y, si el niño o la niña empeora, pueden ir a la farmacia el sábado o el domingo a coger el antibiótico». Cuando así sucede, la indicación pediátrica es volver a la consulta para que el médico supervise la evolución.

Antibióticos de espectro reducido

«Cuando los médicos tratamos las infecciones no sabemos exactamente cuáles son las bacterias implicadas en el proceso, pero sabemos cuáles son las más frecuentes. Cuando recetas un antibiótico de amplio espectro significa que el fármaco actúa contra una gran cantidad de bacterias, de modo que ‘aciertas’ siempre», explica Cristina Rodríguez. El problema es que administrar por defecto antibióticos de amplio espectro contribuye a la resistencia antimicrobiana «y muchas enfermedades se curan con antibióticos más ‘sencillos’, de bajo espectro». Un ejemplo que nos resultará familiar sobre qué es uno u otro: la amoxicilina, que se receta de manera muy habitual, es un fármaco de bajo espectro y de amplio la amoxicilina con clavulánico.

Cinco días en lugar de ocho

«Cuanto más largo es el tratamiento, más riesgo hay que desarrollar resistencias». Asegura la pediatra que «cada vez se publican más estudios que abogan por pautas cortas». En nuestro niño con otitis del artículo… «si tiene más de 2 años y la enfermedad se complica puede ser correcto administrar antibiótico cinco días en lugar de ocho».

Que los animales tomen menos antibióticos nos ayuda

Desde que en 2014 España pusiera en marcha su plan de lucha contra la resistencia a los antibióticos, el consumo de fármacos en sanidad animal se ha reducido hasta un 60,15%. Los animales son el otro foco de acción, ya que «portan determinados microorganismos que pueden ser transferidos al humano, de modo que proteger la salud de los animales contribuye a proteger nuestra propia salud», advierten desde el PRAN

Yolanda Veiga

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