Acceso a la tecnología: la nueva desigualdad desde niños
El Estado Mundial de la Infancia 2017: niños en un mundo digital’. Así se titula el informe anual que Unicef publica hoy. Muestra las enormes brechas en el acceso a Internet en el mundo, lo que genera diferencias en educación y entrada al mercado laboral, entre otros
El mundo digital con todas sus ventajas -como lo son el sinfín de información al alcance de un clic y la comunicación inmediata- no llega a todos por igual y, por tanto, tampoco a todos los niños y jóvenes. El acceso a la Red puede marcar la diferencia entre la exclusión social y la igualdad de oportunidades. Si no se ponen soluciones se acentuará el escalón que ya existe entre los países más y menos desarrollados. De esto advierte Unicef hoy en su informe anual El Estado Mundial de la Infancia 2017: niños en un mundo digital.
El 60% de las personas de entre 15 y 24 años de África no puede conectarse a la Red; mientras que en Europa, este porcentaje se reduce al 4%. Los países en los que los niños y adolescentes tienen menos acceso se encuentran en este continente, además de otros territorios como Yemen, Irak o Afganistán, en los que la digitalización es limitada por los conflictos armados existentes o recientes. «El mundo tecnológico se mueve tan rápido que, si se añaden esfuerzos y medidas necesarias para que el acceso llegue a todas partes, probablemente sea este uno de los campos en los que podamos avanzar más deprisa», explica Blanca Carazo, responsable de Programas de Unicef Comité Español.
El mundo tecnológico se mueve tan rápido que probablemente sea uno de los campos en los que podamos avanzar más deprisa
Promover estrategias de mercado que favorezcan la implantación de empresas tecnológicas, el apoyo por parte de las compañías que proveen el acceso a Internet a entidades locales y la implantación de conexiones públicas a la Red son algunas de las medidas que Unicef propone para reducir tal desnivel. «El objetivo es muy claro: no dejar nadie atrás en esta carrera. Es un mandato universal que atañe a todo el mundo: Gobiernos, empresas y universidades», señala Carazo. La organización identifica cuatro beneficios que aportaría la implantación masiva de nuevas tecnologías:
1. la mejora en la calidad de la educación.
2. la posibilidad de acceder a herramientas e información que permitan a los jóvenes buscas nuevas soluciones a sus problemas.
3. una nueva economía con más salidas profesionales para los jóvenes.
4. una mejor atención en caso de emergencias.
Hay muchas muestras en el continente africano de los pasos que se están dando hacia la digitalización. Un ejemplo recogido en el informe se encuentra en el campo de refugiados de Danamadja, al sur de Chad, donde no disponen de biblioteca y los niños utilizan sus teléfonos móviles para hacer los deberes. También llevan años floreciendo viveros de emprendedores; existen numerosas plataformas digitales que mejoran el desarrollo y fomentan la innovación, como Ushahidi, e intentos varios de modernizar el sistema de salud en varios países.
Algunos datos clave del informe
- A nivel global, aquellos entre 15 y 24 años son el grupo de edad más conectado. El 71% se conecta habitualmente a Internet frente al 48% de la población total.
- Un tercio de los menores de 18 años acceden a Internet en el mundo.
- El 29% de los jóvenes entre 15 y 24 años (346 millones de personas) no tienen acceso a Internet.
- Este dato se acentúa en el continente africano, donde un 60% de los jóvenes no puede conectarse a la Red. En Europa este porcentaje se reduce al 4%.
- Entre 2012 y 2017, se estima que cien millones de niños se conectaron a Internet por primera vez.
- El 56% de los sitios web del mundo están en inglés, esto hace que los niños de lenguas minoritarias o sin recursos para aprender este segundo idioma no puedan encontrar contenidos relevantes para su educación.
- También hay desigualdad de género en este asunto: en países como India el número de mujeres que se conectan a Internet no llega ni a una tercera parte del total de usuarios.
La otra cara de Internet
El informe muestra, además, la otra cara de la digitalización masiva: la de la falta de seguridad y aparición de nuevos tipos de abusos a través de la Red. «Los smartphones están alimentando una cultura de la habitación, donde los niños se encierran en un espacio más personal, privado y con poca supervisión», detalla Unicef. El documento relata casos como el de una joven de 17 años de Madagascar a la que un profesor exigió 300 dólares (unos 255 euros) para aprobar un examen. Ella se lo pidió a un desconocido con el que llevaba chateando seis meses, quien acabó secuestrándola y violándola. Es un ejemplo extremo, pero real, de lo que puede suponer la falta de pedagogía y educación en el uso de redes. Ante estas evidencias, los Gobiernos ya han empezado a implantar algunas medidas. En España, por ejemplo, se creó el pasado febrero el Centro de Seguridad en Internet para el Menor.
Lo cierto es que la regulación de uso de la Red por parte de los menores sigue siendo una tarea pendiente a nivel global dada la velocidad a la que avanza la conectividad. En América Latina, por ejemplo, el número de hogares conectados en la región pasó del 34%, en 2010, al 54% en 2015, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. Desde 2012, unos 100 millones de niños africanos y del sudeste asiático se han conectado a Internet por vez primera, según el informe de Unicef. «Se deben mejorar las regulaciones, aunque esto es muy difícil porque el mundo tecnológico avanza muy deprisa y las leyes se quedan obsoletas rápidamente. Es vital trabajar a nivel educativo y trasladar mensajes de prevención tanto a profesores como a padres, ya que muchas veces ni ellos mismos saben como abordar esta casuística. Y mucho menos lo va a saber un menor», detalla Carazo. Unicef recomienda a todos los Gobiernos adherirse a WePROTECT, una alianza global para combatir la explotación online, de la que ya forman parte 77 países.
Unicef apunta a la responsabilidad del sector privado, en especial a las empresas tecnológicas, a la hora de reforzar la protección del menor
Los problemas de estrés y depresión que puede generar el exceso de exposición a Internet, el acceso a contenidos inapropiados y el bullying a través de las redes (y el hecho de que represente un nuevo medio para los depredadores sexuales) también se tratan en el documento. Unicef apunta a la responsabilidad del sector privado, en especial a las empresas tecnológicas, a la hora de reforzar la protección del menor. El año pasado se inició una disputa entre la Unión Europea y las multinacionales tecnológicas norteamericanas cuando se prohibió el acceso a redes a menores de 16 años sin el consentimiento paterno. Las grandes compañías se han lanzado a crear versiones de sus aplicaciones para niños. Facebook y Youtube ya cuentan con ellas, aunque la segunda fue objeto de una gran polémica recientemente por su incapacidad para filtrar correctamente los contenidos aptos para los más pequeños.
La implantación de «una era digital igualitaria» es el nuevo reto. Conseguirlo significará mejorar las oportunidades de la infancia, como señala Carazo: «La capacidad de penetración de las nuevas tecnologías es imparable. Tenemos que usarlas como ventaja, para que los propios niños sean capaces de manifestar a través de ellas sus necesidades y transmitir lo que les preocupa».
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