22 noviembre 2024

El 17 de diciembre se conmemoran los 20 años del asesinato  de Ana Orantes y la pregunta es obvia: ¿Qué ha cambiado desde entonces? En realidad,muchas cosas.

En 1880 llegó amanos del psicólogo austriaco Joseph Breuer el caso de una joven con una patología
histérica, enfermedad nerviosa que afectaba a un gran número de mujeres de la época. Este caso inauguró el método catártico que,a la larga, se convirtió en el precursor del Psicoanálisis.

Mucho se ha avanzado desde entonces en el tratamiento de los trastornos que con frecuencia sufren las mujeres, incluyendo las perspectivas de análisis y los criterios científicos utilizados, así como en la eliminación de terminología con prejuicios sexistas similares a histeria. Por aquel entonces, no se habían conceptualizado los términos género, ni enfoque de género, ni violencia de género. Y no eran aplicados pues , por ninguna disciplina que pudiera mejorar su salud y ayudarnos a comprender el por qué de la histeria o la locura de las mujeres.

Las intervenciones sobre las problemáticas que afectan a las mujeres, en especial la violencia de género (un problema de salud,psicológico,social y político de primer orden), han evolucionado desde
entonces.

En esa evolución han participado tanto el MovimientoFeminista y las Políticas Públicas, como los ámbitos teóricos (investigaciones y estudios de género en las universidades) y profesionales de la Ciencia Aplicada. Y sobre todo, ha sido fundamental la acción y valentía de las mujeres inmersas
en procesos de violencia, la mayoría anónimas, otras ya conocidas, como Ana Orantes.

En 1997, Ana Orantes acudió a un programa de Canal Sur TV donde relató abiertamente y sin tabúes los terribles maltratos sufridos durante su matrimonio. Las represalias por parte de su ex pareja son de sobra conocidas.

El 17 de diciembre se conmemoran los 20 años desde su asesinato y la pregunta es obvia: ¿Qué
ha cambiado desde entonces? En realidad,muchas cosas.

Nuestra ‘Ana O.’ de Cúllar Vega generó tal impacto social con su testimonio, que pocos años después
se iniciaron modificaciones del Código Penal, se elaboró la Ley de Medidas de Protección Integral
Contra la Violencia de Género en 2004, la primera de nuestro país y de las más avanzadas de Europa, y la Ley para la Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres de 2007. Paralelamente y aumentó el grado de conciencia social sobre el asunto.

De esta forma, actualmente, se utilizan con total naturalidad expresiones tales como maltrato o
violencia machista. La historia de Ana Orantes estimuló en nuestro país la puesta en práctica de la famosa frase de la feminista estadounidense Kate Millet: “Lo personal es político”.

Sin embargo, la crisis económica y los cambios políticos asociados paralizaron estos avances, de
lo cual ya avisaron expertos en economía feminista al inicio de la crisis. La flagrante disminución de
los presupuestos para la lucha contra la violencia ha conllevado escasez de recursos humanos y materiales, no sólo en la intervención sobre las víctimas, sino en labores de prevención (obligatoria según las leyes citadas anteriormente).

No existen todos los servicios especializados que se necesitan en nuestro territorio y muchas mujeres
de zonas rurales aún deben realizar desplazamientos importantes para ser atendidas.

El Pacto de Estado contra la Violencia de Género, aprobado en septiembre de este año y constituido por 213 medidas, está atascado en debates interminables. Las custodias concedidas a padres maltratadores; la no aplicación de la legislación existente; los asesinatos de menores por parte de maltratadores como nuevas estrategias para dañar a las mujeres; los ataques permanentes por parte de agresores a través de procedimientos judiciales sin fin; la resistencia de las creencias románticas en chicas adolescentes fomentadas por nuestra cultura; la utilización de constructos ideológicos que revictimizan a las mujeres (Síndrome de Alienación Parental); la ausencia de formación en género de ciertos ámbitos profesionales; la violencia sexual; la poca inversión en Coeducación; o el sexismo en los medios de comunicación y nuevas tecnologías que representa violencias simbólicas, son  fenómenos que mantienen la violencia contra las mujeres.

Todos ellos se vienen observando desde hace años en los servicios especializados y analizados desde el feminismo. Algunos han cristalizado de forma mediática en el caso Juana Rivas.
Y mientras tanto, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad lanza una campaña en
torno al 25 de Noviembre bajo el lema «Cuando hay maltrato en una pareja, no son sólo cosas de pareja. » No permitas la violencia de género.Y como imagen, casi amenazante, una corona funeraria que nos recuerda que si no colaboramos la mujer puede ser asesinada.

Señoras y señores gobernantes, el problema más grave de la violencia de género en este país no es
la sensibilidad del vecindario y familiares de la víctima. Dejen de cargar con sus campañas toda la
responsabilidad a la ciudadanía de un problema que requiere decisiones y acciones políticas contundentes.

Pongan en marcha ya el Pacto de Estado (¡con presupuesto!),e impulsemos la lucha contra la violencia hacia las mujeres de una vez. Pongan ustedes fin al debate y actúen. No son los protagonistas de esta historia. El vecindario que aparece opinando sobre el asesinato de una mujer en los medios de comunicación, tampoco.  Ni los profesionales que intervienen  con las mujeres víctimas. Todos
somos ‘personajes secundarios’.
Ellas son las protagonistas de su propia historia, y la labor del Estado y de la sociedad en su conjunto
es favorecer su proyecto de vida libre de violencias.

Marisol López, Psicóloga y Técnica del Centro de la Mujer
de Cúllar Vega y presidenta del Fórum de Política Feminista

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