PNV, el partido que condicionó los dos últimos Gobiernos de España
Los nacionalistas vascos han hecho gala de su capacidad de influencia y muchos asuntos de Estado han pasado por sus manos
El jueves 31 de mayo de 2018 a las 13.55 horas, Mariano Rajoy supo que iba a dejar de ser presidente del Gobierno de España. Se lo comunicó por teléfono Andoni Ortuzar, presidente del PNV, tras una reunión extraordinaria del Euzkadi Buru Batzar -la Ejecutiva nacional del partido- en la sede nacionalista de Vitoria en la que se optó por apoyar la moción de censura. Sólo un mes atrás, el PNV había arañado una subida para todos los pensionistas españoles como contrapartida para apoyar los presupuestos del PP. Y antes Rajoy y Ortuzar habían firmado acuerdos de calado a cambio de garantizar la estabilidad política del Estado, como la renovación del Concierto Económico, inversiones en ferrocarriles en Euskadi o más atribuciones para la Ertzaintza. Las horas clave de la independencia catalana también pasaron por las manos de los ‘jeltzales’ en los últimos años.
Muchos asuntos de Estado han tenido su foco informativo en Vitoria. Con sólo cinco de 350 diputados, la séptima fuerza política de España -el PACMA tuvo los mismos votos en 2016- ha vuelto a hacer gala en esta legislatura de su capacidad de influencia aunque hubiera quien augurara que, con la irrupción de Podemos y Ciudadanos, los partidos periféricos iban a dejar de ser bisagra en las Cortes Generales. Pocos recuerdan que los nacionalistas salieron de las últimas generales derrotados por un resultado histórico de la coalición de Podemos, IU y Equo en Euskadi. Ahora aspiran a recuperar su tradicional hegemonía.
Esa influencia del PNV es real y palpable. En la primera parte de la legislatura con el PP -para la historia quedará la broma del tractor y el grano- y después, igualmente, con Pedro Sánchez. Ortuzar ha declarado que no hay «complejos»: si es bueno para Euskadi, el acuerdo es posible con cualquiera. No obstante, el tramo final de apoyo al Gobierno de Rajoy, con la sentencia del ‘caso Gürtel’ y el 155 a Catalunya encima de la mesa, generó algunas tensiones internas, sobre todo entre el sector más soberanista encabezado por el portavoz parlamentario en Euskadi y presidente en Gipuzkoa, Joseba Egibar.
Para los nacionalistas, han sido tres años muy productivos, aunque el final de la legislatura no haya sido el esperado. Querían poner el broche a su trienio más influyente y arrancar la campaña de las elecciones generales habiendo firmado con el Gobierno de Sánchez la transferencia de cuatro competencias a Euskadi, de pequeño calado político pero muy simbólicas, como la última carretera de titularidad estatal en suelo vasco (la AP-68). El anuncio de que la Comisión Mixta de Transferencias Estado-Euskadi se iba a reunir el mismo jueves en que arrancaría la carrera electoral se hizo coincidir con el nuevamente decisivo papel de los nacionalistas en la última votación de la legislatura en el Congreso, la convalidación en la diputación permanente de media docena de decretos sociales del Gobierno socialista.
Era una respuesta a EH Bildu, quien se había postulado como una formación útil e influyente en Madrid. El propio presidente del PNV, Andoni Ortuzar, zanjó el debate y explicó a los vascos que quien consigue «lentejas con tropiezos» para Euskadi es su partido. Sin embargo, aunque el anuncio lo dieron por seguro en el PNV y en el Gobierno de Iñigo Urkullu, discrepancias económicas sobre las transferencias han retrasado ‘sine die’ la consecución del último botín de la legislatura. La candidatura que lidera Aitor Esteban, sin embargo, todavía puede presumir de haber jugado las grandes decisiones de Estado de los últimos años.
«La influencia en Madrid y la confianza de la sociedad vasca no se ganan en un día», razonó la pasada semana en un acto público el diputado por Gipuzkoa, Joseba Agirretxea. En efecto, este papel del denominado «Grupo Vasco» -nombre que irrita a diputados vascos de otros partidos- no ha sido nuevo. El recientemente fallecido Xabier Arzalluz negociaba con José María Aznar. La presión del PNV (también de CiU en aquellos años) acabó modificando una estructura de Estado como eran los gobernadores civiles. En aquellos años, como recuerda Iñaki Anasagasti, se logró la ruptura del monopolio de Telefónica con la creación de Euskaltel, esta semana de actualidad por la compra de parte de su accionariado de la mano de un fondo británico (Zegona). También en la etapa de José Luis Rodríguez Zapatero eran los ‘jeltzales’ la muleta habitual del presidente.
En el PNV cuentan que están muy satisfechos con el balance de esta legislatura y con la «popularidad» lograda por su jefe de filas en las Cortes Generales, Aitor Esteban, reconocido orador y de talante dialogante. En un vídeo promocional, Esteban exprime esa imagen influyente en Madrid. «Se ha demostrado que, cuando el PNV es fuerte en Madrid, a Euskadi le va bien, y que sólo el PNV defiende a Euskadi allí. Y así va a ser, porque somos el único partido que aspira a formar Grupo Vasco. Porque en Madrid, PNV y Euskadi son la misma cosa», reflexionó Ortuzar en el acto de arranque de campaña.
Los sondeos, de momento, sonríen a los peneuvistas. Tienen todas las papeletas para ser la primera fuerza en Euskadi en votos y en escaños. El objetivo es recuperar un diputado por Bizkaia y crecer hasta los seis representantes en el Congreso. «Ante tanta política líquida, de Twitter y pandereta, somos un partido sólido, con gente sólida y preparada. Lista para dar pedales por Euskadi y sólo por Euskadi», bromeó Ortuzar mientras sus candidatos se subían a unas bicicletas estáticas para dar sentido a la metáfora.
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