ANJALICOS” por Juan Alfredo Bellón para  EL MIRADOR DE ATARFE del domingo 24-06-2018

“Anjalicos” es una de esas palabras frecuentes de la infancia con que mi pueblo ubetense llano y sencillo suele referirse de forma reiterada a los ángeles, solo por su corta edad pero sin sexo, aquellas “criaturicas infantiles, inocentes y desprotegidas” que forman parte de la bendita infancia y que en general soportan. con esa cariñosa y diminutiva designación, las injusticias de la vida, como los angelotes revolotones de los cuadros de Murillo y Rafael, que decía la copla colgaban de los muros de la pinacoteca sevillana donde acudía a diario Juan Manuel para copiarlos: Al Museo de Sevilla / iba a diario Juan Manuel / a copiar las maravillas / de Murillo y Rafael… Y menos mal que el tal Juan Manuel no copiaba los angelotes periféricos de los muchos cuadros de Vadés Leal, que allí también descansan, porque esos supehéroes celestiales, tan bellos desde el punto de vista pictórico y de la composición, son francamente feos y desagradables.

Pues bien, esos anjalicos, en los Cerros de mi pueblo, eran criaturas infantiles, tiernas y desprotejidas a quienes nos referíamos cariñosamente ponderando nuestra simpatía por ellas y su desvalimiento como ahora se habla de esos pequeñajos centramericanos a quienes Trump ha mandado encarcelar y detener, alejados de sus padres y cuidadores y acusados de un crimen de inmigración ilegal que muy pocos en el mundo entiende ni comparten. Tanto ha sido así, que la simple grabación periodística de sus lloros y lamentos (además parece que de la intervención humanitaria de su propia esposa Melania: todo a Jesús por María) han bastado para la recapacitación “humanitaria” del oso Trump-[oso], quien aunque, lejos de cualquier vuelta atrás más o menos cercana a una rectificación del caso, ha suavizado los procedimientos racistas, xenófobos y propios del apparteid para con esos anjalicos llorosos que claman desesperados por la preponderancia de una política supremacista y la ausencia de sus padres y cuidadores.

El próximo domingo, dia de San Juan, hoy para el calendario vigente, se va a celebrar en Bruselas una reunión extraordinaria de la Unión Europea, para abordar este problema migratorio que amenaza con poner patas arriba la política migratoria y aun toda la política de la Unión Europea y se va a estudiar el establecimiento in situ de campamentos de emigrantes y refugiados en Libia y Turquía para contener y regular las avalanchas migratorias, con la asistencia de España, Italia, Grecia y otros países implicados. Allí se verán lo que son simples políticas de hechos fingidos y otras de realidades palmarias que implican compromisos reales con la resolución de un problema tan urgente como complejo para mejor distinguir las churras de las merinas y contribuir a la solución de los problemas migratorios en la globalidad del mundo actual.

Mientras, cientos de miles y millones de seres humanos mayores y menores, enfermos y esclavizados, vagan y pululan por el mundo lejos y cerca de nuestras fronteras, y muy lejos desde luego de las suyas, perseguidos por la ignorancia y la prepotencia egoísta de unos desmemoriados gobernantes que están acercando el mundo a cotas de injusticia y de inseguridad que ya creíamos acabadas y que peligran hacernos retornar al mundo de las cavernas. Por eso, la reciente quijotada española del Acuarius, no hace más que marcar una bonita raya en el agua para recordar al concierto de las naciones que el patrimonio mundial de los derechos humanos, nuestro derecho creciente a la justicia y a la igualdad forman parte del acerbo ético de todos los pueblos que hay que defender y preservar a salvo de los enemigos de turno, me refiero a quienes se obstinasen postergarlos y anularlos en beneficio tan propio como injusto que solo puede contribuir a quebrar la paz internacional y la de las regiones y países que la integran.

Y permítaseme decir que no es así, con enfrentamientos internacionales y crisis nacionales y regionales como se trabaja por la paz del mundo, que ha de ser paz de las zonas y de naciones que lo integran, basadas en el respeto, la igualdad, la justicia y la seguridad de quienes habitamos este planeta azul. Cosa que no hace el coloso gendarme norteamericano que defiende para sí la ley del embudo y para los demás no deja ni siquiera el agujero chico.

Anjalicos de dios y anjalicos nuestros, de nuestras entretelas y nuestro corazón.

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