La divinidad romana Fortuna fue asumida y preservada por la civilización romana a partir de sus remotos orígenes, en los cuales su veneración y culto estaba ligado al ámbito familiar.

Este culto fue tomado por los primeros pobladores de la ciudad latina Praeneste, cuyo nombre actual es Palestrina, donde recibió la adoración como madre curotrófica (del griego “Kourotrophos” que significa “cuidadora de niños”) y con habilidades en el ámbito de la adivinación.

La evolución de su culto la llevó a equipararse con la diosa de la mitología griega Týkhē, a quien se le atribuye las facultades de ser la portadora del destino, la fortuna, la prosperidad y la suerte de las comunidades. Igualmente se le asemejó con el de la diosa griega Ocasión, también conocida con el nombre de Oportunidad, a quien se solía representar como una mujer hermosa de larga cabellera, aunque con la mitad de su cabeza calva, portadora de una rueda en constante movimiento.

De la extremidad de su espalda y sus pies sobresalían dos alas para indicar que uno no debe dejar escapar las oportunidades que se le presentan, pues éstas no duran de manera eterna. Su evolución iconográfica fue transformándose hasta llegar a ser el mito con el que hoy en día la relacionamos: una diosa asociada a lo benévolo y nefasto, a la desdicha y la felicidad, y también a la la fertilidad.

Fortuna prerromana

La diosa fortuna ya era venerada por los pueblos itálicos prerromanos, puesto que existen personificaciones de la misma, siendo quizá las más representativas de este periodo las siguientes:

Fortuna de Preneste o Fortuna Primigenia: Como su propio nombre indica, esta diosa tuvo sus orígenes como divinidad primordial, como diosa madre o nodriza de Júpiter y Juno lactantes. Sin embargo, con el tiempo se pasó a interpretar Primigenia en el sentido de “la que ha nacido primera”, es decir, la primogénita, y se la consideró la primera hija de Júpiter.

Fortunas de Ancio: El rasgo característico es la dualidad, siempre se las nombra y se las representa como dos figuras cuyos cuerpos son parecidos pero no exactamente iguales, diferenciándose en las vestiduras y ornamentos. Sin embargo, no se cree que hubiese una repartición de deberes entre ellas. Ambas son oraculares, protectoras de los nacimientos, anunciadoras del destino y protectoras de la ciudad. Tampoco tenían sobrenombres distintos.

Otros cultos itálicos a la diosa Fortuna: Aunque las dos anteriores son las personificaciones prerromanas más famosas, la antigua Italia estaba poblada de santuarios y templos dedicados a esta diosa, como el de Álgido, en los montes albanos.

Fortuna romana

Fue glorificada y deificada como una divinidad romana gracias al amparo que obtuvo del sexto rey romano Servio Tulio (578 a. C-535 a. C), a quien se le considera adorador, amante y por tanto, protector y protegido de la diosa Fortuna; divinidad a la que erigió un templo de culto ubicado al pie del monte Capitolino.

También en la época romana hubo varias personificaciones de la diosa Fortuna:

Diosa Fortuna (Imagen: web)

Diosa Fortuna (Imagen: web)

Fortuna del Foro Boario: Esta es la fortuna que deificó el rey Servio Tulio (578 a. C-535 a. C), como hemos indicado anteriormente. Existen varias hipótesis sobre los ámbitos de poder esta diosa:

  • Diosa del azar, personificación del destino.

  • Fortuna Virgo: divinidad del pudor virginal.

  • Fortuna Redux: divinidad encargada de proteger a las personas en viajes peligrosos y traerlas de vuelta.

  • Protectora de la población femenina adulta: su función era la de proteger a la mujer soltera en su paso al estado de casada.

  • Dispensadora de soberanía: su función principal era la de atribuir legitimidad al soberano.

Fortuna Muliebris: Era un culto de las mujeres casadas y su ámbito de poder era la maternidad, la vida femenina y los poderes curotróficos.

Fortuna Barbata: Se sabe poco de esta Fortuna, salvo que está relacionada con el mundo masculino.

Fortuna Virilis: También es poco conocida aunque se suele interpretar como una deidad que proporciona éxito a las mujeres en sus relaciones con los hombres, por lo que a pesar del nombre sigue siendo una deidad de las mujeres.

A las Fortunas Virgo, Muliebris, Barbata y Virilis se les llama Fortunas arcaicas socio-biológicas.

Fortuna Viscata: Es un vestigio de la antigua religión prerromana a la diosa Fortuna. Esta diosa tuvo un santuario en el monte Palatino que la tradición atribuye también al rey Servio Tulio.

Fortuna Transtiberina: Se llama así porque su culto estuvo ubicado en el margen derecho del río Tíber, también llamado Transtévere. También se la conoce con el nombre de Fors Fortuna. Este culto persistió hasta el final del paganismo en el siglo IV d. C. Esta diosa es la encarnación del azar y de la suerte (en el sentido de buena suerte, es decir, positivo). En principio representaba sobre todo la suerte en el mundo agrario, velando por la fertilidad de los campos y la prosperidad de los campesinos que los trabajaban.

Evolución de la diosa Fortuna

Por influencia etrusca, Fortuna se convirtió poco a poco en una divinidad del destino. La diosa romana fundió sus elementos latinos con las aportaciones etruscas relacionadas con el destino y pasó a ser la divinidad caprichosa que a día de hoy la mayor parte de la población nombra y conoce.

En la época prerromana existían varias iconografías, aunque quizás la más famosa sea la representación como diosa madre, como en el templo de Preneste. Sin embargo, en la mitología romana aparece casi siempre como una mujer sosteniendo en una mano un cuerno de la abundancia o cornucopia que representa su capacidad de conceder prosperidad; y en la otra mano un timón de un barco que indica su capacidad para controlar la vida y los destinos de la gente. En ocasiones, aunque no siempre, aparece ciega, simbolizando que la suerte no siempre llega a quien la merece.

Representación de Fortuna (Museo Nacional de Historia de Constanza, Rumania). Fuente: Wikipedia (CristianChirita)

Representación de Fortuna (Museo Nacional de Historia de Constanza, Rumania).
Fuente: Wikipedia (CristianChirita)

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