22 noviembre 2024

También se conoce la ‘ruleta sexual’ y hay grupos de adolescentes que lo practican sin protección; pierde el chico que primero eyacule. Los médicos advierten que están aumentando los embarazos, las enfermedades de transmisión sexual y los desgarros en el caso de las chicas

El vídeo dura menos de cuatro minutos. Hay cinco chicos de 16 años sentados con las piernas estiradas y los calzoncillos bajados en el suelo del pequeño salón. Las sillas están apartadas en un lado junto a la mesa de madera negra. Encima hay un cenicero con cigarrillos apagados, dos botellas de ron barato, Fanta de limón y vasos de mini medio llenos.

Tres chicas, también menores, apuran los últimos tragos antes de empezar y una de ellas pone el cronómetro en el reloj. La que lo graba todo no para de reírse y de animar soltando un «¡Vamos, que se les va a bajar!». De fondo suena Ricky Martin. Empieza el juego.

Las chicas se desnudan de cintura para abajo y se sientan encima de tres de los chicos forzando la penetración sin preservativo. A los 30 segundos cambian de pareja. Y así dos veces más. El vídeo termina. El juego no. Lo hace minutos después cuando uno de los chicos eyacula. Ha perdido.

La escena transcurrió hace unos meses en un piso de Fuenlabrada. Lo llaman el «juego del muelle». También la «ruleta sexual». No debe causar alarma, no es la nueva moda sexual entre los adolescentes madrileños. No ha llegado a ese nivel. Y seguramente nunca lo haga. Pero esta práctica no es un bulo. Existe y se hace con más frecuencia de lo debido. El rumor de que este juego ha llegado desde Medellín (Colombia) se extiende por las comisarías de la capital. En los hospitales los médicos hablan de cuatro menores embarazadas en 2016 por esta práctica.

«Es algo relativo, imposible de comprobar, pues ellas no nos lo cuentan», dicen los médicos. Lo que sí se han encontrado son más casos de adolescentes con enfermedades de transmisión sexual. «Eso lo hemos constatado y es alarmante en la unidad de adolescentes. Hemos pasado de atender dos o tres casos al año a tener 10 menores en un trimestre. Una barbaridad», explica Pilar Lafuente, ginecóloga del Hospital La Paz, quien asegura que los menores quieren ser adultos demasiado pronto, sin saber lo que implica una relación sexual y sin un control paternal.

La historia de G. no es un rumor. Tiene 17 años y hace unos meses abortó. Ella asegura que se quedó embarazada un fin de semana en la casa que los padres de un amigo tienen en la Sierra de Madrid. Eran dos chicas y cuatro chicos. Se emborracharon y jugaron al muelle.

«No era consciente de que podía pasar, pero… al no usar condón, hicimos varias rondas hasta que solo quedara uno… Fue una tontería. Ya habíamos jugado más veces y nunca había sucedido nada», relata la joven. Uno de sus amigos eyaculó dentro de ella. «A mis padres les dije que había sido un accidente con mi novio. Menos mal que ya ha pasado. Vaya susto. No lo hemos vuelto a hacer», explica.

El caso de esta menor no es el único. «El problema es que se unen inconsciencia e inmadurez. Con una buena educación sexual de base esto no sucede», asegura Ana Lombardía, psicóloga y sexóloga, que reconoce haber escuchado hablar mucho en los últimos meses del juego del muelle y de sus consecuencias.

«Los adolescentes están empezando a normalizar este tipo de prácticas y crean una relación de desigualdad entre los niños y las niñas. Son ellas las que se suben encima, van girando. Ellos controlan la eyaculación, en ningún momento se piensa en el placer. Se lo toman como algo divertido, otro juego más, una práctica de poder. Las chicas se prestan a ello porque quieren demostrar estar más liberadas sexualmente. Y los chicos compiten entre ellos para ver quién es el más macho, el que más aguanta», explica Ana.

Desgarros y heridas

«Hacen un mal aprendizaje de la sexualidad», añade la sexóloga. «Los chicos luego pueden tener problemas de erección, de control de la eyaculación. Pero la peor parte es para ellas. El dolor que les está suponiendo ser penetradas sin estar excitadas les produce vaginismo; la vagina está contraída y así se producen desgarros y heridas».

No solo eso. María Luz García es jefa del servicio de Pediatría del Hospital Universitario Severo Ochoa de Leganés. «El juego del muelle es muy peligroso, sobre todo para las chicas, que están totalmente indefensas. Aunque el chico se ponga preservativo, ellas son las que van rotando y entran en contacto con las secreciones de las demás. Y, claro, luego aparecen el VIH, la Hepatitis C, sífilis, gonorreas, el Virus del Papiloma Humano (VPH)… Los adolescentes son cada más precoces y acceden antes al consumo del alcohol, las drogas y al sexo. Se aburren rápido y buscan otras formas alternativas de divertirse sexualmente», afirma la doctora.

Hablamos con uno de los chicos que jugaba al muelle en el vídeo de Fuenlabrada. R. dice que han practicado el sexo de esta forma varias veces, desde que el pasado verano se empezó a difundir por WhatsApp un mensaje que explica cómo se juega. «De nuestro grupo normalmente lo hacemos más chicos que chicas porque a muchas de ellas no les apetece. Lo pasamos bien y no usamos protección porque no se disfruta igual», añade.