Para los granadinos que ya peinan canas, a lo mejor el nombre del barrio no les pilla por sorpresa.

A quienes sí que les causará impacto es a los más jóvenes. Lo sepan o no, vamos a desentrañar una curiosa anécdota de la ciudad por la cual uno de sus zonas más populares tiene nombre.

Hace poco más de cincuenta años que Granada se limitaba básicamente al centro histórico, algo de Camino de Ronda, Albaycín, Realejo y quizá la zona de Villarejo. Todo lo que traspasaba esos límites podía ser considerado lejos de la capital. Era el extrarradio de entonces que hoy componen los pueblos del cinturón metropolitano.

Si en aquella época decidías marcharte de excursión en dirección norte, una vez terminada la Granada de entonces, te toparías con un cortijo muy famoso desde hacía varios años. Dicho lugar se llamaba “La Chana”. Un nombre que en árabe significa paraíso y cuya explicación queda bastante clara si se tiene en cuenta que por aquel entonces esa zona era más bien vega y campo.

Por eso cuando a mediados del siglo XX se decidió expandir la ciudad hacia norte y sur, tras Villarejo llegó la oportunidad de un nuevo barrio como la Chana. Sobre esa casona andaluza fue sobre la que se empezó a edificar uno de los distritos más conocidos de la capital sobre todo por sus tapas. Emprendiendo la ciudad una época de expansión, la década de los 60 fue clave para que la zona fuese creciendo.

Desde entonces quienes vivían cerca del famoso cortijo “La Chana” ya no debían decir que se marchaban camino a Granada ni viceversa. Pues al poco tiempo aquel lugar quedó unido para siempre a la capital. El barrio que hoy es ya es conocido por todos y su origen está en la España más paradisíaca. Aquella en la que los cortijos formaban parte del decorado de los campos de un país aún muy rural.

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