SE ACABÓ Y LOS CÓDIGOS por Juan Alfredo Bellón  para  EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 04-02-2018

Como dice la copla de María Jiménez y los mensajes de Puigdemont a su consejero Comin, el pasado miércoles, en el auto-exilio belga, esto se acabó y ya no resiste más. Ni nosotros, con estos centralistas de mierda, pisándonos las tripas y el esternón. Tampoco tiene sentido seguir monopolizando la información y la opinión publicadas locales, nacionales e internacionales y estirando nuestra presencia en los medios como quien estira un chicle pasado de textura y de sabor, por la misma inercia del tiempo y de la masticación. Nos han vencido poniendo al descubierto nuestra irrelevancia y nuestras contradicciones secundarias, que diría el otro.

Además, por mucho que proclamemos la fuerza y la latencia pertinaz de la Primera República Catalana (y Tercera de España) casi nata, casi nonata, mitad de turrón de Alacant y mitad de crema pastelera, tendremos que agachar la cerviz y reconocer a los cuatro vientos el fracaso de nuestro proyecto y yo, Puigdemont primero de Cataluña y nada, casi nada de Alemania, con el escarmiento doloroso de Maciá, tendré que dedicar la larga vida que me queda a limpiar mi honra y mi memoria de esta mácula de proporciones impresionantes, de este gatillazo histórico y memorable, de este Grado Cero de mi Escritura, que diría el semiólogo francés Roland Barthes (Oh la-la-lá) en el tercer tercio del siglo XX.

Y lo peor de todo es que nos hemos apropiado de un protagonismo nacional incontestable para nada, hablando por hablar y reivindicando por reivindicar: jodiendo por joder, como el gallego aquel, como el gallego. Y hablando de gallegos, hemos acabado por hacer bueno a Rajoy y a la Chiquitilla solo con ponerles a su lado a la Sánchez Camacho y al García Albiol. Mira tú si tenemos mérito yo y mis Jordis frente a estos dragones centralistas que, como Montoro, comienzan ahora a blandir desde sus paraísos interiores el señuelo del replanteamiento constitucional y el de la refinanciación de las autonomías, incluida Cataluña y los cupos vasco-navarros, si lo apuran…

Y es que en estos tiempos de mudanza nada es lo que parece. Así, en mi Lanjarón maritalmente natal, la concejal de turismo actual, también ella perteneciente a una fanmilia de rancio abolengo hostelero local, acaba de pasar por FITUR para apoyar las muchas posibilidades turísticas de presente y de futuro de su localidad pero, de camino, confundió los lazos amarillos que lucían los seguratas en la chaqueta por solidaridad con la infancia doliente de cáncer y, tomándolos por defensores de los catalanistas enchiquerados por las autoridades judiciales (sic el Junqueras) les formó un follón de párate y no te menees in situ y en las redes sociales y, de camino, arremetió contra la presidenta de la Junta por haberlos supuestamente contratado y permitido en su territorio de dicha Feria Internacional llevar a cabo actividades catalanistas radicales reclamando la libertad para los Jordis, el Junqueras, y demás separatistas de mal vivir.

El semiólogo Roland Barthes hubiera dicho que la tal edil del PP debió sufrir una confusión entre el amarillo como perteneciente a un código sanitario y otro como elemento de un código sociopolítico separatista. Lo que, en román paladino equivale a tener harto ardor reaccionario, muchas ganas de hacer méritos para ir en las próximas listas electorales y, ay de ella, confundir el mismísimo culo con las temporas

FOTO: Fuente/Auto@r: Turismo Cultura Lanjaron

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