Un plan contra el ‘efecto tijera’ en la UGR, que llena las cátedras de hombres
Las mujeres son más en las aulas, pero no llegan a los departamentos. La Unidad de Igualdad, que atendió 90 casos de acoso, amplía el plan para romper la brecha de género
Con el último borrador del nuevo Plan de Igualdad sobre la mesa y después de tramitar dos quejas por acoso en una mañana, así recibe a IDEAL en su despacho Miguel Lorente, director de la Unidad de Igualdad y Conciliación de la UGR. Él y su equipo han atendido en la sede de avenida del Hospicio 90 casos desde que se pusiera en marcha el protocolo antiacoso en 2016, treinta episodios más desde enero de 2018. La Universidad de Granada puede presumir de ser el centro educativo español que ha activado con una frecuencia mayor el protocolo. Lejos de relacionar las cifras con la incidencia de la violencia sexual en la ciudad, los casos detectados muestran una realidad distinta: la institución, aunque tiene que atar y mejorar algunos cabos sueltos del programa, es un espacio en el que las mujeres pueden hablar y disponen de medios para erradicar las conductas machistas en las aulas, el profesorado y el resto de trabajadores de la institución. Sin embargo, Lorente y su equipo no se conforman. Dan otro paso al frente y ultiman un proyecto para reforzar y completar el actual plan con el fin de entender la Universidad como un «espacio de actuación que no esté al margen de la sociedad y sus avances».
El nuevo borrador, que se presentará pronto, hace hincapié en ciertos puntos que quedaron– sin querer– desatendidos en el anterior programa, entre ellos el colectivo LGTBI, con el que se había puesto en marcha varias medidas de forma aislada y los propios problemas de desigualdad en el seno de la UGR. Ellas son más en las aulas, pero no llegan a los departamentos. El ‘efecto tijera’ hace referencia a que en las primeras etapas de la carrera universitaria hay un mayor número de mujeres, conforme se va ascendiendo en las responsabilidades y cargos, como cátedras, aumenta el número de hombres. En la UGR hay 166 catedráticas, frente a 494 catedráticos.Comparaciones que se repiten en el Personal de Investigación y en el balance de empleados en general que deja cifras alarmantes como mil empleados más que funcionarias. El área de Igualdad se ha propuesto corregir este problema interno con medidas que faciliten la promoción de las mujeres dentro de la institución y acaben con la brecha de género en las carreras técnicas. Además, se creará una comisión para estudiar los casos de conciliación que presenten las trabajadoras– y alumnas que definan criterios que perjudican igualdad con bolsas de turnos y el horario de clases.El plan de conciliación incluye también a los hombres a los que se les animará a disfrutar de su permiso de paternidad, recientemente ampliado para que el peso familiar deje de ser cosa exclusiva de las mujeres.
Club de hombres feministas
El proyecto en vigor cuenta con tres niveles de intervención dirigidos a evitar la aparición de casos, abordar los factores de riesgo que facilitan la existencia de acoso y por último, el tercer nivel que contempla la denuncia formal para evitar la repetición de nuevas agresiones. Prácticamente desde que se abordó el primer plan se comenzó la redacción de un segundo y continuarán intensificando su actividad hasta que la UGR sea un espacio libre de machismo. La Unidad se creó para apoyar a las mujeres que integran la institución con el objetivo de extinguir las situaciones de desigualdad diaria que surgen de forma incipiente y que en el 99% de los casos no derivan a situaciones más graves, pero incomodan y generan malestar entre ellas. «Queremos cambiar esa percepción cultural de que hay que esperar a que sea grave para ponerlo en conocimiento», comenta Lorente. «Cuando identificamos una situación de acoso, si es necesario damos apoyo psicológico y no dejamos solas a las mujeres que han confiado en la unidad», dice. El trabajo del área ha pasado desapercibido para muchos, por esta razón se presentará una guía- resumen del protocolo a los estudiantes y trabajadores. La UGR prevé ampliar la formación feminista para hombres con el objetivo de romper el relato único construido sobre la virilidad y dar espacio a la reflexión de otros modelos de masculinidad fuera del yugo del machismo.
Otro 8-M histórico
El forense y exdelegado de Gobierno para la violencia de género durante el segundo mandato de Zapatero, apunta que «con independencia de la afluencia de la huelga» será otro marzo histórico. «Los acontecimientos no se miden por el aspecto cuantitativo, sino por el significado de lo que suponen y en tiempos como este en la que irrupción de la ultraderecha y de Vox en el parlamento andaluz pone a prueba las conquistas sociales y la igualdad. No vamos a dar ni un paso atrás, ni vamos a dejar que se cuestione a las mujeres. Se va a seguir con el feminismo», asegura. «Si quieren una ley que proteja a los hombres de la violencia que lo propongan, pero que no desprotejan a la mitad de la población que tiene todas las papeletas de sufrir violencia por ser mujer durante su vida», reitera. Lorente apunta que desde su etapa como delegado hasta ahora se ha producido un cambio significativo y reducido la violencia en los casos más graves de maltrato: «Se siguen matando mujeres, por el machismo y no por la ley. El mejor ejemplo son todos aquellos que están dispuestos a hacer política con el ataque a las medidas que fomentan la igualdad y que quieren hacer desaparecer a las mujeres de las instituciones y la esfera pública», aclara.
El médico, que llegó al feminismo tras tratar en consulta a mujeres maltratadas, confía en que el avance social y la ley vayan de la mano como se ha producido a lo largo de la historia. Lorente argumenta su posición con el ejemplo de que antes el movimiento feminista estaba denostado y cada vez son más las personas que se incorporan al movimiento en una muestra clara de conciencia social. «En las intervenciones antes se oía a las mujeres decir yo no soy feminista, pero justificaban su intervención con razonamientos que lo eran, en cambio en los últimos años son más personas las que han entendido que el feminismo va contra los hombres que abusan y no contra todos», concluye.
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