La Cuba que deja Fidel
- La Habana recibe la muerte de Castro con una mezcla de sentimientos entre la rutina diaria, la tristeza y las expectativas de cambios para el futuro.Visto como símbolo de resistencia frente a EE UU por sus seguidores y como dictadura anquilosada por sus adversarios, el régimen queda con Raúl Castro al frente, rodeado de dirigentes de la vieja guardia comunista
Durante la jornada de ayer sábado, la tranquilidad y la rutina de la vida cotidiana en Cuba apenas se alteró tras conocerse la muerte del mandatario a los 90 años. La noticia fue comunicada al filo de la medianoche del viernes en una alocución televisiva a cargo de su hermano, el presidente cubano Raúl Castro. La primera reacción en La Habana fue de sorpresa cuando, a primera hora de la mañana del sábado, muchos amanecieron con la noticia, mientras que otros la recibieron a mitad de la noche por llamadas de amigos y familiares. Muchos ciudadanos de la isla expresaban su pesar, admiración y orgullo por el líder de la Revolución y también las expectativas de cambios para el futuro de la isla en una jornada en la que el tráfico en las calles de la capital cubana fue el habitual y el ir y venir de la gente transcurría con normalidad.
Los cubanos se preparan para los fastuosos homenajas que se preparan para los próximos días. A partir de mañana, lunes, y hasta el próximo 4 de diciembre, 21 salvas de artillería resonarán a las 9 de la mañana de manera simultánea en La Habana y Santiago de Cuba como homenaje póstumo, según ha informado el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que añade que el lunes se lanzará una salva de cañón cada hora hasta las seis de la tarde. Después y hasta el 3 de diciembre, serán disparadas desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde.
Sus restos recorrerán la isla
Se espera que a partir de mañana y también el martes comiencen a llegar a la isla mandatarios y personalidades para participar en los actos de despedida. Los cubanos podrán despedirse de Castro en La Habana el lunes y martes, cuando sus cenizas reposarán en el monumento memorial a José Martí, en la emblemática Plaza de la Revolución. Allí se celebrará el martes un acto que se espera multitudinario para despedir a Fidel Castro.
El miércoles, sus restos iniciarán una gira que partirá de La Habana y recorrerá la isla durante cuatro días hasta llegar a la provincia oriental de Santiago, un enclave emblemático para los inicios de la Revolución y al que tanto Fidel como su hermano Raúl Castro están muy vinculados, aunque no nacieron allí sino en la vecina Holguín.
Las cenizas llegarán a Santiago el 3 de diciembre y esa jornada habrá un nuevo acto popular que dará paso, el 4 de diciembre, al sepelio de los restos en el cementerio de Santa Ifigenia.
Luces y sombras
Fidel Castro forjó una revolución que exhibe logros y fracasos, pero que sobrevive a su muerte, a varias décadas de roces con Estados Unidos y a la caída del bloque comunista. Visto como símbolo de resistencia frente a Washington por sus seguidores y como dictadura anquilosada por sus adversarios, el régimen cubano pierde a su máximo líder y con su hermano Raúl Castro, de 85 años, al frente, rodeado de militares y dirigentes de la vieja guardia comunista.
Fidel, bajo cuya revolución nació el 70% de los 11,1 millones de cubanos, resistió a 11 presidentes estadounidenses, la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, la crisis de los misiles en 1962, el embargo norteamericano y la crisis del «periodo especial» en que se sumió Cuba a comienzos de los años 1990 tras la debacle de la Unión Soviética.
Declarada socialista en 1961, la revolución puso fin a la dictadura de Fulgencio Batista, nacionalizó propiedades, hizo una reforma agraria -el 8% de los propietarios poseía más del 70% de las tierras-, llevó salud a los rincones apartados de la isla y buscó la erradicación del analfabetismo, que alcanzaba 40% en 1959.
Según los datos que ofrece el régimen cubano y que defienden sus seguidores, Cuba contaría actualmente con índices de salud de primer mundo, mortalidad infantil de 4,2 por 1.000 nacidos vivos -similar a la de Canadá y mejor que Estados Unidos-, una esperanza de vida de 78 años en los hombres y 80 años las mujeres, y hallazgos científicos. Defienden también que el sistema educativo tiene una cobertura del cien por ciento y es obligatorio hasta noveno grado. Destacan también que la revolución de Fidel Castro puso la cultura al alcance popular y desarrolló el deporte, logrando títulos mundiales; aunque muchas de sus estrellas desertaron y se afincaron en el extranjero.
Sus defensores destacan que Fidel llevó a Cuba a la palestra mundial, convirtiéndose en santuario de la izquierda latinoamericana, sostén de rebeliones contra cruentos regímenes apoyados por Washington, promotora del nacionalismo frente a la hegemonía de Estados Unidos, y gestora de misiones de médicos que asistieron a damnificados de desastres naturales y a poblaciones pobres.
