22 noviembre 2024

MUJERES, MUJERES, MUJERES. JUAN ALFREDO BELLÓN  para EL  MIRADOR DE ATARFE del domingo 11-03-2018

Qué buena idea tuvo quien pensó en generalizar una acción feminista reivindicativa de los derechos de las mujeres a nivel mundial y la planteó para que la convocatoria se realizara el día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, al unísono en todo el mundo mundial dejando la flexibilidad necesaria para que la convocatoria se adaptara a las condiciones en cada país a la situación femenina y al estado de su lucha por la defensa de sus derechos.

La de personas que se han referido a dicha iniciativa y la de grupos y colectivos de sendos géneros que se han sentido llamados por sus autoras para responder de una u otra forma a las movilizaciones previstas, consistentes en lo fundamental en dos respuestas bien fáciles: abandonar durante dos horas el trabajo familiar y/o extrafamiliar y acudir a las manifestaciones publicas y concentraciones que se convoquen en sus territorios respectivos a favor de la causas de las mujeres y de su igualdad de derechos socio-políticos, civiles y laborales.

Partiendo de la base de representar algo más de la mitad de la sociedad, las convocantes pretendían demostrar que sin ellas la sociedad no puede funcionar con normalidad si faltaban a sus tareas públicas y privadas cotidianas buscando alianzas con otros grupos populares progresistas (estudiantes, trabajadores, pensionistas y jubilados, cuidadores y usuarios de la sanidad, la educación, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, funcionarios y profesionales del arte y de la cultura, etc.) y procurando hegemonizar un amplio movimiento popular y reivindicativo que desplace del poder al actual bloque del gobierno y sus aliados tradicionales.

Lo cierto es que hasta la fecha no se había dejado de intentar una convergencia semejante pero nunca se logró convertirla en fórmula exitosa que mostrara el camino para acabar con la hegemonía de la derecha e iniciar una nueva etapa en la vía de la emancipación de los pueblos del mundo, tanto en el caso de las sociedades más avanzadas como en aquellas otras que por la agudización de sus contradicciones estructurales internas padecen las consecuencias más negativas de las actuales crisis del capitalismo.

Y hétenos aquí que esta vez se ha conseguido dar con la tecla de una convocatoria intergeneracional exitosa en torno a más de seis millones de personas convocadas en contra de la política gubernamental solo en nuestro país que, por poco que se hayan conseguido resultados semejantes en otras sociedades de nuestro entorno, pueden haber amenazado seriamente la correlación de fuerzas y la estabilidad como resultado de la magnitud y rotundidad de las protestas del 8 de marzo.

Solo hace falta explotar la aparición de las grietas que seguramente están resquebrajando los bloques hegemónicos mientras en los grupos de elementos sociales enfrentados a ellos permanecemos unidos, ampliamos nuestras alianzas estratégicas y escalonamos las iniciativas como esta de la feminidad agredida por la desigualdad social que tanto éxito ha tenido en los acontecimientos que comento.

Y ha bastado esta sucesión de felices reencuentros y coincidencias para que España ocupe de nuevo un lugar privilegiado en el conjunto de países que luchan por la igualdad mundial impulsada a ello por esta aspiración transversal que ahora surca vertiginosamente nuestra sociedad en todas direcciones. Ojalá este sea el primer paso de un nuevo reencuentro entre las vanguardias progresistas de los países europeos sin los que es impensable avanzar hacia la emancipación definitiva de sus pueblos respectivos.

 

para EL PLURAL y EL MIRADOR DE ATARFE

del domingo 11-03-2018

Qué buena idea tuvo quien pensó en generalizar una acción feminista reivindicativa de los derechos de las mujeres a nivel mundial y la planteó para que la convocatoria se realizara el día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, al unísono en todo el mundo mundial dejando la flexibilidad necesaria para que la convocatoria se adaptara a las condiciones en cada país a la situación femenina y al estado de su lucha por la defensa de sus derechos.

La de personas que se han referido a dicha iniciativa y la de grupos y colectivos de sendos géneros que se han sentido llamados por sus autoras para responder de una u otra forma a las movilizaciones previstas, consistentes en lo fundamental en dos respuestas bien fáciles: abandonar durante dos horas el trabajo familiar y/o extrafamiliar y acudir a las manifestaciones publicas y concentraciones que se convoquen en sus territorios respectivos a favor de la causas de las mujeres y de su igualdad de derechos socio-políticos, civiles y laborales.

Partiendo de la base de representar algo más de la mitad de la sociedad, las convocantes pretendían demostrar que sin ellas la sociedad no puede funcionar con normalidad si faltaban a sus tareas públicas y privadas cotidianas buscando alianzas con otros grupos populares progresistas (estudiantes, trabajadores, pensionistas y jubilados, cuidadores y usuarios de la sanidad, la educación, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, funcionarios y profesionales del arte y de la cultura, etc.) y procurando hegemonizar un amplio movimiento popular y reivindicativo que desplace del poder al actual bloque del gobierno y sus aliados tradicionales.

Lo cierto es que hasta la fecha no se había dejado de intentar una convergencia semejante pero nunca se logró convertirla en fórmula exitosa que mostrara el camino para acabar con la hegemonía de la derecha e iniciar una nueva etapa en la vía de la emancipación de los pueblos del mundo, tanto en el caso de las sociedades más avanzadas como en aquellas otras que por la agudización de sus contradicciones estructurales internas padecen las consecuencias más negativas de las actuales crisis del capitalismo.

Y hétenos aquí que esta vez se ha conseguido dar con la tecla de una convocatoria intergeneracional exitosa en torno a más de seis millones de personas convocadas en contra de la política gubernamental solo en nuestro país que, por poco que se hayan conseguido resultados semejantes en otras sociedades de nuestro entorno, pueden haber amenazado seriamente la correlación de fuerzas y la estabilidad como resultado de la magnitud y rotundidad de las protestas del 8 de marzo.

Solo hace falta explotar la aparición de las grietas que seguramente están resquebrajando los bloques hegemónicos mientras en los grupos de elementos sociales enfrentados a ellos permanecemos unidos, ampliamos nuestras alianzas estratégicas y escalonamos las iniciativas como esta de la feminidad agredida por la desigualdad social que tanto éxito ha tenido en los acontecimientos que comento.

Y ha bastado esta sucesión de felices reencuentros y coincidencias para que España ocupe de nuevo un lugar privilegiado en el conjunto de países que luchan por la igualdad mundial impulsada a ello por esta aspiración transversal que ahora surca vertiginosamente nuestra sociedad en todas direcciones. Ojalá este sea el primer paso de un nuevo reencuentro entre las vanguardias progresistas de los países europeos sin los que es impensable avanzar hacia la emancipación definitiva de sus pueblos respectivos.