23 noviembre 2024

¿Se va el calor del cuerpo por la cabeza? Repasamos los mitos sobre el frío

El alcohol, por más que veamos a rusos bebiendo en paisajes nevados, no es bueno para combatir el frío

Estos días una ola de frío amenaza con congelar la Península. La bajada extrema de las temperaturas seguramente aumente la intensidad con la que circulen las frases hechas y los mitos en torno al frío. En Verne ya respondimos a la clásica pregunta de si el frío es psicológico. Nos preguntamos ahora si es verdad que el calor se escapa por la cabeza o si el alcohol combate del frío.

Nos ayudan a aclarar esos y otros mitos Ángel Nieto, médico internista del Hospital Clínico San Carlos, de Madrid, y el catedrático de Fisiología de la Universidad de Barcelona Ginés Viscor.

Sí, por la cabeza se pierde calor. Aunque no lo parezca, tiene una superficie corporal bastante grande -representa casi el 10% del organismo-, y por ahí se produce «una pérdida de calor importante y sensible» cuando está descubierta, según Nieto. «Si alguien no quiere perder calor, efectivamente se debe poner un gorro». Viscor añade que conviene también ponerse una bufanda para mantener orejas y nariz a buen recaudo. Son zonas que se enfrían rápido y en condiciones extremas, «sobre todo con viento, que hace convección y nos roba el calor más rápidamente», pueden congelarse.

No, lo más importante no es abrigarse manos y pies. Pierdes el calor en función de la superficie corporal que esté expuesta al ambiente. Por lo tanto, la cabeza sí es importante mantenerla cubierta para no perder calor, pero los pies y las manos no tanto. Hay partes del cuerpo más voluminosas, como el tronco y las piernas, que merecen estar bien abrigadas, según Nieto. Otra cosa, aclara Viscor, es que al ser zonas que estan menos irrigadas, se mantengan más frías respecto al resto del cuerpo. Nieto coincide con este apunte: «Las zonas más distales, más lejanas del centro del organismo, son las más afectadas por el frío. Si tienes protegidas esas partes, te proteges frente a los primeros síntomas de congelación, pero no quiere decir que tengas el resto del organismo protegido».

Tomar alcohol no ayuda a entrar en calor, al contrario. Los dos especialistas consultados son contundentes: es falso que el alcohol ayude a calentarnos, es perjudicial y muy poco recomendable. «El alcohol produce una vasodilatación que da una falsa sensación de calor, pero es momentánea. Inmediatamente, como nos hemos vasodilatado, estamos perdiendo calor a una velocidad de vértigo y se entra mucho más fácilmente en hiportemia (que es de hecho una de las complicaciones más típicas de las intoxicaciones etílicas con este tiempo )», explica Nieto.

La vitamina C no es «la panacea» contra los resfriados. «Puede ayudar un poquito, pero no por eso vas a verte libre de catarros», según el fisiólogo. El médico internista no recomienda los sumplementos de vitamina C si tenemos una dieta rica en frutas -sobre todo cítricos- y verduras. «La cantidad de vitamina C que le sobra al cuerpo se pierde por la orina».

Calarse los pies y constiparse no son sinónimos. Un resfriado no se produce porque hayas perdido temperatura corporal, sino porque has sufrido una infección. Otra cosa es mantenerse mucho tiempo con los pies mojados y que el sistema inmunitario tenga que dedicar más energía a esa parte del cuerpo, explica Viscor. En esas circunstancias uno podría ser más susceptible de cogerse un catarro, amigdalitis, o cualquier infección, pero considera más probable en realidad acabar con pie de trinchera o unos sabañones.

Si sales con la cabeza mojada o poco abrigado, tampoco te estás buscando un resfriado. Nieto considera «leyendas urbanas» la relación automática que hacemos entre llevar poco abrigo y pillarse un resfriado. Lo que ocurre, explica, es que los virus más frecuentes están en la época fría, por eso ahora hay más posibilidades de tener estos cuadros víricos. «Lo que sí que es cierto es que el frío paraliza las vellosidades de las vías respiratorias, unos pelitos que hay en todo el tubo respiratorio y que intentan detener a los gérmenes que tratan de entrar. Con el frío esa defensa se pierde. Es lo único que hay de realidad en cuanto a la relación entre frío y resfriado», dice. «Una bufanda que tape la boca y la nariz ayuda a retener la humedad del aparato respiratorio y es un sistema de intercambio térmico adicional al que tenemos habitualmente a través de la respiración», explica Viscor. Lo recomienda sobre todo al hacer ejercicio, cuando ventilamos más al respirar y los agentes patógenos pueden colonizar zonas más profundas del sistema respiratorio.

Sí, es cierto que el cuerpo se acostumbra al frío. Ambos expertos coinciden en que el cuerpo humano se aclimata tanto al frío como al calor. Pero hace falta tiempo. «En Estocolmo con 2ºC puedes ver a gente sentada en una terraza en manga corta, y aquí es impensable».

La comida te puede ayudar a entrar en calor. Es totalmente cierto y el mecanismo es doble: por un lado está el calor que te proporciona una sopa o una infusión caliente. Por otro, las calorías y el valor energético de algunos alimentos. Nieto recomienda «todos los platos de cuchara, las legumbres y también, los que contienen hidratos de carbono, como el arroz, las patatas y la pasta».

Pasar frío puede adelgazar. «Estar expuesto de forma constante al frío provoca mayor gasto metabólico para que se conserve la temperatura comporal», según Viscor. Por eso, si no se ingiere mayor cantidad de calorías con alimentos como los que recomendaba el doctor Nieto, se puede perder peso.

Las personas más delgadas pasan más frío. Por lo general las personas con más grasa notan menos el frío que las delgadas, «porque tienen más aislamiento térmico», como explica el catedrático de la Universidad de Barcelona. La grasa, sobre todo en las mujeres, está en forma subcutánea -en los hombres es más abdominal- y proporciona un aislamiento extra frente a las bajas temperaturas.

El consuelo de que el frío al menos es bueno para el cutis, lo sentimos, es falso. «El frío desencadena enfermedades de la piel; por ejemplo, la dermatitis atópica típica de los niños empeora», dice Nieto. «A la piel le vienen bien temperaturas estables y moderadas».