Señorías, nos están asesinando por ser mujeres
El pasado 30 de noviembre se constituyó una subcomisión, dentro de la Comisión de Igualdad del Congreso, para avanzar en la erradicación de las violencias machistas.
El compromiso adquirido es que en cuatro meses, a partir de su puesta en marcha, eleve el informe correspondiente para que en junio se pueda acordar el Pacto de Estado contra la violencia de género.
Cuartopoder.es informó de los aspectos más importantes que se pretenden incorporar a este acuerdo: mayor financiación para luchar contra las violencias machistas desde todas las administraciones; atención y reparación a las mujeres víctimas y a sus descendientes, asegurando su protección económica; formación en igualdad y violencia machista; más y mejor actuación de las unidades de coordinación y que en los juzgados especializados haya mayor protección y seguridad de las víctimas; estudiar protocolos de intervención cuando se retiras las denuncias… y cambiar la legislación, para ampliar la cobertura de la legislación vigente (de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género) a víctimas de otras violencias machistas ejercidas contra las mujeres.
También en anteriores ocasiones trasladamos la reivindicación de la Plataforma 7N y otras organizaciones feministas de reconocer la violencia que sufren las mujeres como cuestión de estado, para elevar la denuncia de estas violencias a un lugar superior al actual, donde la repulsa a los maltratadores sea efectiva, y produciría el rechazo a las manifestaciones de violencia desde todos los ámbitos, sin esperar a que se ejecuten esos asesinatos que no son más que el fruto de la impunidad que disfrutan los hombres que maltratan.
Ese privilegio machista, hijo del histórico “la maté porque era mía”, es el que permite la cosificación permanente de las mujeres, que cuando la denuncian son tratadas como menores de edad y sentido, como si su reclamación fuera fruto de la “pateleta”. Por no ir muy lejos en el tiempo, un ejemplo es la cartelera Turia y su calendario erótico con foto en portada de la Consellera de Sanidad valenciana, Carmen Montón. El mismo privilegio que el de la Cámara Oficial de Comercio de España en Francia, celebrando su aniversario en París con mujeres semidesnudas, y no pasa nada. Al menos en Chile, la Presidenta Michelle Bachelet denunció que un dirigente empresarial regalara, en la cena anual de la Asociación de Exportadores de Manufacturas (Asexma), una muñeca hinchable a su ministro de Economía, Luis Fernando Céspedes.
Este desprecio a las mujeres en el ámbito público es un alimento fundamental de la violencia que se ejerce en el ámbito privado, olvidada ya la alarma que generó el vídeo del joven ucraniano de 22 años asestando un golpe tras otro a su pareja en el portal de su domicilio, que emitieron todas las cadenas de televisión una y otra vez. No gastaron muchos minutos de emisión para analizar con rigor las causas (el miedo) que lleva a la agredida a no denunciarlo. Una pena, porque se ha perdido la posibilidad de hacer pedagogía, y trasladar a la ciudadanía un mensaje contundente sobre las consecuencias psicológicas de la violencia sistemática en la pareja.
Los datos indican que una de cada tres mujeres, en el mundo, sufre violencia física y/o sexual por parte de su pareja, o de otro hombre, en algún momento de su vida, o que la violencia machista asesina y/o incapacita a más mujeres que el cáncer, la malaria y los accidentes de tráfico juntos.
En menos de 72 horas, cuatro hombres han asesinado a cuatro mujeres en Vigo, Santiago, La Pobla de Mafumet (Tarragona) y Barcelona. Ellas tenían 25, 30, 44 y 57 años. Se llamaban Ana, Elena, Carmen y Victoria. Con estos antecedentes, quizás las mujeres esperaban algo más. Sin embargo, por mucho que griten que “Nos están asesinando”, ni una declaración oficial, ni una rueda de prensa, ni la ministra, ni el presidente, ni los principales líderes… como si no hubiera pasado nada.