23 noviembre 2024

Incrementan el apetito, pueden ser adictivos como el azúcar y no son tan útiles para bajar de peso

Afortunadamente parece que han pasado a mejor vida todos estos mensajes alarmantes que nos decían que los edulcorantes, especialmente la sacarina o el aspartamo producían cáncer. Este mensaje está bastante obsoleto y se asume que los edulcorante no causan cáncer per se.

Hemos sido muchos los que durante años hemos divulgado para “tranquilizar” a la sociedad sobre la seguridad de los mismos. Sobre todo, en un entorno de quimiofobia en el que la gente parecía preferir el azúcar “natural” del café en lugar de la “sacarina”, pero es probable que aunque con muy buena intención, nos hayamos pasado de frenada.

¿Hemos sido demasiado blandos con los edulcorantes?

Tomamos menos energía en ese momento, pero más adelante tendremos más hambre y comeremos de más

Ha sido durante la última década en especial cuando nos hemos empezado a cuestionar otros potenciales efectos de estas sustancias, más allá de su efecto cancerígeno.

Ahora sabemos entre otras cosas que pueden incrementar nuestro apetito, pueden ser adictivos al igual que el azúcar, y que puede que no sean tan útiles para bajar de peso como pensábamos.

En resumen, que sean seguros no quiere decir que sean inocuos.

¿Ineficientes para bajar de peso?

Esto parece venir a confirmar este reciente estudio de Singapur, al menos a nivel de apetito, en el que las personas “compensaban” las kilocalorías que ahorraban tomando edulcorante al comer en las siguientes ingestas.

Es decir, tomamos menos energía en ese momento, pero más adelante tendremos más hambre y comeremos de más. Habrá por tanto “una mínima influencia en la ingesta energética y el efecto de la glucosa e insulina después de las comidas de ese día”.

Es un típico ejemplo de cómo las personas cuando están en un entorno “controlado”, como ratas en una jaula, no se comportan igual que en la vida real. El adelgazamiento que se produce en los estudios con edulcorantes solo dan lugar si hay restricción de kilocalorías, no por el efecto del edulcorante.

Que un alimento sea saludable o engorde es bastante independiente de su energía; depende mucho más de sus componentes y de cómo se comportan en nuestro cuerpo

No obstante, hay que tener en cuenta que sustituir un producto azucarado por otro edulcorado puede ser una opción a barajar, especialmente si queremos disminuir la cantidad de azúcar de esa dieta. Pero muy diferente es asumir que por ser “sin azúcar” ese producto va a ser saludable.

Edulcorantes, microbiota y apetito

El hecho de que los edulcorantes se vinculen con la obesidad es por tanto algo mucho más complejo que una cuestión de kilocalorías.

Durante muchos años, como la máxima preocupación a nivel de dietética parecía ser la energía o las kilocalorías, se han descuidado otras cuestiones de salud nutricional como son estos efectos que se dan lugar en nuestro organismo. Resulta paradójico como algo sin kilocalorías puede estar contribuyendo a que nuestro apetito y la relación con las bacterias intestinales no sean “saludable”.

Esta idea, junto con las recientes investigaciones que también señalan a los lácteos desnatados como una opción menos saludable de la que creíamos viene a reforzar la idea de que deberíamos centrarnos más en la calidad de nuestra alimentación.

En muchas ocasiones, esa calidad está alejada de los productos que se autodenominan “light” o “sin grasas”.

Que un alimento sea saludable o no, o que un alimento engorde o no, es bastante independiente de su energía, dependiendo mucho más de sus componentes y de cómo se comportan en nuestro cuerpo.

Una vez más acabamos recomendando materias primas de calidad, que aunque no tengan una declaración de salud en su etiquetado, son más saludables.

Aitor Sánchez es dietista-Nutricionista, Tecnólogo Alimentario e investigador. Ha publicado recientemente ‘Mi dieta cojea’

NUTRIR CON CIENCIA es una sección sobre alimentación basada en evidencias científicas y en el conocimiento contrastado por especialistas. Comer es mucho más que un placer y una necesidad: la dieta y los hábitos alimenticios son ahora mismo el factor de salud pública que más puede ayudarnos a prevenir numerosas enfermedades, desde muchos tipos de cáncer hasta la diabetes. Un equipo de dietistas-nutricionistas nos ayudará a conocer mejor la importancia de la alimentación y a derribar, gracias a la ciencia, los mitos que nos llevan a comer mal.