FIN DE CICLO por Juan Alfredo Bellón para  EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 28-01-2018

El jueves pasado escuché decir a Iñaqui Gabilondo en la SER que Rajoy es un cínico o un

memo de solemnidad por haber afirmado estar dispuesto a volver a aspirar a la elección para ser de nuevo presidente del Gobierno de España. Con lo que está cayendo sobre el Partido Popular que, entre la crisis derivada del desarrollo del proceso judicial de la Gurtel y del otro proceso soberanista en Cataluña le han crecido los enanos en el circo electoral con la irrupción de Ciudadanos y se encuentra en unas horas tan francamente malas como las que tuvo la UCD antes de ser prácticamente barrida del panorama político, primero en Cataluña y luego en el resto del estado.

Y algo de razón debe tener el veterano periodista cuando se da el caso de que el enroque a la gallega ya no puede ser la única solución para afrontar lo insostenible de la situación de su partido y de lo deteriorado de su liderazgo.

En 1978 primó una urgencia nacional para sacar adelante la Constitución más consensuada de nuestra historia y ahora nadie duda que se unen a estas razones de urgencia nacional otras de ámbito mundial como son la crisis internacional desatada por el ascenso de Trump al liderazgo universal y el agravamiento del terrorismo yihadista, coincidiendo, en contrapartida, en nuestro caso, con el fin del terrorismo de ETA.

Ahora Rajoy se ha convertido en un estorbo para estimular nuestra transformación democrática hacia lo que algunos han llamado Segunda Transición por no haber sido capaz de liderar la lucha contra la corrupción y por habérsele atragantado el conflicto soberanista catalán, siendo así que ambos fracasos desaconsejan su continuidad al frente del Ejecutivo tanto para los sectores más dinámicos de sus huestes como para otros no gubernamentales de la derecha española. donde ha irrumpido Ciudadanos como fuerza emergente de carácter potencialmente decisivo.

En realidad se trata de un momento histórico de fin de ciclo donde están mudando las normas del juego social y el número de los protagonistas que lo representan en la etapa llamada Segunda Transición, los Aparatos Ideológicos del Estado (las instituciones culturales, la Literatura, el Cine, el Teatro, la Radio, la Televisión, los Videojuegos, las Series) y los soportes de difusión que los caracterizan: editoriales, prensa, radios, cadenas de televisión, telefonía móvil, tabletas, ect. Así como las instituciones llamadas Aparatos Represivos del Estado como son las Fuerzas Armadas, las Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado incluidas las Autonómicas, la Judicatura, la Fiscalía, la Policía Judicial, la Guardia Civil, la Policía de Investigación Fiscal.

De hecho, pocos de los elementos sociales de la antigua tradición permanecen en su estado primitivo y hoy han mutado a otra nueva donde los nuevos líderes (así Rajoy) ya no tienen qué papel desempeñar aunque ahora se resistan a abandonar la escena y a hacer mutis por el foro.

Por lo que urge reconocer la inexorabilidad de los nuevos tiempos y de los nuevos papeles que poco a poco irán dando lugar a las nuevas representaciones con otros protagonistas, ciclos y relatos capaces de renovar las administraciones españolas y la historia que entre todas estamos construyendo. Y esto es particularmente cierto en la Comunidad Autonómica Valenciana donde se está sustanciando judicialmente la responsabilidad cierta del PP y de sus líderes Francisco Camps y Ricardo Costa en el amasijo de corrupción que envolvía las instituciones gobernadas por los Populares hasta la nausea en lo que parecen ser las postrimerías de este nuevo y definitivo ciclo.

Ojalá pronto se sustancie el conjunto de las tramas de corrupción nacional y de la responsabilidad en ellas de Mariano Rajoy y del resto de los nuevos líderes que vinieron a auxiliar a la vieja dirección corrupta y no han sabido más que ayudarle a seguir tapando a duras penas sus vergüenzas.

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