24 noviembre 2024

Campesino, escritor, naturalista, poeta… a Joaquín Araújo el verano se le va enfrascado en las labores del campo. Aun así, saca tiempo para seguir produciendo. Va por el libro número 106 y tiene entre manos media docena más. Cosas de ser un «emboscado»

En qué anda estos días un naturalista, campesino, escritor y poeta amante de la hierba? – Mi vida es muy panorámica, y en verano me concentro todavía más en mi faceta de campesino. Dedico mucho tiempo a vivir en plena naturaleza y tengo una finca que se cultiva y en la que se crían animales que en verano hay que atender todavía más. Pero aún saco tiempo para seguir escribiendo, dar conferencias, asistir a cursos…

– ¿Me puede explicar eso de que es usted un ‘emboscado’?

– Eso quiere decir que me incluyo en el bosque para ser parte de la más hermosa y generosa manifestación de la naturaleza y para defenderlo. Teniendo en cuenta que todos los días se pierden cerca de veinte millones de árboles en el mundo, hay que hacer de todo para conseguirlo. Yo no solo los planto, me planto a mí mismo en pleno bosque.

– ¿Lleva la cuenta de los que ha plantado desde que se autoproclamó emboscado?

– Casualmente, unos 25.000, uno por cada día que he vivido. Comencé hace cerca de 30 años. Al principio plantaba unos mil al año, luego se han quedado en 500, siempre entre noviembre y marzo.

– Tendrá sus preferidos…

– La encina, sin dudarlo. Siento una absoluta debilidad por ella. Debería funcionar como arquetipo para la gente de este país. Es un árbol austero, el que ha creado buena parte de nuestras tierras fértiles y un perfecto bastión contra el cambio climático. También soy un admirador del madroño.

– Hablando del cambio climático, ¿es cierto que las cosas están muy mal?

– Están peor. Estoy absolutamente convencido de que nuestra mayor torpeza es no estar rectificando el modelo energético y de vida, porque eso está destruyéndola. Sé que decir esto me traerá algún que otro enemigo, pero las cosas son así y a estas alturas las pruebas son más que evidentes.

– No es usted de los que tienen pelos en la lengua. Lo mismo critica la política energética que Marina D’Or…

– Es que se está permanentemente atentando contra la vida. Frente al 0,3% que condena la situación, hay un 99,7% que no apoya esta causa, por no hablar de los que fomentan las malas prácticas. ¡Como para morderse la lengua!

– Lleva usted escritos la friolera de 106 libros. Como siga así se va a colocar a la altura de Lope de Vega.

– Si cuenta usted los artículos o colaboraciones para enciclopedias, puede que salgan páginas escritas como para 400.

– Y eso, ¿cómo se hace si además debe atender el campo, plantar árboles y dar conferencias?

– El secreto fundamental está en no haber tenido nunca un horario laboral. Lo segundo más importante es que nunca he preguntado si me iban a pagar por hacerlo.

– Vale, pero entenderá que eso está al alcance de muy pocos. Usted, un chaval nacido y crecido en Madrid, ¿cuándo escuchó la llamada del bosque?

– Siempre sentí una atracción irresistible hacia la naturaleza y la cultura rural, desde muy niño. Luego, cuando cumplí 18 años, ya no pude dejarlo. Antes de los treinta me compré una finca en Extremadura y, desde entonces, la relación con la naturaleza nunca ha cesado. Pero es cierto, tuve una infancia bastante convencional, de niño madrileño de clase media, hasta que no pude separarme de la naturaleza.

– ¿Por qué defiende que la hierba es un tesoro?

– Para empezar, la hierba tiene una de las capacidades más absolutamente prodigiosas de los seres vivos. Si la dejas en el 1% de su tamaño, recupera el 99% restante en apenas tiempo. Prácticamente la destruyes y vuelve a nacer año tras año. Solo por esa capacidad, de la que dependemos los humanos… El 99% de la vida de este planeta es vegetal; y entre las plantas, más del 88% es hierba. Luego está ese color verde del que también dependemos. Y, por si fuera poco, alimenta a todo lo que alimenta. Es insustituible.

– España pierde una media de tres toneladas de suelo fértil por hectárea y año. A este paso, nos convertiremos en desierto en un abrir y cerrar de ojos.

– Estamos ante un problema serio. De hecho, soy el autor del manifiesto en defensa de la tierra fértil, aglutinando muchas, muchísimas voces exigiendo políticas que pongan freno a este problema. Esperamos que llegue al Parlamento… Imagine diez camiones de esos enormes volcando su contenido en el mar cada segundo. Es la mejor forma de entender de lo que estamos hablando.

– Dicho esto, ¿volveremos algún día al campo?

– De momento, quienes están volviendo son los jubilados. En todo el mundo, 200.000 campesinos abandonan a diario el mundo rural.