«Y dos huevos duros» por Jose Maria Izquierdo
El pulquérrimo Macron, al que la colonia cara se le huele a kilómetros, ha decidido que mejor ceder ante la plebe, gentes hirsutas y groseras, que abandonar el trono del Elíseo
¡Qué extraviados andan nuestros gobernantes, aquí y allá, perdido el norte de la responsabilidad y ayunos de ideología o, cuando menos, sólidos principios! El pulquérrimo Macron, al que la colonia cara se le huele a kilómetros, ha decidido que mejor ceder ante la plebe, gentes hirsutas y groseras, que abandonar el trono del Elíseo, que no ha traicionado uno a tanto compañero para ahora regalar el poder. Así que fuera subida del gasóleo, aumento del salario mínimo, horas extras exentas de impuestos y una prima de fin de año –qué gracioso, Macron ha resucitado el aguinaldo, como en la España franquista- que obligará a los empresarios a rascarse el bolsillo. ¿Y dos huevos duros? Pues dos huevos duros.
¿Era necesario entonces que los descamisados con chaleco reflectante pusieran el país patas arriba? ¿Por qué no arbitrar todas esas medidas de motu propio, si era de justicia hacerlas? ¿O a tan importante señor le han temblado las canillas y ha cedido en lo que no debía? ¿Generoso o cobarde? Conviene, por cierto, tomar nota de que el salario mínimo francés se va a poner casi en 1.600 euros brutos. Aquí, ya lo saben, esta derecha cerril que soportamos, la política y la empresarial, puso el grito en el cielo por la subida a 900 euros. Una medida populista y trasnochada, dijeron los pimpollos Casado y Rivera, tan macronianos.