“Las políticas migratorias y un régimen jurídico abolicionista que no regula la práctica de la prostitución generan un círculo de irregularidad que fomenta la explotación sexual” de las mujeres extranjeras en España. Es la tesis de
, profesora de la Universidad de A Coruña y una de las principales expertas europeas en materia de migraciones, y el sociólogo, abogado y criminólogo
, que lleva dos décadas investigando el mercado del sexo desde un punto de vista etnográfico y que es autor del libro
.
Ambos, que coinciden en estudiar la prostitución a partir de relatos de vida —Riopedre mantiene contacto desde mediados de los 90 con algunas de las 15 mujeres en las que centra su libro—, participaron la semana pasada en una sesión sobre Migración, trabajo sexual y trata de personas del Seminario Aragonés de las Migraciones y la Diversidad, en la Facultad de Trabajo Social de Zaragoza.
“Hay que luchar por romper esa cadena de irregularidad, pero no debemos centrar el trabajo solo en las redes de trata de personas. El discurso oficial que vincula inmigración y explotación sexual y que centra la atención en ese aspecto no nos deja ver que detrás hay una actividad económica paralela con la que se lucra mucha gente”, indica Oso. El autor señala “los problemas para regularizar su situación como trabajadoras” y “el temor a ser detenidas” y devueltas a su país —precisamente por no tener papeles— como los principales factores de esa “cadena de irregularidad que aumenta su aislamiento” y que “hace que sean arropadas por proxenetas” que, mientras les dan cobijo —“tienen miedo a salir del club y ser detenidas”— , las explotan con condiciones económicas leoninas —multas, deudas que tardan años en pagar— y un duro régimen laboral.
José López Riopedre: “Si tuvieran ayudas, muchas no optarían a dedicarse a esto”
“Lo que me he encontrado a lo largo de los años no cuadra con la imagen de la vida alegre y fácil no con el de la triste y sórdida”, indica Riopedre, para quien el perfil de las prostitutas encaja “más con el de luchadoras sociales que con el de víctimas”, ya que, según sostiene, “la mayoría se dedica a ese oficio de manera consciente y voluntaria”. “La prostitución es una opción, aunque no una elección, que mucha gente toma por situaciones de exclusión”, mantiene Oso, que anota que “a lo mejor, si tuvieran algún tipo de ayudas, muchas mujeres no optarían por prostituirse”. “La situación de alegalidad de España no ayuda nada”, añade.
Ambos consideran en que las políticas de criminalización de la prostitución deterioran todavía más la situación de las mujeres explotadas sexualmente. “La penalización del cliente –explica Oso— trae mayor irregularidad y perjudica a las mujeres en el sentido de que sus condiciones de trabajo empeoran, pasan a ser todavía más sumergidas”, según coinciden un grupo de 20 investigadores europeos que está investigando ese tema en varios países de la UE.
Una prohibición como la decretada por Suecia, apunta, “es una medida estética, pero que no tiene efectos positivos sobre las mujeres. Al contrario, los servicios se dan en lugares más escondidos y precarios”. “Todo tipo de criminalización empeora las condiciones de las mujeres”, anota Oso, mientras Riopedre corrobora que “las mujeres que siguen trabajando en la prostitución en Suecia lo hacen en unas condiciones más precarias”.
Laura Oso: “Todo tipo de criminalización empeora las condiciones de las mujeres”
Ambos rechazan, a partir de sus trabajos de campo, que la mayoría de las extranjeras que se prostituyen en España lleguen al país a través de redes que las fuerzan a trabajar en el mercado del sexo tras engañarlas primero y coaccionarlas después. Muchas de ellas lo hacen gracias a préstamos de conocidos. En uno y otro caso, no obstante, la deuda con traficantes o con amigos y la falta de papeles endurece sus condiciones de trabajo y las sitúa ante esa “cadena de irregularidad que pesa sobre ellas, que se retroalimenta con una compleja relación de actores sociales”, muchos de ellos con intereses económicos, y de la que les resulta muy difícil salir.
José López Riopedre./ E. B.
“Ningún estudio científico avala que en España hay 300.000 prostitutas y el 95% de ellas, víctimas de trata. Hablamos mucho de trata pero hay muy pocos estudios”, anotó Riopedre. En su opinión, la legislación española se dirige “hacia un modelo abolicionista criminalizador” en materia de prostitución, ya que “hay intereses económicos y políticos muy potentes en contra de cualquier intento de legalización, regulación y descriminalización”.
Los datos oficiales apuntan en esa dirección. El Ministerio del Interior dio por desarticulados el año pasado 25 grupos organizados de proxenetas, mientras el Plan Integral contra la Trata de Mujeres y Niñas con Fines de Explotación Sexual cifra en 900 las víctimas acreditadas en todo el país en 2014 y en 13.983 las personas en riesgo, “en su mayoría mujeres de nacionalidad rumana (seguida de la española, dominicana, brasileña, colombiana y paraguaya), en situación regular en España y detectadas en clubes de alterne con plaza”. Ese mismo documento incluye dos valoraciones sobre el dinero negro que se mueve en torno a la prostitución: 3.700 millones de euros según el INE —un 0,35% del PIB— y 3.024 según Interior.
Desestereotipar el debate
Oso y Riopedre, partidarios de desestereotipar el debate sobre la prostitución —“jugamos con ideas totalmente falsas”, indica el segundo—, coinciden en señalar tres grupos de mujeres extranjeras que la practican en España: las víctimas de las redes de trata, las que se dedicaban a ella en sus países de origen y siguen haciéndolo tras migrar y, por último, las que se han visto obligadas a prostituirse por necesidad económica.
La crisis, paralelamente, ha provocado varios fenómenos. “Más mujeres españolas están volviendo a trabajar en pisos”, a los que también regresan “muchas extranjeras que habían salido”, explica la profesora, que anota que “el paro aboca a muchas madres a este trabajo, aunque no podamos verlo”. En el caso de las extranjeras, apunta el sociólogo, hay casos de abandono por motivos económicos mientras algunas mujeres se trasladan puntualmente a clubes de otros países como Francia e incluso Suecia, pese a la prohibición”.