La recesión vuelve a llamar a la puerta de la economía mundial
Aumenta la probabilidad de un desplome en Estados Unidos en el 2020 y su contagio al resto de las zonas. El margen de Gobiernos y bancos centrales para afrontar una tormenta está bajo mínimos
Sin apenas haber dado tiempo a apagar las velas del décimo aniversario del estallido de la gran crisis financiera en septiembre del 2018 con la caída de Lehman Brothers, proliferan ya sombríos análisis que sugieren que la recesión vuelve a llamar a la puerta de la economía mundial.
En España, se habla de desaceleración. Y la ministra de Economía, Nadia Calviño, se esfuerza por dejar fuera del lenguaje la palabra “frenazo” para no contribuir a empeorar las expectativas, en un ejercicio dialéctico que a los más pesimistas recuerda los empeños del exministro de Economía, Pedro Solbes, en evitar utilizar el término «crisis» cuando esta ya cabalgaba por Europa, en el 2008.
Los emergentes, cadena de transmisión
El actual cambio de sentimiento respecto de la economía mundial se ha producido en el segundo semestre del 2018 al calor de la creciente guerra comercial desatada por la política el presidente de EEUU, Donald Trump, de los primeros efectos destructivos del repunte del dólar en las economías emergentes (Turquía y Argentina). Desde la gran crisis las economías emergentes han duplicado su deuda en dólares, hasta alcanzar los 3,7 billones, y el encarecimiento del billete verde les puede llevar al límite. Los indicios de una desaceleración en la sobreendeudada economía china es el tercer engranaje que mueve la turbina de las turbulencias en los países emergentes.
Lo que hasta ahora venía siendo un crecimiento “sincronizado” del conjunto de las economías mundiales se ha convertido en “divergente”, con una economía en EEUU sobrecalentada, al borde del cambio de ciclo y el resto del mundo sin aún haberlo completado su ciclo expansivo.
Probabilidades de recesión
La gran duda es “si estamos todavía en el principio del fin de la expansión económica” en el mundo, o por el contrario, “si está cerca el fin”. Aunque también cabe considerar “si hay razones para ser más optimistas a la vista de la reforma fiscal y del fuerte crecimiento de los beneficios y del PIB en EEUU”, describía hace unas semanas con tino Joachim Fels, asesor económico mundial PIMCO. En el radar de esta poderosa firma estadounidense de inversión se considera «bastante probable» una recesión en EEUU en un horizonte de tres a cinco años.
El análisis de un cóctel combinado de 40 indicadores de la economía estadounidense lleva al servicio de estudios BBVA Research a pronosticar como «bastante probable» en torno al 2020.
Este mes de octubre, en su reunión de Bali, el Fondo Monetario sólo ha rebajado dos décimas las pérspectivas de crecimiento del PIB mundial y de EEUU para el 2019, al 3,7% y el 2,5% respectivamente. El problema es que esta revisión está acompañada por una presión mucho mayor de los riesgos bajistas (petróleo, tensiones comerciales, normalización monetaria…), como subraya José Ramón Díez Guijarro en una reciente nota de análisis del servicio de estudios de Bankia. “Es cierto que las probabilidades de una recesión en los próximos 18 meses siguen siendo bajas, pero también que aumenta la preocupación de los agentes, como ya reflejan varias encuestas de confianza”, afirma.
Si continúa la guerra comercial, el impacto negativo sobre la economía global será de entre 0,8 y 1 puntos según estimaciones del FMI y del BCE respectivamente.
Con el pie cambiado
Todos estos augurios de nueva recesión sorprenden a la economía mundial sin apenas haber podido ni siquiera eliminar las ruinas que dejó la anterior. Con más paro y más deuda que al inicio de la gran crisis del 2008. Y en un escenario político teñido de movimientos proteccionistas, populistas, y antieuropeistas, con la incertidumbre del Brexit por medio, que hacen impensables fórmulas de cooperación internacional para plantar cara a la tormenta.
“Diez años después del estallido de la anterior crisis financiera, las posibles nuevas fortalezas de la economía mundial brillan por su ausencia, porque no aprendimos las lecciones de la crisis del 2007 al 2009”, lamenta Xavier Mena, profesor de Economía en Esade. Desde su punto de vista, “la gran debilidad procede de que las políticas anticíclicas están bajo mínimos”.
Durante estos años, los gobiernos han incurrido en déficits y niveles de deuda pública muy elevados que les limita el margen para poder aumentar el gasto en nuevas situaciones de crisis. Además, las políticas monetarias de los bancos centrales prácticamente ya no tienen recorrido, con unos tipos de interés en niveles cero o negativos, describe Mena.
“Quedan pocos remedios en el botiquín para devolver la salud al paciente o tratarlo en caso de recaída”, resumió el jefe del Departamento Monetario y Económico del Banco Internacional de Pagos, Claudio Borio, durante la presentación del informe trimestral del organismo que reúne a los principales bancos centrales del mundo.
Sin muros de defensa en la UE
Una nueva crisis cogería a Europa y a España “sin haber completado el ciclo expansivo”, diagnostica Raymond Torres, director de de coyuntura y economía internacional de la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas). Ni se han terminado de reconstruir las ruinas de la crisis anterior ni ha habido tiempo de levantar nuevos muros de defensa.
“La Unión Europea no se ha completado”, lamenta Torres. “No hay un presupuesto de estabilización europeo” , con el que poder atender situaciones de dificultad de algunos países y mucho menos se ha avanzado en un seguro europeo de desempleo, como ahora vuelve a impulsar España. Tampoco se ha completado la Unión Bancaria, que el muro de defensa para evitar nuevos episodios de contagio entre el riesgo bancario y riesgo soberano (encarecimiento de la deuda pública), como el que obligó al rescate de Grecia, Irlanda, Portugal y España durante la crisis anterior. Las nuevas tensiones financieras, fiscales y políticas en Italia amenazan con poner en evidencia de forma dramática el error de no haber completado aún estos muros de defensa en la Unión Europea, sugiere Torres.
FOTO: Un panel de la Bolsa de Nueva York. /