Las mujeres que marcarán el camino de la ciencia en 2015
Que seis de los siete científicos señalados por Nature como jóvenes promesas a seguir de cerca en este 2015 sean mujeres no debería resultar sorprendente si no fuese porque siguen siendo minoría en el mundo de la I+D en general, y en determinados campos en particular. La situación se está equilibrando poco a poco, y una muestra es que cada vez son más las que ocupan puestos relevantes en investigaciones punteras en todo el mundo.
En su especial de fin de año y como aperitivo del que comienza, Nature eligió siete nombres, investigadores que han dado importantes pasos adelante y cuya labor merece ser seguida de cerca en los próximos meses. Utilizaron novedosas técnicas para responder preguntas planteadas tiempo atrás, consiguieron ver lo que no se había podido ver hasta ahora, encontraron nuevas y mejores formas de controlar nuestra salud…
Y una curiosidad: el único hombre de la lista es un español, Óscar Fernández Capetillo, investigador del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Fernández Capetillo forma parte de un equipo que ha desarrollado un método eficaz de descubrir los genes que ayudan a determinados tumores a resistir a la quimioterapia.
Nieng Yan, bióloga estructural
El año pasado, Nieng Yan utilizó la cristalografía para observar la estructura de la GLUT1, una proteína clave en nuestro organismo, encargada de transportar glucosa a las células, algo que los científicos llevaban cuatro décadas estudiando.
Proyectos que eran un desafío y que podrían llevar hasta diez años utilizando la cristalografía solo requieren medio año utilizando la microscopia crioelectrónica. Te hace preguntarte qué harás durante los otros nueve años
En su laboratorio de la Universidad Tsinghua en Pekín, Yan combina técnicas de biología estructural, bioquímica y biofísica para observar y entender la estructura y el funcionamiento de las membranas celulares, y cómo los componentes entran y salen de las células. Entre esas técnicas está la cristalografía, utilizada durante décadas para observar la estructura microscópica de los materiales, y que ahora se encuentra en una encrucijada.
«Nos encontramos en el mejor momento de la biología estructural, y a la vez en el peor. Podemos cristalizar moléculas y utilizar rayos X para obtener un patrón de difracción que revele sus estructuras, pero un nuevo enfoque llamado microscopia crioelectrónica ha provocado una revolución gracias a los avances tecnológicos que supone. Proyectos que eran un desafío y que podrían llevar hasta diez años utilizando la cristalografía solo requieren medio año utilizando la microscopia crioelectrónica. Te hace preguntarte qué harás durante los otros nueve años».
El interés de Jennifer Dionne por las interacciones entre la luz y los materiales comenzó de niña, al observar los colores en las alas de una mariposa, y entender que el secreto no estaba solo en los pigmentos de las alas, sino en la forma en que la luz incidía en ellos y se reflejaba después. «Estos bellos ejemplos de la naturaleza probablemente impulsaron mi interés en la ingeniería de materiales que interactúan con la luz en formas muy precisas»
Asegura que tener un hijo ha cambiado su perspectiva de su trabajo, haciendo que se centre en avances que realmente puedan hacer del mundo un lugar mejor
En este nuevo año, Dionne piensa avanzar en su trabajo experimentando a nanoescala con materiales en los que los fotones solo pueden desplazarse en una dirección, algo que podría tener un impacto en el futuro dentro de la industria tecnológica. «Los dispositivos, desde los móviles hasta los superordenadores, están basados en componentes electrónicos, en parte porque es fácil hacer que los electrones vayan en una dirección. Sustituirlos por componentes ópticos podría hacer la tecnología más inteligente, más pequeña y energéticamente más eficiente».
Dionne, de 33 años, ha sido madre por primera vez durante este 2014, algo que inevitablemente ha afectado a su carrera científica, de forma positiva. Asegura que tener un hijo ha cambiado la perspectiva de su trabajo, haciendo que se centre en avances que realmente puedan hacer del mundo un lugar mejor para las próximas generaciones.
