El aguinaldo data de 1944, mientras que la tradición de obsequiar cestas no está clara, pero sí en decadencia

La Navidad evoca imágenes alegres: el Gordo de la Lotería, las celebraciones, los Reyes Magos. Y también la de trabajadores arrastrando cestas de Navidad a casa, de diversos tamaños, formas y con viandas que van de lo desechable a lo lujoso. A la vez, hay nóminas que reciben el alivio de la paga extra de Navidad, que a más de uno sacan de un apuro de cara a los gastos de estas fechas.

La paga extra tiene su origen en la posguerra española. En la España devastada tras la Guerra Civil, la dictadura decidió otorgar por decreto un aguinaldo —consistente en el abono de una semana de sueldo— en 1944, para que los trabajadores pudieran celebrar “dignamente” la Navidad en una época de pobreza. La iniciativa se institucionalizó en 1945. Una vez que la economía española iniciaba su renqueante recuperación, las leyes laborales del franquismo consolidaron las pagas extras dentro de la remuneración. Y sobrevivieron a la dictadura, quedando incorporadas al artículo 31 del Estatuto de los Trabajadores en 1980, ya llegada la Democracia. Ahora la normativa establece que son parte del salario anual del trabajador, iguales a una paga mensual, y no una dádiva por parte del empleador.

Hoy es habitual prorratear las extras de forma que se cobre igual sueldo todo el año

De ahí que haya quien se replantee si no sería mejor que estas pagas estuvieran prorrateadas —lo cual puede hacerse mediante convenio—, dado que permiten al trabajador cobrar el mismo sueldo anual, pero en mensualidades más elevadas. Y, de paso, evitar incidentes habituales como los fallos al calcular las retenciones de estas pagas. Los prorrateos suelen ir por sectores, explica Gema Jiménez, directora del área de salud y beneficios empresariales de Willis Towers Watson: “La industria, las manufacturas y los negocios con convenios colectivos fuertes prefieren mantener las pagas extraordinarias, mientras que el sector servicios se decanta más a menudo por el prorrateo”. Algo en lo que coincide Miriam Mertín, directora de marketing y comunicación de Sodexo: “La gente prefiere incentivos más regulares en sus doce pagas que uno a final de año o en verano”.

¿Y qué ocurre con las cestas de Navidad? Son otra costumbre de estas fiestas cuyo origen no está del todo claro y no se limita a España, sino que estos obsequios se reparten —con diferentes variantes— por toda Europa, o el mundo anglosajón, donde se les conoce como boxing day. Esta tradición parece remontarse a la Edad Media, cuando las familias nobles daban al servicio un día libre por Navidad y les regalaban las sobras de las despensas para compartirlas con sus familias.

Los que más regalan

Según un estudio realizado por Infojobs, poco más de un tercio de las personas empleadas en España reciben cesta de Navidad (un 35%). Y son las empresas medianas las que más regalos hacen a sus empleados. El 46,5% de los encuestados que trabajan en firmas de entre 10 y 49 empleados declararon contar con obsequio navideño. Mientras que el 39% de los empleados de las firmas con plantillas inferiores a diez personas reciben regalo. Menos suerte tienen quienes están en compañías con más de 50 trabajadores. Las grandes ofrecen cestas al 31% de los empleados, normalmente cargos gerenciales o directivos.

Mariano Zúñiga, responsable de comunicación y marketing de UP Spain, recuerda que además de cestas de navidad, las compañías ofrecen a sus plantillas “cenas pagadas o lotería”, aunque matiza que no son tan populares como antes. “Hoy se regalan cada vez más cosas como cofres de experiencias o tarjetas regalo”.

Gema Jiménez cree que las cestas son cosa del pasado: “Ya no están tan valoradas como antes, la gente prefiere más flexibilidad o el valor de las cestas en dinero”. Aunque hay casos en los que la costumbre o los convenios colectivos obligan a que se mantenga el obsequio navideño. “Cuando llegó la crisis, algunas empresas eliminaron las cestas”, señala Jiménez, que añade que los sindicatos llevaron algunos de estos casos a los tribunales, donde las empresas fueron obligadas a reponer las cestas (o su valor) a los trabajadores, dado que el Tribunal Supremo interpreta que son beneficios adquiridos que no se pueden retirar unilateralmente. Miriam Martín coincide en que las viandas navideñas están en lento declive: “Son un producto a la baja, siguen existiendo pero, al final, la gente prefiere obsequios como una tarjeta regalo”.

Las empresas dedicadas a la confección y venta de las cestas y demás regalos de Navidad aseguran que su facturación suele ser indicador de la situación económica de España. Y en estas fiestas esperan facturar un 20% más. Estimaciones confirmadas por Antonio Gea, gerente de la valencia Sadival: “La recuperación económica y las buenas estimaciones empresariales se notan en el sector, sobre todo tras la creación de puestos de trabajo en el país”. El Corte Inglés también prevé un incremento del 8% en la venta de cestas este año. “Se han recuperado un poco”, reflexiona Alberto Gavilán, director de recursos humanos de Adecco. “Las cestas de Navidad representan la tradición, pero la gente prefiere alternativas como que se les abone su coste o que la empresa done ese dinero a una ONG”, sostiene.

Contante y sonante

De hecho, la encuesta de Infojobs y los estudios de Willis Towers Watson apuntan en esa dirección. Cerca del 60% de los trabajadores consultados prefieren una remuneración extra, ya sea el aguinaldo, una tarjeta regalo e, incluso, un programa de puntos para que sean ellos los que puedan elegir su gratificación dentro de un catálogo, como ocurre en algunos programas de fidelización. Así, según sus puntos, se podrían seleccionar desde “experiencias” como cenas a obsequios materiales. Martín explica que, dentro de los incentivos que se ofrecen, los relacionados con la salud y el bienestar son mejor acogidos: “Hoy existen mejores alternativas a la cesta de Navidad, hay empresas que ofrecen pagarte el gimnasio, por ejemplo, que es algo que beneficia al trabajador durante todo el año”.

“Lo que viene es una flexibilización brutal”, aprecia Jiménez, que afirma que las nuevas generaciones prefieren beneficios cada vez más personalizados. “Ya no vale el café para todos, la tendencia es convertirnos en tiendas online de beneficios sociales”, vaticina.

La extra de verano

Si el franquismo daba el aguinaldo navideño, también quiso celebrar su victoria en la Guerra Civil con el veraniego. Así, en 1947 se estableció que “a todo el personal de las actividades no reglamentadas o cuya reglamentación no establezca gratificación para el 18 de julio, Fiesta de la Exaltación del Trabajo, le será abonada el día laborable inmediatamente anterior a dicha fecha, y para solemnizar la misma, una gratificación equivalente a la retribución de una semana”, según la orden firmada por el entonces ministro de Trabajo, José Antonio Girón de Velasco, conocido como “el león de Fuengirola”. Una vez entrada la Democracia, esa paga extra se trasladó al mes de junio y se subió a una mensualidad de salario.

Carlos Hidalgo

FOTO:Las empresas medianas son las que más regalos hacen a sus empleados. John Keeble (Getty Images)

https://elpais.com/economia/2018/12/14/actualidad/1544783414_396869.html

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