«Traición» a la Revolución
Sin embargo, los detractores de Fidel Castro le reprochan un régimen totalitario, de prohibiciones y control policial sobre la población, educación adoctrinadora, y de falta de libertades. En el plano político denuncian también represión a la disidencia, la intolerancia, la falta de elecciones libres y un sistema político que no admite más que al Partido Comunista.
El gobierno llegó a tener, según la disidencia, a miles de personas tras las rejas en los años 1970 y a cientos en las últimas décadas. Raúl Castro excarceló a más de 130 entre 2010 y 2011.
Intelectuales, artistas y compañeros de armas que discreparon con el rumbo del sistema político partieron o se vieron forzados al exilio, muchos acusados de «traición» o de atentar contra la revolución, por lo que pasaron largos años en prisión. Desde 1959, la isla ha vivido una dolorosa diáspora de más de 1,5 millones de cubanos. El gobierno acusa al embargo impuesto por Estados Unidos en 1962 por las penurias y escasez que sufre la población, pero también hay causas propias del modelo cubano, en el que el Estado ha tenido el control de casi toda la actividad económica.
La alimentación y el déficit de vivienda centran los problemas de la vida diaria. Aunque los cubanos tienen una canasta básica subsidiada, es insuficiente y deben comprar muchos alimentos en tiendas, pagando mucho más caro. Según datos oficiales, las familias emplean el 80% de sus ingresos en alimentos. En ese balance, Raúl Castro, a quien su hermano Fidel cedió el mando cuando enfermó en 2006, encara el reto de mantener las conquistas sociales pero corregir los errores con un paquete de reformas de apertura aprobado en 2011 por el partido para, según advirtió, evitar el derrumbe de la revolución.
¿Y ahora qué?
¿Qué va a pasar en Cuba con la muerte de Fidel Castro? . «Grandes funerales», ironizaban a veces los cubanos de la calle al minimizar el impacto que tendría en la isla la desaparición del padre de la revolución cubana. «Los cubanos ya enterraron hace tiempo a Fidel», declaraba un diplomático occidental que vivió varios años en Cuba. «Ellos tienen la cabeza puesta en el futuro, para muchos no es más que un glorioso recuerdo», agrega bajo condición de anonimato. «Con la muerte de Fidel, la situación política y económica probablemente se abrirá. Le quitará un peso a Raúl. El no tendrá que preocuparse más por las contradicciones con su hermano mayor, una personalidad avasalladora», dijo a Michael Shifter, presidente de Inter-American Dialogue, un centro de estudios estadounidense.
Desde su grave enfermedad en 2006, su imagen se modificó y cambió su legendario uniforme verde olivo por ropa deportiva. La figura paternal del «comandante en jefe», tan respetada como temida, permaneció omnipresente, aunque toda su vida Fidel Castro cuidadosamente evitó el culto a la personalidad al estilo estalinista. En Cuba no hay estatuas suyas ni grandes retratos en las calles, pero los muros están cubiertos de sus consignas y la prensa oficial cita cotidianamente sus frases grandilocuentes.
El 70% de los cubanos nunca conoció a otro líder que el que ellos siempre han llamado simplemente Fidel, «el comandante», «el jefe» o incluso «quien tú sabes». En conversaciones, los más prudentes lo aludían con una simple caricia en el mentón, simulando una barba, y bajando la voz…
Reforma económica
«La inmensa mayoría de los cubanos conserva un vínculo personal con Fidel. Tanto quienes lo apoyaban, totalmente o con discrepancias, como aquellos que veían en él la causa de todos los males de Cuba», dijo el politólogo cubano Rafael Hernández, director de la revista Temas. «Yo no soy comunista, soy fidelista», expresaban a menudo los cubanos que se aventuraban a hablar de política con extranjeros. «La expectativa de cambio va a crecer entre la mayoría de los cubanos. La muerte de Fidel muy ciertamente abrirá la puerta a mayores conflictos y confrontaciones entre quienes ejercen el poder. Se habrá ido el supremo árbitro de todos los conflictos en Cuba. Raúl tendrá más, mucho más espacio, pero también lo tendrán sus adversarios políticos», estimó Michael Shifter.
Arturo López Levy, especialista en asuntos cubanos del Centro de Estudios Globales de la Universidad de Nueva York, es más prudente. «Después de la muerte de Fidel Castro, ganarán ímpetu la reforma orientada al mercado y la erradicación de las políticas comunistas más impracticables. Sin el carisma de Fidel, las disposiciones del Partido Comunista descansarán en los resultados económicos», declara. Pero «el impacto sobre el ritmo y la naturaleza de las reformas de Raúl será limitado. Raúl ya tiene la última palabra en la aplicación de su agenda de reformas. El no necesita probar su legitimidad», añadió López Levy. «Lo post-Fidel comenzó en 2006, lo que cuenta en adelante es lo post-Raúl», aseguró el diplomático occidental.
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