«Ni somos terroristas ni estamos aquí por las ayudas: huimos de la guerra»
Este martes termina el plazo establecido Unión Europea para reubicar en España a 17.337 refugiados procedentes de Italia y Grecia. Tan sólo se ha cumplido el 11%. Los datos globales tampoco son mejores: de los 182.504 refugiados, tan sólo se han reasentado el 25%.
Mukaled Altakrity llega a las doce y media. Se disculpa por el retraso y toma asiento. En su país, Irak, trabajó como entrenador en un gimnasio. Sigue yendo a hacer deporte, pero no como empleado, sino porque le gusta y puede descargar la tensión acumulada en la universidad. Estudia Logística y Transporte en una universidad privada de Madrid gracias a una beca que ha gestionado la Fundación La Merced Migraciones.
Tiene 27 años y lleva tres en España. Llegó como refugiado junto a su madre y su hermano pequeño. «Somos refugiados: eso no significa pobres, venimos porque huimos de la guerra», sentencia. Aunque no conocía el idioma, tenía muchas ganas de trabajar y de estudiar. Así que estuvo un año en una empresa de transportes y logística. «Quedaron muy contentos con él», agrega Virginia Molinero, responsable de Comunicación y Captación de fondos de la fundación La Merced. Le gustó el tema de la logística y estudia ahora esa carrera en la Universidad Camilo José Cela.
Tiene un grupo de amigos muy heterogéneo, rusos, ucranianos, afganos… A muchos los conoció en la Fundación, que realiza labores de integración con los refugiados en España. Lleva una vida «totalmente normal». «Salgo, de vez en cuando me tomo una cerveza, un café, vamos de tiendas». No importan las diferencias entre ellos. «Da igual si tienes una u otra opinión, lo importante es el respeto», dice sonriente.
«No hay palabras para describir la guerra»
«Vivíamos ataques y atentados cada día: por la mañana, por la tarde y por la noche. Al final lo más seguro era no salir de casa. Llegué a estar un mes sin pisar la calle»,recuerda Altakrity. Muchos amigos y familiares suyos siguen viviendo en Irak, con ellos habla mucho gracias a las redes sociales. Los echa de menos, también su casa y su ciudad. «Cualquiera desea volver a su país alguna vez». Sin embargo, cree que es complicado. «Tendrían que pasar mil años para que todo vuelva a ser como antes», sentencia. Tras más de una década en guerra, primero contra Saddam Hussein, después contra el Estado Islámico, el país no logra remontar. Hay quienes hablan de estado fallido.
El lunes 25 de septiembre, la región del Kurdistán iraquí, una provincia autónoma del país, tiene previsto celebrar un referéndum de independencia, aunque sin el apoyo del Gobierno y de la comunidad internacional. «Es triste que el país se parta. No me imagino entrando en mi propio país con pasaporte», dice. Sobre si ve similar este referéndum y el de Cataluña -declarado inconstitucional- no se moja. «No comment».