Para conocer algo más sobre los orígenes de Atarfe, transcribimos en la Gacetilla de hoy, el artículo de Margarita Orfila Pons, catedrática de la Universidad de Granada, publicado en el especial de las fiestas de Atarfe de 2008.

Los orígenes de Granada se remontan la Edad del Bronce a través de la serie de restos que han ido documentándose en el actual barrio del Albaicín y sus entornos. Desde esos momentos se ha ido produciendo un proceso poblacional que continúa hasta hoy en día.

De esos inicios se derivó, siglos más tarde, en un poblado ibérico cuyo topónimo se ha transcrito como Ilturir, escrito en latín como Iliberri/Iliberis, ya en el período en que este enclave había pasado a estar bajo el control romano. A fines del I aC. se transformó en el centro de una civitas, aglutinador de funciones urbanas en consonancia con el territorio y el estatuto jurídico otorgado, en este caso el de municipium, siendo conocida su urbs, a partir de ese momento, como Florentia Iliberritana. Desde él se fueron estableciendo los derechos inherentes al concepto colectivo de ciudadanía, los religiosos al sacralizarse ese espacio urbano, además de políticos, sociales e ideológicos, así como el económico, que es el que proyecta el grado de riqueza y la relación de ese enclave con su territorio.

Al territorio de la civitas de Iliberri debió pertenecer una amplia parte de la actual vega granadina, entre ella el actual término municipal de Atarfe, al que pertenece la mítica elevación de Sierra Elvira, muy cercana a los terrenos de su vecino Ilurco (Cerro de los Infantes de Pinos Puente). El hecho de que ese topónimo, que filológicamente deriva de Iliberri-Eliberri, de ser el específico esa civitas y su territorium pasase a ser el denominativo de esta sierra es comprensible, y no único. La importancia que tomó el asentamiento existente en ella al inicio de la conquista islámica desde el siglo VIII de toda esta zona hizo que asumiera el nombre del territorio al cual pertenecía el de Eliberri, tal como aparece ya citado el núcleo poblacional de lo que hoy es el Albaicín ya en el siglo IV dC., pues así es como se cita en el concilio cristiano que se llevó a cabo en el mismo, el hoy conocido como Concilio de Elvira, que es, además, el primero documentado de todo el cristianismo. Asumiendo a posteriori el antiguo Iliberri en Garnatha/Garnàta al Yehùd, “la villa de los judíos”, dada la importante comunidad de éstos en esta ciudad que es hoy Granada. Mientras Sierra Elvira fue transformándose en Medina Elvira, capital de la Cora de Elvira.

Pero retrocedamos en el tiempo y volvamos al siglo I dC., momento en que los acontecimientos acontecidos en la urbs Florentia Iliberritana, Granada hoy, influyeron en gran parte de nuestra vega, especialmente desde el punto de vista económico. No en vano la vida en la ciudad dependía de los bienes obtenidos en los campos de sus alrededores, de su ager. Es por ello que consideramos importante recordar aquí, entre las muchas cosas que se podrían nombrar, el poder que debió tener sobre esos campos una de su familias mas renombradas, los Valerii Vegetii, cuyos miembros ocuparon puestos de responsabilidad en Roma desde fines del siglo I dC. y durante el siglo II dC.

Oriundos de Iliberri, tal como lo constatan diversas inscripciones localizadas en el barrio del Albaicín, controlaron la comercialización el aceite de la Betica desde una procuratela, un Kalendarium, una entidad que en algunos casos tuvo un carácter asistencial o de beneficencia, pero que en la vida privada desempeñaba una función meramente prestamista en íntima conexión con la tenencia de tierras, por la que sus propietarios lograban unas ganancias adicionales a las de sus posesiones agrarias y urbanas que en su caso les proporcionaban. En este caso concreto a través del conocido kalendarium Vegetianum. Ese aceite se enviaba directamente hacia Roma para ser incluido como parte de la annonna, el subsidio que se le daba en comida a parte de la población de la ciudad mencionada, y posiblemente también como producto alimenticio de las tropas, que en las fechas en que los Vegetii tuvieron su máximo esplendor, con los emperadores Trajano y Hadriano, con el primero se seguía conquistando nuevas tierras, y, por tanto, el ejército necesitaba de una buena intendencia.

Debemos pensar que la vega de Granada debió estar ocupada por olivos que proporcionaban las aceitunas suficientes para ser prensadas en la serie de almazaras que se van identificando arqueológicamente en todos los entornos granadinos. Y debemos pensar que fue comercializada en parte por la ayuda de los Valerii Vegeti a través del Kalendarium.

La noticia que proporciona la inscripción localizada cerca de los Baños de Sierra Elvira, hallada en 1868 y dedicada a Domiciano (81-95 dC.), de la existencia de un división de propiedades, puede marque el límite divisorio entre algunas de estas grandes fincas, propiedad de alguna de las familias iliberritanas, aunque también se interpreta como que señalaba el límite entre el territorio iliberritano y el del establecimiento de Sierra Elvira, que en ese caso tendría unos orígenes más antiguos y mayor entidad que la que se le suele atribuir. Se habla también de otra inscripción perdida, hallada en una haza de secano del Cortijo de las Monjas de Sierra Elvira, según Gómez-Moreno González, con unas pocas letras en principio dedicada a Marco Aurelio. Del mismo lugar se afirma que se recuperaron restos de sepulturas romanas y diversos elementos arqueológicos: ladrillos, cerámicas, terra sigillata, anillos, monedas, una piedra con un relieve en el que se representaba a un león, etc.

¿Estamos frente al origen del actual Atarfe como una explotación agraria? El campo, ese reducto al que siempre se ha ido, y la tierra como símbolo de lo permanente, de lo inalterable, frente a otras actividades económicas, como el comercio, las manufacturas, etc. La tierra, que da sus frutos día a día, elemento de perpetuidad, elemento que enraíza con las tradiciones mismas y base de la cultura romana.

¿Fue este establecimiento transformándose en algo más que una finca? Las 1200 sepulturas documentadas en la colina de Sierra Elvira en el siglo XIX, aumentadas en estos últimos meses con otras mas, pertenecientes a los siglos del V al VII, hacen pensar que perteneciese a una entidad mayor, ¿la Castilia o Castella citada en las fuentes?, y que la historiografía granadina apunta como antecedente de la islámica Medina Elvira.

Falta mucho por hacer, la arqueología irá contestando a muchas de esas preguntas, pero irá abriendo otras, ayudando a avanzar en la ciencia de la historia, que es el estudio e interpretación del pasado, de nuestro pasado.

La ilustración es obra de Pedro Hurtado, autor de la ‘Historia Ilustrada de Granada y la Alhambra’, publicado en Granada Digital

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