Los jarabes para la tos que le das a tu hijo no sirven de nada (y cuál es el remedio eficaz)
Ningún fármaco evita en realidad las toses de los niños, en algunos casos resultan peligrosos, y solo la miel podría ser levemente mejor que el placebo en algunas circunstancias
Estamos en época de catarros, infecciones, mocos y virus. Muchos de nosotros los sufriremos unos cuantos días, aunque los niños suelen ser los más afectados. Entre los síntomas más molestos y que generan más alarma está la tos, así que madres y padres acuden a pediatras y farmacias en busca de remedios. Pero tenemos una mala noticia: en realidad, no hay ningún fármaco efectivo ni recomendable para la tos infantil.
Roi Cal, farmacéutico y vicepresidente de la Asociación de Farmacéuticos a Favor de la Evidencia Científica (FarmaCiencia), ha analizado esta cuestión en profundidad. Según explica, hay un grupo de jarabes que se pueden considerar, simplemente, ineficaces; otros que podrían tener algunos beneficios leves pero que también presentan riesgos, con lo cual es mejor no utilizarlos; y, finalmente, un último grupo de productos sobre los que no existen evidencias para afirmar si funcionan o no. «Por desgracia hay muchos fármacos que no hacen nada, incluso algunos financiados por la Seguridad Social», asegura en declaraciones a Teknautas.
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Entre los fármacos que se utilizan contra la tos hay mucolíticos, descongestivos, antihistamínicos y antitusígenos. Dentro de estos últimos se enmarca uno de los más usados, el dextrometorfano, que se vende bajo varias marcas. En adultos sí hay indicios de su eficacia, pero está contraindicado para menores de 2 años, mientras que en niños mayores de esa edad «hay cierta evidencia, pero también efectos secundarios que hacen que la balanza entre riesgos y beneficios no compense«, según el experto. No obstante, una revisión de estudios sobre este fármaco publicada en 2016 concluía que «no es significativamente más eficaz que el placebo para el tratamiento de la tos».
Diferencias con los adultos
¿Por qué esa diferencia entre la eficacia de un fármaco en mayores y pequeños? Por una parte, «el cuerpo y el metabolismo de niños y adultos es diferente«. Por otra, «es necesario bajar la dosis en la población pediátrica porque son más susceptibles a efectos secundarios», explica Roi Cal. En algunas ocasiones, no hay estudios específicos en el ámbito de la pediatría.
Y no solo se trata del dextrometorfano. En el caso del salbutamol o albuterol, opción que también es habitual, no existen pruebas para apoyar su uso en niños con tos aguda, según otra recopilación de investigaciones que ponía también en duda su eficacia en adultos. Tampoco los antihistamínicos se pueden recomendar «como tratamiento empírico de los niños con tos crónica» de acuerdo con otra publicación de la Biblioteca Cochrane. Finalmente, un estudio sobre medicamentos de venta libre indicados para la tos y el resfriado advertía de que su eficacia no se había demostrado en niños.
En definitiva, ninguna opción del mercado es satisfactoria. «Da igual lo que sea, la tos va a tener una duración similar», señala el farmacéutico. Y ni que decir tiene que la homeopatía no sirve ni para este uso ni para ningún otro, aunque «a mí me llegan recetas de pediatras públicos y privados», apunta, «no obstante, su popularidad ha caído bastante en los últimos años».
El caso de la codeína
Lucía Galán, pediatra y divulgadora científica —conocida como Lucía, mi pediatra—, se muestra muy contundente: «Los jarabes para la tos no tienen evidencia científica demostrada y, por lo tanto, no se deben utilizar». Es más, «muchos de ellos tienen efectos secundarios que, aunque son muy infrecuentes, pueden ser graves o muy graves».
Entre los problemas que generan están la somnolencia, la depresión del sistema nervioso central, las arritmias, la depresión respiratoria o las convulsiones. El caso de la codeína es especialmente llamativo porque en 2015 la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) recomendó no utilizarlo en niños menores de 12 años por haberse descrito casos de muerte en menores.
La presión para los pediatras
Como es lógico, los padres acuden a la consulta en busca de diagnóstico y tratamiento. Pero si está claro que no hay fármacos adecuados, ¿por qué los pediatras siguen recetando algunos? Roi Cal considera que hay varias razones. «Algunos están desactualizados y se guían por su experiencia y sus creencias en lugar de comprobar los estudios científicos, pero son una minoría. Lo que ocurre es que muchos acaban recetando algo para tranquilizar a los padres, que a veces se ponen nerviosos y creen que un buen médico es el que les da algo para el niño», señala. Incluso si no se los dan en la consulta, es probable que acudan a la farmacia a ver qué les ofrecen sin receta.
Ante esa posible presión de los padres, «es muy importante explicarles las veces que sean necesarias que este tipo de fármacos no solamente no son útiles en la mayoría de las ocasiones, sino que además podrían ser perjudiciales«, comenta Lucía Galán. En su caso, esta labor de educación sanitaria va calando a través de la paciencia y la empatía para generar confianza. «Tras muchos años de profesión, a mis pacientes lo que les extraña es que para un simple catarro les receten tres jarabes diferentes», asegura.
Entre cinco y ocho catarros
Lo primero es aceptar y normalizar que los menores se ponen enfermos, porque cada año «un niño sano va a tener entre cinco y ocho catarros» o infecciones de las vías respiratorias altas, es decir, nariz, garganta, tráquea y bronquios.
«La mayoría se producen en invierno y son procesos víricos banales», destaca. Esto quiere decir que no se tratan con antibióticos y que no hay nada para prevenirlos: ni vitaminas, ni jarabes, ni homeopatía. «Suelen durar dos semanas y si presentan mal estado general, tos incesante que impide el descanso, fatiga, pitos, dificultad respiratoria o si los niños dejan de comer de forma llamativa, han de acudir al pediatra».
Y llegados a este punto, ¿qué les va a decir el médico? «Somos muchos los que aconsejamos lavados nasales con suero fisiológico, ofrecer agua de forma regular, aliviar el dolor y la fiebre si generan malestar importante, y poco más», indica la pediatra. En cualquier caso, es aconsejable instruir a los padres sobre cuáles son los signos de alarma que hay que vigilar en el caso de que el catarro evolucione o se presenten síntomas nuevos que sí precisen de otro tipo de tratamiento.
La miel sí, pero con cuidado
De acuerdo con la literatura científica más reciente, lo cierto es que sí hay un producto que parece tener cierto efecto, pero no hace falta comprarlo en la farmacia. Otra revisión de la Biblioteca Cochrane de abril de 2018 evaluó a personas entre los 12 meses y los 18 años y concluyó que la miel durante tres días es más efectiva para la tos que el placebo y que probablemente reduce su duración. Sin embargo, más allá de los tres días no hay diferencias significativas con el placebo.
No obstante, «es importantísimo insistir en no dar miel a niños menores de uno o dos años por riesgo de botulismo y que, si a los más mayores se les da una cucharadita, han de cepillarse bien los dientes porque la miel es un alimento que produce caries».
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