Guerra contra el plástico: 5 cosas, además de las pajitas, que puedes dejar de usar ya
Se estima que, cada año, 9,1 millones de toneladas de plástico pasan de la tierra al mar. Varias campañas tratan de concienciar sobre el uso prescindibles de algunos utensilios de plástico.
Se estima que, cada año, unas 9,1 millones de toneladas de plástico pasan directamente de la tierra al mar. Que 100.000 mamíferos marinos mueren anualmente a consecuencia del plástico y que el 80% de las aves marinas lo han ingerido alguna vez. Las imágenes de las gigantescas islas de plástico flotante son sólo la punta del iceberg de los miles de millones de microfragmentos de este material casi indestructible que se acumulan en el fondo de los océanos. El plástico es ya, en definitiva, parte de un ecosistema marino gravemente amenazado.
Aunque buena parte de todo el que se produce a nivel mundial (322 millones de toneladas en 2014) se utiliza en sectores sobre los que un consumidor de a pie tiene poca incidencia, una cantidad muy importante está directamente relacionado con nuestros hábitos cotidianos. Según un estudio de la asociación de fabricantes Pastics Europe, el segmento que más plásticos demanda en Europa es el de los envases (39,4%), además de otros entre los que se incluyen bienes de consumo, el deporte, o la sanidad.
De ahí que los movimientos por todo el mundo para tratar de concienciar sobre el consumo ingente que hacemos de este material no dejen de crecer. El último le ha declarado la guerra a las pajitas, un utensilio bastante prescindible y del que, según el movimiento surgido en California The Last Plastic Straw (la última pajita de plástico) se utilizan 500 millones de unidades al día sólo en Estados Unidos. La campaña, materializada en las redes sociales con hastags como #RefusePlasticStraws o #PlasticPollutes, se basa principalmente en añadir una ‘erre’ más, la de rechazar, a las ya tres clásicas del ecologismo (reducir, reutilizar y reciclar).
Otros proyectos, como la Coalición Pastic Pollution, pretenden extender el rechazo a todos los plásticos de un solo uso, un reto un poco menos sencillo. El blog My plastic free life (Mi vida sin plásticos) contiene una guía con 100 pasos a seguir para prescindir de este material en tu vida diaria, desde cambiar el jabón de manos líquido por uno tradicional en pastilla hasta fabricar tus propios yogures.
Sin necesidad de ponerse la vida patas arriba, sí hay pequeños cambios que se pueden hacer para contribuir a frenar el impacto del plástico sobre el planeta. Estos son algunos de ellos.
Bolsas de plástico
Bolsa de tela reutilizable. EFE
Es quizás el producto sobre el que más concienciación existe. Son diferentes las normativas que se han puesto en marcha para frenar o reducir su uso y ya son pocos los establecimientos que las proporcionan gratuitamente. Aún así, de media, se estima que cada ciudadano europeo utiliza unas 238 bolsas de plástico al año y apenas un 10% se reciclan. El problema es que cada bolsa tarda unos cien años en comenzar a degradarse y no desaparece por completo hasta pasados 400.
Podemos utilizar bolsas de tela o bolsas reutilizables para hacer la compra o utilizar las bolsas de plástico que ya tenemos para darles un doble uso.
Agua embotellada
Botellas de agua vacías
Aunque son muy pocas las ciudades que han prohibido o regulado su uso, las botellas de plástico constituyen también un serio problema, por la cantidad de ellas que se utilizan y por los cientos de años que tardan en degradarse. Sólo para embotellar el agua, un líquido que podemos obtener directamente del grifo, se utilizan en España 5.000 millones de botellas cada año y unas 89.000 a nivel mundial.
Existen botellas de vidrio o de acero inoxidable de pequeño tamaño que se pueden llevar fácilmente encima y que son reutilizables. En casa, es preferible también almacenarla en botellas o jarras de cristal, o, si consumes a diario agua embotellada, comprar garrafas grandes con la que puedas ir rellenando otros recipientes más pequeños.
Mejor a granel, o sin empaquetar
Manzanas empaquetadas
Un simple paseo por el supermercado es suficiente para cerciorarse de la cantidad de alimentos que vienen empaquetados, muchos de ellos por pura comodidad y sin que primen razones de conservación. Muchas frutas y verduras, por ejemplo, se venden envasadas en bandejas y cubiertas de plástico, totalmente prescindible. Aunque ese material es reciclable, es mucho más ecológico, sencillamente, no usarlo. Son preferibles los productos sin envasar, o los envasados en cartón o vidrio, mucho más fácil de reciclar. Otra opción es comprar a granel las pastas, legumbres, gominolas, etc.
Adiós a los desechables
Las cápsulas de café no son reciclables en el contenedor amarillo
Mejor una maquinilla de afeitar que las pequeñas cuchillas desechables de plástico; mejor un cepillo eléctrico que los manuales que hay que cambiar cada pocos meses. Mejor el café molido que en cápsulas, que además no son reciclables. Mejor tener un vaso de cristal o una taza en el trabajo, que usar un vasito de plástico cada vez que queremos tomar un café o beber agua.
La razón es simple: todo aquello que no sea de usar y tirar reduce considerablemente nuestra producción de basura.
El film de plástico
Rollo de papel film
Aunque es muy útil para conservar algunos productos en casa, muchas veces es completamente prescindible o sustituible. Productos que normalmente envolvemos en film para guardarlos en el frigorífico se podrían conservar igual de bien en recipientes de vidrio, de aluminio o tuppers.
Para congelar, es preferible usar bolsas herméticas, que aunque son de plástico, pueden utilizarse varias veces. Otra opción es usar papel de aluminio, que al menos es más fácil de reciclar que el plástico.
LUCÍA VILLA