«Alfonso XIII en Granada»
El “matrimonio” entre Granada y el Rey Alfonso XIII estuvo a punto de romperse como en otras entradas de esta Alacena hemos contado, ya que su primera visita, siendo un niño de seis años y medio, acabó en tragedia.
Pero para resarcirse de lo que le “hicieron cometer”, el Rey se prodigó en visitas posteriores que lo trajeron a Granada, bien en recepciones oficiales, bien de manera privada, hasta una decena de veces a partir de 1906. De todas ellas, destaca el otoño granadino como el preferido por Alfonso XIII y cortesanos, que tuvieron entre Láchar y Peñuelas, su oasis particular de divertimento hasta en 11 ocasiones, para la práctica de una de las pasiones regias, la cacería. Y todo ello dejó un sinfín de anécdotas relacionadas con la ciudad de Granada, algunas de ellas de suma trascendencia.
«Capilla del Castillo de Láchar».
Joaquín Sorolla, 1917.
Alfonso XIII llegaba a Láchar en un tren privado construido por un carpintero de Bérchules que conducía a la noble comitiva desde la estación de Íllora a la vivienda de recreo del Duque de San Pedro de Galatino, que tanta huella dejó en Granada. Desde noviembre de 1906, hasta en once ocasiones pasó temporadas más o menos largas en el castillo del duque en donde vive acontecimientos que cambiaron la historia de Europa. El primero de ellos ocurre en febrero de 1908, aunque estaba anunciado para el mítico 2 de enero, que el Rey llegaría a Granada, para tomar parte de la Fiesta de la Toma. El retraso de la visita se prolongó hasta el 1 de febrero de 1908, cuando en medio de la cena en la casa de Láchar, entre los duques de Alba o de Medinaceli, un telegrama avisa a Alfonso XIII que el rey de Portugal ha sido asesinado. La corte bulle en nervios y aconseja que el monarca español sea trasladado a Sevilla. Se teme que el atentado anarquista prenda en España y se aconseja que el rey sea puesto a salvo en una ciudad desde la que se asegure su integridad y escape dado el caso. Pero he aquí que la olvidada Granada hizo desesperar a la comitiva regia, pues el retraso del tren que lo debía de llevar hasta Sevilla fue de dos horas. Los nervios de la corte debieron ser gigantes, por no decir que barruntaron lo peor. Pero de lo anecdótico a lo triste, 107 años después los granadinos seguimos olvidados y ni el susto tamaño de un rey nos ha procurado mejoras en infraestructuras. Si después de aquello no se ha logrado, pierdan toda esperanza.
Fotografía de recuerdo de la primera estancia en Granada del Rey Alfonso XIII
El 1 de diciembre de 1908 el Rey entraba en Granada. Su primer destino fue la Virgen de las Angustias, el tranvía de cremallera de las Vistillas, lo llevó por las obras del Alhambra Palace, que estaba levantando su amigo y anfitrión el Duque de San Pedro y al fin, un recorrido por la Alhambra, para acabar el día en la fábrica de pólvoras de El Fargue, sin olvidar que cada vez que Alfonso XIII pisaba Granada, donaba para el sustento de familias pobres generosas cantidades como la que aquella noche le hizo llegar al alcalde granadino. Aunque aquella visita fue extremadamente recordada por nuestros antepasados, ya que se prodigó por nuestras calles como nunca antes. Hay que advertir que la primera vez que visitó Granada, con la Alhambra como especial destino, fue en 1904. Pero vayamos a la visita de aquel diciembre de 1908:
Así amanecía el Ayuntamiento aquel 1 de diciembre de 1908 para la visita del Rey.
El 1 de diciembre de 1908 llegaba a Granada Alfonso XIII. Visita a la almuerzo en el Washington Irving, testigo de las obras del Hotel Alhambra Palace, rumbo a la Virgen de las Angustias, merienda en un Carmen albaicinero, el de Benalúa y de allí a la Fábrica de El Fargue, el primer productor de pólvora español hasta no hace tanto y de donde salían los cartuchos que él mismo usaba. Para llegar hasta allí, el Rey se dio un verdadero baño de masas, cruzando desde San Jerónimo, toda la calle San Juan de Dios hasta la fábrica granadina. El Fargue entero engalanó ventanas y balcones. La cena fue contada por nuestro eximio Francisco de Paula Valladar: pavo trufado, jamón con huevo hilado… pero lo que más gustó al Rey y acompañantes, fueron los dulces de las Comendadoras de Santiago.
