Gripe: consejos de prevención y tratamiento
Con los fríos y la temporada invernal nos encontramos de nuevo con muchos casos de gripe, la prensa habla de epidemia, de hospitales desbordados… ¿hay que adoptar algunas medidas?
La gripe no es un resfriado: es un cuadro más severo que cursa con fiebre, escalofríos, dolor de cabeza, dolor muscular, malestar general.
Cómo se contagia la gripe
El responsable es un virus. Quienes ayudan a dispersarlo son las personas ya infectadas, sobre todo por vía aérea a través de las gotitas que se expulsan al hablar, toser o estornudar. El virus de la gripe también puede transmitirse por contacto directo, pero es menos frecuente.
Las personas infectadas son capaces de transmitir la enfermedad desde un día antes del comienzo de los síntomas hasta unos 3 a 7 días después (los niños incluso durante más tiempo). En cuanto el virus entra en la nariz, garganta o pulmones de una persona, comienza a multiplicarse y produce todos esos síntomas.
Consejos para prevenir la gripe
Las medidas de prevención tienen, en este caso, una eficacia limitada, aunque no por ello deberían dejar de adoptarse. Estas son las medidas básicas:
Extrema la higiene: lava escrupulosa y frecuentemente tus manos, con agua y jabón y durante bastante tiempo. Sobre todo después de toser, estornudar o atender a una persona enferma.
Cúbrete nariz y boca al toser o estornudar con un pañuelo desechable y tíralo a la basura inmediatamente después de usarlo. Si no dispones de pañuelo, hazlo con la mano o con la cara interna del codo y lávate después. Evita tocar los ojos, la nariz o la boca.
No compartas alimentos, vasos o cubiertos.
Ventila bien las habitaciones.
¿Cuál es el mejor tratamiento para la gripe?
El tratamiento de la gripe se dirige, principalmente, a aliviar los síntomas.
Guardar reposo.
Beber suficientes líquidos.
Evitar el consumo de alcohol o tabaco.
Los analgésicos o los antitérmicos pueden mejorar los síntomas, pero no curan la gripe.
Los antibióticos no son útiles para tratar la gripe. La gripe está causada por un virus, por lo que los antibióticos (utilizados para combatir las infecciones bacterianas) no sirven.
Los antivirales, fármacos como el como el zanamivir o el oseltamivir, si se dan en los primeros momentos tras el inicio de los síntomas pueden acortar la duración de la enfermedad. Tienen, sin embargo, efectos adversos nada desdeñables, por lo que se recomienda limitar su uso a casos concretos, y siempre bajo prescripción médica.
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