Danielle Bassett, bioingeniera
Danielle Bassett investiga en la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia, cómo las redes interpersonales se parecen al modo en que funciona y aprende el cerebro. En el 2014, Bassett fue la persona más joven en recibir una beca MacArthur
En vez de conferencias sobre un solo tema, necesitamos más discusiones interdisciplinares sobre un área
«Quiero explorar cómo se podrían aplicar algunas herramientas de la ingenieria de sistemas a la medicina, para ver cómo los medicamentos o la estimulación electromagnética podrían ayudar a los pacientes con enfermedades mentales o daño cerebral». La pregunta más importante, explica, está justo en la intersección entre la ingeniería de sistemas y la neurociencia: ¿funcionan los cerebros igual que las redes? ¿En qué forma afecta eso a nuestro aprendizaje?
Para responder, Bassett quiere fomentar que más científicos pasen más tiempo juntos. «En vez de conferencias sobre un solo tema, necesitamos más discusiones interdisciplinares sobre un área», facilitando así llegar a soluciones nuevas, más completas y coherentes.
Suchitra Sebastian, física de materiales
Suchitra Sebastian se refiere a sí misma como «alquimista cuántica», porque su trabajo consiste en investigar cómo convertir un material en un superconductor que no haga falta enfriar a bajísimas temperaturas, como ocurre con la mayoría de estos materiales.
Sebastian reivindica la importancia de asumir riesgos y equivocarse como única forma de conseguir descubrimientos radicalmente nuevos, frente a la recompensa de las pequeñas mejoras progresivas
Para ello, en su laboratorio crean cristales de una gran pureza con materiales que consideran al borde de la superconductividad, y los someten a altas presiones con presas de diamante. «Si los apretamos un poquito, la organización de los electrones del cristal cambia y se convierte en un superconductor, un material que puede transportar electricidad sin perder energía. Es como coger polvo y transformarlo en oro».
Como investigadora, Sebastian reivindica la importancia de asumir riesgos y equivocarse como única forma de conseguir descubrimientos radicalmente nuevos, frente a la recompensa de las pequeñas mejoras progresivas. «Ese trabajo es crucial, claro, pero el campo de la ciencia está claramente desviado hacia ello. La creatividad y los descubrimientos deberían estar igualmente recompensados».
Christine Hendon, especializada en ingeniería biomédica y eléctrica
En la Universidad de Columbia, en Nueva York, Christine Hendon estudia nuevos métodos de monitorizar la actividad cardiaca a escala celular o incluso menor.
En 2015 quiere probar un dispositivo desarrollado en su laboratorio en corazones plenamente funcionales dentro del cuerpo humano. «Muchos sistemas de imagen te ayudan a hacerte una idea del aspecto que tiene un tejido, pero cuando tienes que tomar una decisión médica, quieres saber cómo funciona. Queremos llenar algunas lagunas que existen en la imagen médica, correlacionando estructura y función», explica Hendon.
Para la comunidad científica en general, Hendon desea que el nuevo año llegue lleno de estudio interdisciplinar. Hendon anima a sus estudiantes y colegas a aprender sobre campos y ramas que no sean los de su especialidad. Asegura que para resolver grandes problemas hacen falta grandes equipos formados por expertos en distintas áreas, y la única forma de colaborar y avanzar es que todos ellos puedan entenderse y comunicarse.
Hilke Schlichting, astrofísica
Investigadora del MIT en Cambridge, Hilke Schlichting cree que conocer cómo se formaron los planetas es el siguiente paso para saber de dónde venimos nostros también. Tras un año en el que la astrofísica y la exploración espacial han llenado titulares, espera que 2015 no sea el fin de esa tendencia.
Tenemos que cuidar la diversidad y la independencia de los grupos de investigación pequeños
En su laboratorio, Shlichting y su equipo tratan de averiguar el origen de un tipo concreto de planetas. Estos planetas tienen unas órbitas más pequeñas que la de Mercurio, el más céntrico del Sistema Solar. Pueden dar una vuelta en torno a su estrella en un periodo de entre 10 y 30 días. A Schlichting le interesa descubrir si se formaron en las zonas por las que se mueven o si en su origen seguían órbitas mayores que se fueron encogiendo.
Schlichting defiende el trabajo científico que hacen los grupos de investigación pequeños e independientes. «Tenemos que cuidar la diversidad y la independencia de los grupos de investigación pequeños, sobre todo por los miembros más jóvenes de los departamentos. Las misiones y los grupos grandes consiguen la financiación, y eso está bien, pero debemos asegurarnos de que sigue habiendo líneas de investigación independientes».