2 enero 1910. Autoridades con Alfonso XIII en la Medina de la Alhambra.
Casi dos años después volvía a visitarnos, en concreto el día 2 de enero de 1910, que lo inició oyendo Misa en la iglesia de Santa María de La Alhambra, dedicada a la memoria y aniversario de la Toma de Granada. Ese día, el Ayuntamiento recibió 1.000 pesetas para atender a los más necesitados. Repetiría visita con escenarios parecidos el 17 de enero de 1913. Era viernes y la llegada del Rey se hora y media por el mal estado de la carretera, así que pierdan esperanzas de mejorar las infraestructuras, sin cuando han sufrido su vergonzoso estado hasta los reyes, no se han arreglado aún. El caso es que aquel día repitió su visita a Las Angustias, se interesó por las obras de restauración de La Alhambra, disfrutó con el patrimonio del Monasterio de San Jerónimo y la recepción oficial en el Ayuntamiento fue una de las manifestaciones populares más intensas antes vividas.
El Rey en uno de sus automóviles.
Pero la anécdota ocurriría al día siguiente. Un empleado del marqués de Viana, fue atropellado por un automóvil en Láchar, donde el rey y la corte se preparaban para la cacería anual. El automóvil del Duque de San Pedro salió a toda velocidad a Granada en busca de un médico y el Rey, no se lo pensó y marchó con su propio coche en busca de otro médico. Es un 18 de enero de 1913, cuando España no está acostumbrada a ver automóviles y menos que pasen por las históricas calles granadinas a toda velocidad. Así que la escena de los dos coches circulando como locos y con el añadido de que uno de ellos fuera conducido por el reconocido y reconocible rey, en persona, disparó las alarmas, los rumores y los artículos de la prensa del día siguiente sobre lo que podría haberle ocurrido al rey.
El Rey y las autoridades en la Explanada de los Aljibes de la Alhambra.
La siguiente visita se produce el 31 de enero de 1915 y en esta ocasión llevó a cabo un paseo nocturno por Granada. La visita no anunciada le permitió andurrear por una Granada desierta hasta que al borde de la madrugada, decidió ocupar la suite que tenía reservada en el flamante Alhambra Palace. Al día siguiente, 1 de febrero, visitó el templo de Nuestra Señora de las Angustias y la fábrica de pólvoras de El Fargue. Las obsesiones del rey seguían centrándose en la restauración de la Alhambra, así que hizo que todas las autoridades pusieran rumbo a los palacios nazaríes para que él mismo en persona pudiera conocer de primera mano la marcha de la rehabilitación alhambreña.
El Rey y el Duque de San Pedro de Galatino en la estación de tren de Granada.
Dos últimas visitas realizará con carácter oficial, la primera el 29 de enero de 1916 en la que hemos de destacar que le dan a probar los famosos piononos. Las alabanzas que el típico postre granadino se llevan de boca del rey, será el espaldarazo definitivo de la Casa Isla. Y al fin, un 31 de enero de1917, el rey desembarca en la estación granadina, para cumplimentar de un lado, con su visita a la Virgen de las Angustias, a la Alhambra, al Fargue y de ahí poner rumbo al Castillo del Duque de San Pedro donde seguirá cazando como le era habitual.
La Calle San Juan de Dios el 1 de diciembre de 1908 ante el paso de Alfonso XIII
Alguna que otra visita más cumplimentó. Once recorridos regios para el rey que empezó con mal pie en Granada y terminó conquistándola. El monarca de seis años que se le esperó para inaugurar un IV Centenario que nació frustrado y que 12 años después de aquel fiasco de visita, supo cumplir y desde entonces, encandilar a los granadinos. Siempre, de su bolsillo, dejó 1.000 pesetas para los necesitados, impulsó la rehabilitación de la Alhambra, puso sus ojos en San Jerónimo para que regresar al culto y se rehabilitara su fastuosa impronta y patrimonio y fue testigo de una Granada cambiante, facilitando que el Duque de San Pedro hiciera por y para esta ciudad, grandes empresas. No, no fueron en balde sus visitas y por ello las traemos, en parte como reconocimiento, sin duda, como testimonio de la HISTORIA GRANADINA.
El Rey Alfonso XIII en la Plaza del Carmen, para su visita oficial al Ayuntamiento, Año 1913.
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