22 noviembre 2024

Prevención y médicos de confianza son fundamentales para esas enfermedades comunes pero mal vistas

La salud y la enfermedad, esos dos extremos de las sensaciones humanas del bienestar. Un bienestar que debería ser, siempre, el fin máximo a conseguir, alejado de todo pretexto y de toda distracción que pudiera atentar, de cualquier modo, o en cualquier intensidad, con el bienestar, propiamente dicho.

A pesar de que ya se está cursando un periodo muy longevo de la vida en sociedad, existen todavía muchos prejuicios y tabúes en torno a una infinidad de cosas. Algunas quizá justificadas dentro de un contexto general de raza, religión o cultura. Otras, sin embargo, son cuestiones que ya no deberían estar ocultas como si se tratase del peor delito cometido. Bien sea porque son, a juzgar por su aparición, muy comunes en el día a día de todas las personas. O bien sea, por qué no, porque el entorno social en el que se convive actualmente permite ciertas libertades y acepta pasivamente casi todas las cosas.

En ambos casos, el resultado es el mismo. Los tabúes, tal vez junto a las supersticiones, son de los condicionantes más fuertes en el modo de ver la vida de muchas personas. Creer que algo no es digno de mencionar, de compartirlo, o creer que cada lluvia significa un ritual contra tal persona, cada una con su incidencia, han afectado, aún hoy, a muchas personas. La salud, la más perjudicada.

Tabúes que hinchan las estadísticas

En los últimos 17 años, los tabúes han estado presentes en la mayoría de las estadísticas de salud. Así, enfermedades tan comunes y típicas, en ambos sexos, se han convertido en padecimientos de difícil tratamiento y solución, producto del régimen de tabúes y creencias de lo correcto e incorrecto, infundadas erróneamente.

Las enfermedades alusivas al sexo, pero no de transmisión sexual, son padecidas por dos tercios de la población hispanoparlante. Es decir, casi todo el mundo. Y, para ser más integracionista, pudiera resumirse que 8 de cada 10 personas, mayores de 21 años, ha sufrido o sufre de alguna enfermedad infecciosa en los miembros sexuales y las zonas adyacentes.

Estadísticas que darían un preámbulo de que son enfermedades que deberían ser tratadas en par de días. No obstante, actualmente, cerca del 40% de las mujeres que padecen infecciones vaginales, producidas tal vez por infección por hongos, tratan el tema como el tabú más exacerbado del planeta, y prefieren utilizar una de las técnicas más añejas: el ocultamiento. Otras, más responsables dentro de lo posible, recurren a remedios caseros sin pasar alguna vez por un consultorio médico.

En ambos casos, aunque en el segundo se puede curar definitivamente, hay un error grave: el de ocultar esa infección. Y eso, sólo es parte del problema, más allá de que las soluciones pudieran o terminaran por ser sencillas, prácticas y económicas.

Enfermedades comunes, pero mal vistas

La candidiasis vaginal, o simplemente la candidiasis, es una de las enfermedades infecciosas de las zonas sexuales de más sencillo tratamiento. Tan sencillo que pudieran usarse únicamente tratamientos naturales para solucionar el padecimiento. Pero, aunque lo anterior resulte muy alentador, eso no está sucediendo en la vida y en el mundo real.

Buscar tratamientos para la vaginitis, candidiasis y vulvovaginitis es para las mujeres una cuestión común. El principal problema con esto es que solo en un 3% de los casos registrados se informa a un doctor, a un consultorio médico. Como se hacía mención anteriormente, la mayoría de las mujeres, y con esto se hace referencia a millones de mujeres en los países de habla hispana, prefieren inventarse tratamientos caseros que descubren vía internet, que, aunque funcionaran o no, acaban apañando y aumentando la sensación de tabú respecto al tema.

Dicho eso, lo importante de esta situación, y a su vez lo más preocupante, es que se deja de lado la participación de un especialista en el área. Y, lo más comprometedor de todo, es que resultan ser enfermedades muy comunes, padecidas, generalmente, por todas las mujeres. El primer paso para conseguir una solución a este agravio pasa por aceptar la posición y la incidencia de estas enfermedades infecciosas, para luego buscar soluciones preventivas o correctivas.

Primera recomendación: la prevención

Uno de los problemas principales del corto plazo, es que no permite ver más allá de un par de días. Con las enfermedades, ocurre lo mismo. Cuando se está gozando de buena salud, más del 80% de las personas se olvidan de las enfermedades que pudieran estar retoñando en su organismo. Esto, pudiera extrapolarse a cualquier campo de la vida y el resultado tendría un mismo sentido: la prevención.

El carácter preventivo es uno de los menos desarrollados por todos. A su vez, es siempre el más necesario, dado el mundo aleatorio en el que cada cual se mueve y en el que ocurren cosas que escapan de nuestro poder, y que sólo pueden ser resueltas si se tenían cartas bajo la manga, por eso de estar prevenidos.

Con las enfermedades infecciosas, en mujeres y hombres por igual, ocurre algo parecido. Y viene ocurriendo desde hace un tiempo. La prevención está atribuida, en general, a una limpieza correcta y profunda de las zonas íntimas, y a un cuidado muy bien pensado. A juzgar por los resultados, tendríamos que el cuidado preventivo también está formando parte de ese grupo de tabúes en torno a las infecciones de las zonas sexuales. Sin embargo, sólo con los cuidados preventivos, se estaría reduciendo en más de la mitad las enfermedades de este tipo. Algunas personas, incluso, podrían sólo con prevenirse, no padecerlas jamás.

Segunda recomendación: tener médicos de confianza

Tener atención sanitaria de calidad, pero sobre todo de confianza, es vital para tener en control todas estas enfermedades. Si aún no se cuenta con alguna, o no se confía en los consultorios actuales, contactar con los servicios de secretaría médica o de call center médico de algunos centros clínicos pudiera ser el principal movimiento.

Encontrar un especialista que muestre un nivel de confidencialidad y discreción alto es la principal afinidad de búsqueda en las mujeres. Es un tema común, padecido por todas, pero, igual, sigue siendo un tabú, casi que a la par de las apariciones de estas infecciones.

Contar con doctores de confianza no significa que tuvieran que olvidarse o dejarse de lado todos los tratamientos hechos en casa que demostraron funcionar cuando se recurrió a ellos. Tampoco implica, y esto es muy trascendental, que deban dejarse de lados los cuidados preventivos, de cualquier tipo, para sólo echarse a manos de los doctores a que corrijan problemas que pudieron prevenirse en un tiempo prudente.

Lo mejor de todo lo anterior, es que se está llegando a un momento que pudiera suponer un cambio de dirección, casi qué punto de inflexión, entre dejar de ser tabú para comenzar a ser una enfermedad que requiere atención, pero, sobre todo, ser visible, para poder ser corregible.