Mi nueva amiga de Facebook no era lo que parecía
Pablo es un comercial que viaja por todo el mundo vendiendo productos y entrevistándose con posibles clientes. Durante sus desplazamientos conoce a mucha gente relacionada con su negocio y en ocasiones hace nuevas amistades. Tras uno de estos viajes se encontraba en el aeropuerto esperando su vuelo de regreso a casa. Aún faltaba más de una hora para poder embarcar, por lo que le pareció entretenido hacer algo para ocupar este tiempo. A pesar de que Pablo aún tenía la posibilidad de llevar a cabo alguna gestión referente a su trabajo, se notó demasiado cansado, por lo que decidió echar un vistazo a su Facebook.
Después de revisar su muro y contestar algunos mensajes de amigos vio que tenía una nueva petición de amistad. Se trataba de una chica llamada Melania, pero no recordaba haberla conocido. Pablo sabía que la privacidad de su perfil de Facebook no era lo más restrictiva posible, ya que durante toda su vida, había viajado mucho y conocido a muchas personas alrededor del mundo, y si la configuraba con demasiadas restricciones, temía poder perder futuros contactos interesantes para él.
Antes de aceptar cualquier petición siempre comprobaba que el perfil pareciera de alguien real y no uno de esos perfiles falsos que solamente tienen una o dos fotos y su biografía está prácticamente desierta. El perfil de Melania parecía el de cualquier usuario “normal” de Facebook, con muchos amigos y bastantes publicaciones. Tanto la foto de perfil como de portada eran de una chica atractiva. Después de un rato tratando de recordar dónde la podía haber conocido, decidió aceptar su petición de amistad, ya que no había ningún indicio que le hiciera sospechar. Sin darse cuenta, ya había transcurrido la hora de espera, y Pablo se dirigió a la puerta de embarque para tomar su vuelo de vuelta a casa.
A los pocos días Pablo recibe varios mensajes privados de Melania pidiéndole si pueden hablar vía Skype ya que desea mejorar su español que está un poco oxidado. Después de leer el mensaje Pablo se da cuenta que en efecto su español es un poco deficiente, parece que estoy hablando con el traductor de Google, piensa. Decide aceptar su petición de mantener una conversación por Skype ya que así quizá descubra quién es esa chica, y le indica que a partir de las nueve de la noche estará disponible.
Después de salir del trabajo Pablo llega a casa y se conecta a Skype esperando que Melania también lo haga. Pasadas las 10 recibe su llamada. Comienzan hablando mediante mensajes escritos en los que ella le pregunta acerca de sus viajes y si sigue trabajando en lo mismo, parte de esta información se encuentra en el perfil de nuestro protagonista. Después de unos pocos minutos, la conversación comienza a tomar un cariz un poco más íntimo. Después de coquetear durante un rato, Melania se comienza a quitar la camiseta, sugiriéndole a Pablo que haga lo mismo, para estar más cómodo. La conversación fue subiendo de tono hasta que al final, terminaron practicando sexo virtual.
Al rato de haber terminado la sesión de Skype, Pablo recibió un mensaje privado de Melanina, donde le comunicaba que había sido grabado en video y que debía pagar 500 Euros en un plazo de 24 horas o se lo mostraría a todos sus contactos de Facebook. Junto con el mensaje también había un enlace a YouTube. Al acceder, sus temores terminaron por confirmarse. Había sido grabado en una situación muy comprometida.
A Pablo le horrorizaba la situación. Todos sus amigos, familiares y demás contactos de la red social podrían ver el video, pero sabía que el daño ya estaba hecho. Cayó en la cuenta que lo mejor sería contárselo a alguien de confianza, por lo que contactó con su amigo Javi. Éste le explicó que estaba siendo víctima de sextorsión, y continuó indicándole como debía gestionar la situación:
- No ceder bajo ningún concepto al chantaje, ya que no hay garantías de que no vuelva a pedir dinero, que haga público el video o ambas.
- Aunque pueda ser desagradable o resultar incómodo, hay que obtener todas las evidencias de la extorsión, como el video de YouTube y las conversaciones. Para ello es recomendable apoyarse en testigos online, como la herramienta eGarante.
- Puede recibir correos electrónicos o mensajes fraudulentos de los estafadores que se escondían tras el perfil de Melania, haciéndose pasar a su vez por organizaciones como la Interpol e indicando que el video puede ser multado con grandes cantidades de dinero si no se retira inmediatamente. Se debe ignorar estos emails y no ceder a la presión.
- Denunciar ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado “FCSE”, aportando tantas pruebas como sea posible.
- Configurar la privacidad de las redes sociales, como por ejemplo: Facebook o Instagram, lo más restrictivas posible, evitando que desconocidos puedan acceder a la información personal. No aceptar nunca contactos de desconocidos ya que no se sabe quién puede estar detrás de un determinado perfil.
- Denunciar el video, ante la red social o plataforma donde esté alojado para que procedan a su eliminación.
Pablo hizo todo lo que le aconsejó su amigo Javi, interpuso una denuncia ante las FCSE y no cedió ante el chantaje. Al final los delincuentes, al saber que Pablo les había denunciado, no hicieron público el video y ninguno de los contactos de Pablo supo que había sido víctima de un intento de sextorsión.
En esta ocasión, la historia terminó más o menos bien, ya que el vídeo no se hizo público, pero hay que ser cautos con las acciones que realizamos a través de los medios telemáticos. Con técnicas de ingeniería social puede resultar relativamente sencillo engañarnos para que realicemos acciones que en nuestro mundo offline no haríamos. Por tanto, apliquemos sentido común y precaución para que no acabemos envueltos en situaciones que puedan perjudicar enormemente nuestra privacidad y reputación online.